Cruda Realidad

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XI

Los imponentes muros se alzaban ante ellos.

La marea había hecho que su improvisada balsa chocara bruscamente y se detuviera en la poca arena y piedras en la tierra firme del territorio de los Cerdos. Chuck ayudaba a las pocas Aves que se tropezaron ante el impulso y Bomb se aseguraba de atar bien la balsa con una fuerte soga reforzada y una estaca que Matilda había estado puliendo desde que vieron la costa hace casi una hora.

Las penumbras de la tarde se hacían presentes con el cielo en tonalidades levemente amarillas.

Pero el miedo no fue presentado hasta que la ultima de las Aves toco territorio Cerdo.

—¡¡QUE NADIE SE MUEVA, MANOS A LA ALTURA DE LA CABEZA!!Una horda de Cerdos uniformados, con armas que las Aves no supieron identificar, rodearon de inmediato al pequeño grupo de Pájaros.

Desde las alturas de los enormes muros, apuntando con francotiradores infrarrojos; desde el suelo de la playa a ambos lados, el Equipo Táctico Anti-Terrorismo, con cascos y escudos fuertemente blindados, resguardaban la entrada Oeste y Este rodeando las distintas puertas metálicas al Reino Cerdo a unos kilómetros. Desde el frente, los Cerdos, que eran alrededor de 23; estaban armados con AR-15 y equipados con los uniformes antibalas de la S. I. P. (Seguridad Interna Porcina) especializados en la mismísima y exclusiva protección del Rey; apuntando con sus armas y exigiendo obediencia y tranquilidad.

Todo fue tan rápido, que nadie pudo pestañar ante la reacción ofensiva de los Mamíferos.

Todas las Aves se juntaron hombro con hombro, asustadas y temblando de miedo. Terense, quien también había asistido en la expedición a la Isla Cerdo, ante la amenaza imprevista, no tuvo mayor remedio que bajar la mirada en impotencia y total obediencia, siendo el único con mayor tranquilidad a la hora de subir sus alas a la altura de su pecho.

Chuck perdió el aliento, paralizado y en estado de lucidez estática; sin embargo, tuvo que reaccionar rápidamente para evitar algún accidente con su amigo Bomb, quien empezaba a tener un ataque de ansiedad, y la mecha sobre su cabeza estaba dando señales de alarma.

Sin embargo, alguien se le adelanto.

—Esta bien... Esta bien, todo esta bien. Bomb, respira como les enseñe.— Matilda, con un tono suave y leves palmadas en una de las alas del moreno, logro tranquilizarlo. —Inhala y exhala, pensamientos de paz; ve a tu lugar seguro Bomb, tu lugar seguro.—

—¡¡DIJE QUIETOS, OBEDEZCAN O ABRIREMOS FUEGO!!— Los rayos infrarrojos apuntaban directo a sus frentes, alas y piernas, justamente en signos de inmovilización y total aniquilación. — ¡¡ULTIMA ADVERTENCIA!!

Bomb dio un salto sobre si mismo cuando los rayos y las demás armas presentes se posaron sobre el; empezó a hiperventilarse y a estar a punto de estallar en una horrorosa explosión que en vez de beneficiarlos, sellarían sus propias vidas.

—¡¡Es-esperen!!Matilda grito, perdiendo levemente la compostura. —¡So-solo quiero clamarlo!, ¡¡No queremos-!!

—¡¡AVISO DE FUEGO ABIERTO, TRES...!!

Los pestillos de las armas fueron quitados, y los Cerdos presentes en la arena de la playa retrocedieron sin dejar de apuntar hacia el grupo de confundidas Aves.

—¡¡...DOS...!!Los Cerdos incrementaron el agarre sobre sus armas, dispuestos a soportar el golpe de impacto ante las eminentes ráfagas de balas.

Las respiraciones descendieron en un suspiro atónito, los corazones palpitaron lento, el viento ceso, la marea se paralizo; y todo el ambiente alrededor parecía detenerse ante una reacción chocante.

Te Odio Tanto CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora