El Manto de la Noche

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II

Aún en la inmensa oscuridad, el calor que abraza a su cuerpo, en su cómoda cama y con el estómago lleno. Se siente mal, solitario, sin ninguna forma de conciliar el bendito sueño.

Lenard se sentó en su cama, mirando hacia un punto muerto, algún lugar oscurecido de su amplia recamara real. El sonido constante del reloj le carcomía su paciencia, gruño en desagrado; de nuevo tenía insomnio. Acarició lentamente los costados de su cabeza, usando únicamente sus dedos corazón e índice, para calmar el resiente y punzante dolor de cabeza.

La alarma del despertador mostraba en grandes y amarillos números la 1:35 AM.

Retiro sus cobijas y se levanto del mueble, camino hasta el balcón y abrió totalmente las puertas de vidrio que mantenían el frío aire de la noche afuera, se abrazó así mismo al sentir el escalofrió expandirse en su cálido cuerpo, salió a su pequeño balcón, observando su isla y el mar más allá de las casas de sus súbditos.

La luna estaba brillando mas de lo usual, aun así, todo se veía recubierto de la tenue oscuridad, en el contraste de la débil luz del astro que le permitía observar las siluetas de algunas construcciones, no habían luces encendidas, después de todo, con el toque de queda que se había impuesto hace varios meses atrás, la costumbre del cese laboral aun permanecía en sus habitantes; el sonido gentil del mar en calma le era bastante de su agradado, sin tanto ajetreo citadino. Respiro profundamente, la sal del aire le hizo cosquillas en sus fosas nasales.

Tenía todo lo que quería.

Todo por lo que su abuelo y su padre lucharon por conseguir, después de tantos, y realmente, tantos años.

Tenía diversión sexual constante. Mucha.

Pero, sentía que faltaba algo o ¿Alguien?

Tuvo que morder su lengua para no soltar una sonora carcajada en la calma de la madrugada.

—Que estupidez estoy pensando. No necesito una pareja.— Su pequeña sonrisa se desvaneció al recordar un detalle. 

No era un Ser Inmortal, mucho menos un dios.

Él no viviría para siempre, en un dado momento moriría por la edad o por cualquier otro suceso. Que con todas sus acciones pasadas se esta convirtiendo mas en una gran posibilidad.

 —Tengo que buscar un sucesor O hacer uno.— Chasquido su lengua en desagradó.

Jamas le intereso eso tipo de relaciones, ¿Solo tener sexo con el único fin de procrear vida? ¿Donde estaba lo divertido en eso? ¿Donde esta lo placentero?

Es una molestia, tener por obligación como gobernante, buscar a toda costa un sucesor de sangre, que mantenga el linaje de su reinado... Lo que involucraría otra molestia mayor.

¿Casarse?

Gruño asqueado ante la desagradable idea.

¿Buscar una pareja, casarse y hacerla reina?

No es un imbécil, sabe que las hembras que mínimamente tienen un poco de belleza solo buscan tener el poder que el puesto de ''Reina'' les otorga, todas son una vanidosas; pero tampoco podría tener un sucesor bastardo. Debía ser bajo las leyes a los que esta sujeto.

Te Odio Tanto CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora