Me encontraba caminando por las frías calles de Bahía de Balar cuando comenzó a llover.
Apresure mi caminata para llegar a mi casa y no mojarme tanto.
Mi casa no quedaba tan lejos de donde estaba; exactamente me faltaban tres cuadras.
Empezó a llover más fuerte, entonces intenté cruzarme a una acera y refugiarme debajo de un árbol. Un poco tonto lo sé, pero no quiero mojarme más.
En cuanto intenté cruzar a la acera, resbalé y caí al suelo. Mi ropa, de por sí, ya estaba mojada por la lluvia; al caer al suelo, se mojó más de lo que estaba. Me levanté del suelo y volví a caminar a paso apresurado. Ya no quería estar más bajo la lluvia.
Me sentía patética. Estaba mojada y sucia por la caída.
Para completar mi suerte, la lluvia empeoró.
Caminé rápido; ya sólo me faltaban dos cuadras para llegar a mi hermosa casita.
Pero la suerte no estaba de mi lado, y volví a caer al suelo por lo resbaladiza que estaba la acera.
Al caer, me lastimé el tobillo.
-Bien, Brisa. Ni caminar bajo la lluvia puedes - me dije a mí misma.
Intenté levantarme, pero no podía. Mi tobillo me dolía.
Me quedé sentada para que el dolor se calme.
Una vez que el dolor no era tan fuerte, me levanté y seguí mi camino hasta que por fin llegué a mi hermosísima casita.
Abrí la puerta y entré.
Cerré la puerta y me metí en el baño, porque necesitaba una hermosa y relajante ducha.
Cuando terminé de ducharme, fui a mi habitación y me vestí cómoda para poder dormir. Me metí en mi cómoda camita y caí profundamente dormida.
-Ya te dije, mujer, déjame en paz y vete a la mierda - el hombre le da la espalda a su mujer.
-No me des la espalda y mírame a la cara, estúpido - le gritó la mujer a su marido.
-Que me dejes en paz - gritó con fuerza - arruinaste esta familia por una revolcada - dijo ella.
-Cierra la estúpida boca, mujer - gritó con odio.
-Mamá, dejen de pelear por favor - dijo la pequeña Brisa llorando.
Pero sus padres no escucharon a su hija.
La pequeña niña salió corriendo de su casa y se sentó en el balcón.
El balcón era su lugar seguro, se sentaba allí a dibujar siempre que sus padres discutían.
Su balcón no estaba en el segundo piso de su casa, sino que se ubicaba en el primer piso en la parte delantera de la casa.
La niña lloraba sin parar.
- ¿qué te sucede, niña? ¿Por qué lloras? - preguntó él niño.
Max era su vecino.
No eran muy cercanos, pero eran amigos.
- no te importa.
- tienes razón, adiós - el niño sigue su rumbo, pero no llega muy lejos, ya que sí se preocupa por la niña.
- oye, niña, no me gusta verte así -.
- pues no me mires - dijo limpiándose la nariz.
Max puso los ojos en blanco - quieres ir conmigo a un lugar secreto, un lugar mágico donde voy cuando mis padres pelean? -.
- sí -.
- bueno, andando -.
- antes quiero buscar algo - la niña entra en su casa.
Después de unos segundos, sale con una libreta de dibujos y un lápiz.
- bien, ¿ahora podemos irnos? -.
- sí - aún llorando.
- pero deja de llorar, que te ves más fea de lo que eres - dijo entre risas.
Brisa - cállate - y se rió.
Los jóvenes caminaron hasta llegar a un bosque.
Se adentraron en él por un camino.
Entraron en un jardín donde hay árboles con hojas anaranjadas, un lago y un árbol gigante.
Brisa está sentada bajo la sombra del árbol, dibujando.
El pequeño Max está sentado en la orilla del lago, jugando con una ramita a pescar.
Brisa lo observa atentamente.
Max está cantando mientras juega con la ramita.
Brisa lo ve muy tierno, concentrado, y decide dibujar.
Me desperté asustada y con el corazón acelerado.
Otra vez el mismo sueño - dije con la respiración agitada.
Traté de mantener la calma.
En cuanto me calmé, volví a dormir.
Me desperté y recordé el sueño que tuve la noche anterior.
Necesitaba dejar de pensar en ese sueño y sabía cómo olvidarme, al menos por un tiempo, de él.
Me levanté y me dirigí al baño.
Hice mis necesidades, me cambié, y salí de la casa.
Me encontraba camino al bosque. Sí, ese bosque de mis sueños o mejor dicho, el bosque de mi niñez.
En ese lugar me sentía segura y era el único lugar donde podía estar tranquila dibujando.
Llegué al bosque, me adentré en él y entré en el jardín.
Estaba por ir a sentarme debajo del árbol cuando me di cuenta de que había alguien más en mi lugar.
Lo miré extrañada; era un chico de cabellos rubios, pero no rubio claro, sino un rubio un poco oscuro. Alto, de piel blanca, llevaba puestos unos jeans oscuros y una remera de mangas cortas de color gris que dejaban ver unos tatuajes en sus brazos.
Estaba mirando atentamente el lago.
Lo miré atentamente y me acerqué a él porque definitivamente tenía curiosidad de saber qué hacía en mi lugar secreto y cómo lo había descubierto.
Me acerqué a él y le dije: -"ey, ¿qué haces aquí? ¿Quién eres y quién te dijo sobre este lugar?" -dije un poco molesta, no me gusta que él estuviera aquí en mi lugar secreto. Y si era un asesino o un loco, nunca se sabe.
-No te interesa-dijo sin mirarme
Sí me interesa porque este es mi lugar secreto - conteste acercándome más a él.
- No veo tu nombre en ningún lado - dijo levantando los hombros.
- No, no lo dice, pero es mi lugar secreto - dije un poco molesta. - No sé quién eres ni qué haces aquí, pero vete, necesito estar sola.
- ¿Eres así de irritante y mandona todo el tiempo? - dijo con una pizca de diversión.
- ¿Eres así de idiota siempre? - dije con el mismo tono que usó él.
- Mira, niña, no voy a decirte nada de mí porque no te interesa - y a este lugar es al que venía de pequeño, la intrusa eres tú - dijo sin importancia.
Me quedé pensando en lo último que dijo. ¿Podría ser él?
- ¿Tu nombre es Max, estoy en lo cierto? - pregunté curiosa. Él se volteó a mirarme.
- Sí, ¿cómo rayos sabes mi nombre? -
- ¿No me recuerdas, verdad? - pregunté divertida.
- ¿Eres... Brisa? ¿Eres tú? -
- Sí - afirmé con una sonrisa.
- Creciste demasiado, ya no eres una niñita llorona ni tienes los mocos por el suelo - dijo riendo.
- Ja, qué gracioso - veo que sigues siendo el mismo idiota que eras de niño - le contesté.
No respondió a mi insulto, solo se limitó a mostrarme una sonrisa.
- ¿Y qué te trae por aquí? - pregunté
- Me encontraba fuera de la ciudad y cuando volví quise recordar los viejos momentos, así que vine aquí - y tú, ¿qué haces aquí? ¿No estabas viviendo en Inglaterra? -
- Sí, viví allí unos años con mi madre y cuando ella murió decidí volver aquí- Expliqué.
- Siento mucho escuchar eso -
Miré al suelo y los dos quedamos en silencio un rato hasta que él rompió el silencio.
- ¿Quieres ir a tomar algo? -
- Sí - dije volviendo a mirarlo.
- Te llevaré al mejor bar de Bahía de Balar -
Tengo buen gusto - dijo guiñando un ojo y sonriendo.
Ajá - dije girando los ojos.
Llegamos al bar y pedimos para tomar. Estuvimos charlando y tomando tranquilamente hasta que se hicieron las diez de la noche.
- Me tengo que ir - dije levantándome de la mesa.
- Te acompaño - dijo Max y se levantó de la mesa.
- Está bien, conozco el camino - dije riéndome.
Vaya, el alcohol estaba haciendo lo suyo.
- No seas testaruda, déjame que te acompañe, ya es tarde y no quiero que te pase nada -
- Está bien - y alargué el "bien".
- Vamos - dijo Max.
Salimos del bar y caminamos un rato hasta llegar a mi casa porque Bahía de Balar no era un pueblo muy grande.
- Gracias por acompañarme -
- No me agradezcas, no lo hice de buena persona, solo no quería sentir culpa si algo te pasaba - dijo riendo. Creo que el alcohol también le había afectado un poco.
- Repítelo hasta que te lo creas -
- Ya entra en tu casa y ve a dormir, me quiero ir. No puedo hasta que no me asegure de que estés dentro - dijo serio.
- Está bien - y alargué el "bien".
- Nos veremos otro día - me saludó Max.
Me despedí de Max y entré en mi casa.
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Aquel Otoño🍁
Teen FictionEn un pequeño pueblo rodeado de bosques dorados y hojas crujientes, la vida de Brisa da un giro inesperado cuando llega el otoño. Con el corazón cargado de traumas del pasado, regresa a su hogar de la infancia en busca de paz y sanación.Y para conse...