Una noche de ansiedad

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Que dejes esa mierda de pintura y te pongas a hacer algo más con tu vida - gritaba el padre con odio.

- Que me dejes en paz - le gritó con odio Brisa. Y volvió a pintar en la hoja que tenía.

A su padre no le gustaba que perdiera el tiempo pintando, decía que era perder el tiempo y que una niña de 15 años debería estar haciendo cosas de la casa o estudiando. El problema no era que ella no quisiera hacer los deberes de la casa, lo que pasaba era que su madre no quería que los hiciera. Ella decía que quería que disfrutara su juventud y hiciera lo que le gustaba. Y con los estudios, decía luego de hacer las tareas que me dieran en la escuela podría dejar de estudiar el resto del día, ya que me la pasaba casi todo el día en la escuela.

- Te he dicho muchas veces que no me contestes mocosa - gritó el padre mientras levantaba su mano y le daba una cachetada. - A ver si así aprendes.

Brisa llevo su mano hasta su mejilla y la masajeo un poco para aliviar el dolor.

- Te odio - salió de la boca de Brisa con tanto odio.

- ¿Qué dijiste? - gritó con odio y acercándose más a ella. El olor a alcohol que salía de su boca era tan asqueroso.

- Que te odio - repetio con odio y se levanté para quedar frente a él.

- Eres una hija de puta - gritó y con su mano le dio otra cachetada que hizo que se cayera al suelo. Cuando estuvo en el suelo, la tomó del cabello y comenzó a arrastrarla.

- ¡Suéltame, hijo de puta! - gritaba pataleando e intentando salir de su agarre, pero era en vano. Él tenía más fuerza que ella.

- Ahora vas a aprender a no faltarle el respeto a tus mayores-

El hombre la arrastró hasta el patio trasero, el cual estaba todo cerrado para aislar a la mujer y su hija de los vecinos. El hombre la dejó cerca de un árbol y tomó unas sogas que había tiradas en el patio, las cuales la joven solía usar para saltar. La puso contra el árbol de espaldas y la ató a él. Ella intentó luchar para escapar, pero fue una mala idea, porque él volvió a golpearla, esta vez en el estómago, dejándola sin aire.

Cuando terminó de atar la soga, la miró y dijo: "Ahora aprenderás, perra", y se metió dentro de la casa. Brisa comenzó a llorar, rogando a Dios y a todos los santos que existieran para que su madre volviera a casa, pero no llegaba. Las horas pasaron y el sol comenzó a pegar más fuerte, el calor era horrible. Brisa seguía llorando y pidiendo que su madre regresara para ayudarla.

Su cuerpo comenzó a doler mucho. Pasaron horas y la noche llegó, ella estaba muy cansada, con mucho dolor, sed y hambre. No podía entender cómo un padre podría ser tan malo, incluso cuando no estaba bajo los efectos del alcohol. Parecía ser una persona tan buena, incluso el padre perfecto, pero cuando comenzaba a beber se transformaba en otra persona, daba miedo. Les tenía odio a Brisa y a su madre, también podía ser una persona muy cruel.

Cuando pensaba que se quedaría toda la vida en ese árbol, escuchó la puerta trasera abrirse y vio a su madre acercarse lentamente hacia donde estaba Brisa.

-No hagas ruido-, dijo acercándose.

-Mamá, por favor, ayúdame-, suplicó llorando.

-Shh, mi niña, no llores. Te sacaré de aquí, pero no hagas ruido. Él está durmiendo y si se despierta y ve que te estoy ayudando, me matará-, dijo, desatando las sogas.

Cuando las desató, se acercó a ella y la abrazó muy fuerte.

-Mamá, yo solo estaba pintando y él me dijo que dejara de hacer eso y hiciera otra cosa, pero yo le contesté. Me golpeó y me trajo aquí y me ató. Me dejó todo el día atada a este árbol sin comer ni beber nada-, explicó Brisa.

Aquel Otoño🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora