Capitulo 67

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Ori recordó la historia que le había contado su padre. El mejor amigo del padre de ella, había muerto en un accidente de moto cuando venía de un bar cercano a su casa. Su familia quedó rota. Tenía un pequeño hijo de nueve años, que perdió el cariño de su padre en ese arranque de locura que el hombre había tenido aquel día. Rota.

-¡No Julian, esto es una locura!

-¡No te va a pasar nada Ori! ¡Confía en mí!

Se escucha el rugir de las ruedas mezclado con el pequeño rayo de sol que se hace visible este mediodía. Ella traga saliva y aparta su mano izquierda del estómago de Julian para comenzar a extenderla con suma lentitud. Él sin embargo, la observa por el espejo con una sonrisa en sus labios. Cuando logra extender una, comienza a hacer lo mismo con la otra hasta que ya tiene las dos manos en el aire. Julian reduce la velocidad y el aire da de lleno sobre Ori. Sonríe levemente y le grita al aire. Aquello es una sobredosis de adrenalina pura. Sentirte libre, como un pájaro. Sentir que vuelas. Lo mejor. Poco a poco vuelve a agarrarse de Justin mientras él se dirige rumbo a un sitio que los dos conocen demasiado bien.

Acelera. Pasa el semáforo y bajan por Rutford. Notan como el viento los acaricia. Ori cierra los ojos un instante y cree que está volando. Julian respira hondo. Y acelera aún más rápido. Media hora de trayecto o incluso jurarían que más. Llegan a aquel sitio. La playa. Ori se baja de la moto y se agarra el pequeño vestido blanco con fuerza, hace viento, el tiempo ha dado vuelta y se pueden ver unas nubes oscuras en lo alto del cielo. Julian mira hacia arriba y curva sus labios para luego dirigir la mirada hasta ella.

-¿La playa? – pregunta desconcertada.

-¿No te gusta?

-Claro que me gusta, lo que pasa que tengo muchísima hambre y pensaba que íbamos a ir a comer.

-Siempre tienes hambre. – dice divertido.

-Juli bebé, que no como desde ayer. – se lleva las manos a la cintura y frunce el ceño, como una niña pequeña.

Ese toque de niñez que tiene de vez en cuando y que tanto le encanta. Se limita a escucharla mientras sonríe feliz, enamorado. Sin embargo ella se teme algo. Él está actuando muy raro. La coge de la mano y bajan un pequeño camino de madera hasta tocar la suave arena con los pies.

-Ven. – Julian tira de su mano.

-¿A dónde? – pregunta intrigada.

-A un sitio.

-Oh, has descubierto América. – hace una mueca y él no puede evitar reír mientras que ella le mira seria. - ¿Me puedes decir ya a dónde vamos?

Julian sólo se ajustó las RyaBans y continuó mascando chicle al tiempo que caminaba relajadamente de la mano de ella. Caminaron unos cuantos metros por la playa en los que a él se le hicieron eternos por todas las preguntas que le hacía Ori. De repente, pudieron divisar unas cuantas palmeras al frente y Julian sacó de su bolsillo un pequeño antifaz.

-¿Y eso? – preguntó Ori curvando sus labios mientras señalaba el antifaz. Julian sacude su cabello y le regala una sonrisa mientras se acerca para colocárselo.

-Te he preparado algo. – dice recogiéndole unos mechones oscuros que le caen a los lados.

-¿Por eso anoche te fuiste?

No contesta. Deja pasar unos segundos que a ella se le hacen eternos. Pero luego se acerca sutilmente y susurra un leve 'Así es bonita' que logra encender hasta la última célula adormilada del cuerpo de Ori. Con una sonrisa, termina de colocarse el antifaz.

-No veo absolutamente nada.

-Genial, eso quiere decir que son efectivos y que el tío de la tienda no tendrá problemas conmigo. – bromea. Ella aprovecha para golpearle levemente en el hombro.

Julian carcajea y la toma de la mano una vez más. Guiándola, atravesaron las palmeras y se detuvo cuando estuvo justo enfrente de lo que había preparado.

-Ya llegamos.

-¿Ya me lo puedo quitar? – preguntó una Ori con curiosidad.

-Sí. – susurró esta vez él.

Y así lo hizo. Poco a poco se levantó el antifaz y se encontró con una pequeña casita de madera rodeada de arboles, palmeras y flores. Ori lo miró un segundo, anonadada. Sin decir ni una sola palabra se acercó y cogió una pequeña rosa que había en la puerta.

-¿Te gusta? – preguntó mientras la abrazada por la cintura.

-¿Cómo has hecho esto? – se soltó de su agarre y pasó la mano por la cortina que cubría el pequeño cristal de la ventana.

-Bueno. – él se elevó de hombros. – una sorpresa.

-Me encanta Julian. – se giró hacia a él y le dio un pequeño beso mojado en los labios.

Lo ha hecho él y aquello es increíble. No es tan grande, pero es genial. Con ramas y madera ha hecho una pequeña ventana en un lado, la que ofrece unas vistas hermosas. Se puede ver perfectamente el mar. En el centro hay una cama, cubierta de pétalos de colores y a un lado una mesa con dos sillas viejas y perfectas para la situación. Justo al lado, se ubica una pequeña nevera blanca.

Ori se quedó sin habla. Julian cierra la puerta haciendo que ella se gire hacia él totalmente impresionada.

-Precioso. Me encanta. Es perfecto. – susurra a la vez que se acerca para darle un corto beso. – ¿Por qué?

-¿Por qué? – pregunta él.

-¿Por qué todo esto?

-Porque sí. Porque te quiero. Porque eres tú la que me hace dar cuenta que estoy sonriendo como no lo había hecho nunca antes. Y la sensación supera a cien mil amaneceres vistos desde el piso número seiscientos cuarenta y ocho del edificio más alto de Las Vegas.

-Eres un romántico cuando te lo propones.

Ori le mira con un brillo en los ojos que puede hacer parar hasta el tiempo y una sonrisa divertida se cuela en sus labios. Los entreabre, Julian quiere besarla ahora mismo, pero ella lleva su dedo anular hasta los labios silenciándole antes de que pueda hacer algo.

-Yo también te quiero.

Y sonríe con esos labios carnosos que cuando muestran su sonrisa, te hacen pensar que la paz mundial sería posible si todo el mundo sonriera como él.

Desafio al Corazón- Orian ( Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora