Con Max estamos disfrutando de nuestro último día de vacaciones antes de volver a Bahía de Balar.
Hoy iremos al último día de exhibición a ver las últimas pinturas que nos faltan por ver.
Salimos de la exhibición y ahora iremos a un parque a tomar un helado y a la feria anual de Cuidad esmeralda.
Después de la feria volvimos al departamento para cenar.Comenzamos por elegir una lista de reproducción enérgica que nos motivara mientras cocinábamos. La música comenzó a sonar alta y pronto nos encontramos moviendo nuestros cuerpos al ritmo de las canciones mientras buscábamos los ingredientes en la despensa.
Iniciamos la preparación de la comida, tomando turnos para medir, picar y revolver. Pero en lugar de mantenernos en silencio y concentrados, aprovechamos cada oportunidad para molestar al otro de manera inofensiva. Un puñado de harina en la nariz, apagar la cocina, esconder los utensilios, e incluso algunas imitaciones graciosas de chefs famosos. Cada broma se convertía en una explosión de risas contagiosas y nos recordaba por qué nos divertíamos tanto estando juntos.
A medida que el aroma de la comida comenzaba a llenar la cocina, nuestra hambre crecía. Pero en lugar de apresurarnos, aprovechamos el tiempo para seguir disfrutando de nuestra compañía. Bailábamos y cantábamos al ritmo de la música mientras esperábamos a que terminara de cocinarse. Nos sentíamos libres y felices, sin preocupaciones ni estrés.
Finalmente, el tiempo de cocinar llegó a su fin y nos sentamos juntos a disfrutar de la deliciosa comida que habíamos creado.
Luego de comer juntamos los platos de la mesa y nos fuimos a la sala a tomar unas copas de vino.El sonido suave del vino siendo vertido en las copas llenaba el silencio del acogedor departamento. Max y yo nos habíamos reunido para compartir una noche de conversación y vino, permitiéndonos conocerse más allá de la superficie. Mientras yo sostenía mi copa, miré fijamente a Max le dije:
-La vida de mierda que vivimos con mi madre cuando mi padre la golpeaba no fue nada comparado con lo que paso después de la muerte de ella.-
-Mi día a día era una lucha interna conmigo misma para levantarme de la cama y comer. Mi padre no se hacia cargo de mis hermanos y mucho menos de mi él decidia irse de fiesta a beber y no aparecer por días.-dije en un tono amargado y triste.Max asintió en silencio, reconociendo la gravedad de la situación. Tomando un sorbo del vino rompí el breve momento de pesadez
-Creo que ya te he contado suficiente sobre mi vida, ahora es tu turno-dije.Max frunció el ceño, sintiendo una mezcla de incertidumbre y valentía. Dudó por un momento, pero finalmente decidió abrirse. Mirándome directamente a los ojos, me preguntó
- ¿Alguna vez me has visto sin remera?-
nege con la cabeza, curiosa por saber qué quería decir con eso. Max tomó un trago profundo de vino para reunir coraje, sintiendo cómo las palabras se acumulaban en su garganta.-Llevo siempre camiseta puesta porque tengo cicatrices de quemaduras que mi padre me hizo con un cigarrillo-, confesó Max en voz baja, su voz temblaba ligeramente.
La sorpresa se dibujó en mi rostro mientras miraba con atención a Max. Sin embargo, supe respetar el momento y no hice ninguna pregunta inmediata. Bebí un poco de vino y espere pacientemente a que Max se sintiera cómodo para hablar.
Max hizo una pausa, recordando la sensación del vino en su boca antes de continuar.
Mi padre se enojaba mucho con mi madre y encontraba en mí un blanco fácil para descargar su ira. Quemaba mi piel con el cigarrillo, dejando profundas marcas que todavía llevo hasta el día de hoy-.sinti una mezcla de tristeza y enojo por lo que Max había vivido. No sabía qué decir, pero quería asegurarse de que Max supiera que estaba allí para él. Tome su mano con suavidad.
-Lamento mucho que hayas pasado por eso, Max. Debes ser una persona increíblemente fuerte para haber superado todo eso-. Max sonrió con gratitud.-Gracias, Brisa. No ha sido fácil, pero he aprendido a enfrentar mi pasado y a no dejar que defina mi futuro-
Hablando y bebiendo, las horas pasaron y ya eran las dos de la madrugada. Habíamos bebido varias botellas y yo estaba mareada, riéndome de cualquier cosa, al igual que Max.
-Debemos acostarnos - logré decir.
-Sí, yo también - dijo Max.
Intenté levantarme de la silla, pero fue imposible.
Sin embargo, Max logró hacerlo y me dijo que me ayudaría a ir a mi habitación. Yo me negué, pero él me agarró y me levantó, llevándome a mi habitación mientras seguíamos riendo.
En la habitación, me sentó en la cama y se sentó a mi lado. Nos quedamos mirando el uno al otro en silencio. La mirada de Max hacía que mi corazón se acelerara, algo extraño para mí porque él era mi amigo y nunca lo había visto de otra manera.
Seguíamos mirándonos y poco a poco, Max se acercó a mí y me besó. El beso fue tierno, pero parecía que lo había deseado por mucho tiempo.
Continuamos besándonos hasta que Max lo interrumpió
-lo siento, no debí hacerlo- y se fue de la habitación, dejándome sola con la cabeza dando vueltas por lo que acababa de suceder.
Me acomodé en mi cama para dormir, pero me resultó imposible. No podía sacarme de la mente el beso de Max.
Repasando una y otra vez en mi mente. Estaba confundida y emocionada al mismo tiempo. Me preguntaba si el beso significaba algo más o simplemente había sido un momento de impulso por el acoholCerré los ojos e intenté relajarme, pero cada vez que lo hacía, la imagen de Max acercándose a mí se reproducía vívidamente en mi mente. Sentía mariposas revoloteando en mi estómago y mi corazón latía aceleradamente.
¿Qué significaba todo esto? Me dije a mi misma, Durante mucho tiempo, había considerado a Max simplemente como un buen amigo, pero ese beso había cambiado las cosas.
Tenía miedo de que eso cambiará lo nuestro.
De tanto pensar me quedé dormida.La mañana llegó y con ella llegó un terrible dolor de cabeza debido a la resaca del alcohol que bebimos anoche. Lo primero que vino a mi mente fue el recuerdo del beso. Tapé mi cara con las manos y protesté por no poder sacarlo de mi cabeza.
Me levanté y fui al baño a lavarme los dientes. Después de eso, me dirigí a la cocina para prepararme un buen café, esperando ver a Max allí para poder hablar sobre lo que había sucedido anoche. Sin embargo, no estaba. Decidí no darle importancia y solo le dejé un mensaje de buenos días antes de dejar el teléfono.
Me senté a leer mientras tomaba mi café y de repente la puerta se abrió y Max entró a la casa.
-Hola-, dije, pero no obtuve respuesta. Él fue directamente a su habitación.-¿Qué le pasa?- exclamé, frustrada.
Qué mierda le pasa, pensé indignada. Me levanté de la mesa y fui tras él hacia su habitación. Golpeé la puerta con fuerza y exigí una explicación.
-¿Max, qué te pasa?-, le pregunté con la voz cargada de frustración.-Anoche pasó algo entre nosotros y no puedes simplemente ignorarlo-.
Max abrio la puerta, su rostro reflejaba sorpresa y confusión.
-¿De qué estás hablando?-, respondió con voz nerviosa.
-No puedo recordar nada de lo que pasó anoche-.
Auch dije por dentro al escuchar esas palabras.Me sentí defraudada y enfadada al escuchar sus palabras. -
¿En serio no recuerdas nada?-, le repliqué incrédula.
-Bebimos y nos besamos. Cómo puedes olvidarlo-.Max parecía más confundido que nunca. Sus ojos buscaban desesperadamente algún recuerdo en su memoria.
-Lo siento, de verdad no recuerdo nada-, suspiró.-Sus palabras me sorprendieron, pensé que lo recordaría. Salí de su habitación y regresé a la cocina para terminar mi café, pensando en que si todo en realidad fue solo un sueño mío y que solo le estaba reclamando cosas que pasaron en mi cabeza.
Más confundía que nunca terminé mi café y decidí ir a hacer mis maletas para volver a casa.
La hora de volver a casa llegó y nos encontramos volviendo a casa.-Max-dije por lo bajo.
- ¿Qué pasa?- pregunto él.
-¿Ya pensaste a que universidad iras?
-No-Y no dijo más nada
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Aquel Otoño🍁
Teen FictionEn un pequeño pueblo rodeado de bosques dorados y hojas crujientes, la vida de Brisa da un giro inesperado cuando llega el otoño. Con el corazón cargado de traumas del pasado, regresa a su hogar de la infancia en busca de paz y sanación.Y para conse...