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Pese a que aquella llamarada me empezara a envolver, sentía como algo húmedo empezaba a aliviar mis quemaduras, notando que no era una simple sensación, me habían tirado una cantidad anormal de agua.

Aunque las primeras quemaduras seguían allí, simplemente apagaron lo demás, dejándome en el suelo con un dolor indescriptible.

Yendo mis manos a mi cuello instintivamente, curandome y haciendo que dejara de dar vueltas del dolor.

— ¿Te acabas de curar tú mismo? — Preguntó el niño, aún más sorprendido que antes. — ¿Tú no puedes hacerlo? — Cuestioné inocentemente, negando el.

—Jeongyeon, creo que es obvio que estás castigada— La autoridad presente habló, sacandonos a todos de en lo que estuviéramos.

—Eres la que más aspira al poder y la más terca también— Se fué acercando a mí. —Buen trabajo Minho— Se agachó, poniéndose a la par conmigo. —De hoy en adelante tú trabajo será quedarte aquí y servirle a estos dos— Miró a Jeongyeon. —Dejala a ella morir si es necesario, solo Minho podrá curarle cualquier cosa— Me dió la mano, ayudándome a levantarme.

—Antes de partir, necesito que tú hagas un par de pruebas— Sacó de un bolsillo trasero una especie de esfera transparente.

—No creo que llegues a tener ningún potencial ofensivo, pero todos tienen una afinidad de nacimiento a algo— Me dió aquella cosa.

—Cierra los ojos y piensa en algún elemento, pronto vendrá algo a tu cabeza— Señaló, obedeciendo. Cerrando los ojos y pensando en cualquier cosa, poco a poco viniendo una especie de ventarrón, explotando aquello en mi mano de un momento a otro.

—Sorprendente— Abrí los ojos, tanto para verla a ella viéndome curiosa y curarme con una mano la otra.

—Quizá puedas alcanzar la maestría elemental, aunque es una lástima que sea con el viento— Noté como todos la miraron sorprendidos.

—Acompañame solo tú— Empezó a caminar, siguiéndola como podía.

Parecíamos ir de regreso a la gran propiedad. —A partir de hoy necesitas un nombre, puedes escogerlo tú, y tú apellido será el de nosotros, Seele— Dijo, mirándola solo a ella.

—Tienes prohibido salir de la mansión y sus tierras— Añadió. —Tengo que irme por cuestiones políticas, pero me encargaré de que te eduquen profesores en distintas áreas, sabes hablar, al menos— Sin parar seguía hablando.

—Necesitarás ropa, tienes una mitad calcinada y la otra mojada, por suerte la de Minho al crecer te quedará perfecta— Paró, parando yo también pero con un paso de retraso.

—Tú único deber obligatorio es curar a quien lo necesite en toda la propiedad, exceptuando a Jeongyeon, mientras no salgas de la propiedad, puedes hacer lo que te plazca— Volteó a verme de lado. — ¿Te quedó claro? — Pidió confirmación, asintiendo.

Finalmente llegamos a la mansión, siendo algo intrincada por dentro, pero finalmente llegando a un cuarto con mucha ropa, cambiándome allí con un conjunto de tintes rojos y dorados.

Al salir, ya no estaba ella, estaba completamente solo, o al menos eso era lo que creía, ya que al dar un par de pasos, un hombre apareció de una habitación.

—Supongo que usted es el dueño de la nueva habitación — Miré a mi alrededor, siendo solo yo. Me indicó pasar por la puerta donde había salido, caminando y viendo una habitación con muchas cosas a comparación de donde había dormido antes.

—Tengo indicaciones de ser su mayordomo personal, si tiene alguna duda, puede pedirme cualquier cosa dentro de mi alcance— Indicó, yéndose.

Pasando ahora a donde iba a vivir, empezando a tocar y apreciar cada cosa más de cerca.

Luego de un buen rato, sentí como tocaron la puerta, yendo a abrirla, siendo un par de niños.

— ¡Te queda bien esa ropa! — Inmediatamente soltó Jihyo. —Puedes entrenar con ella, no se va a romper— Añadió Minho. —Mamá se fué hace un rato, no deberías de preocuparte por nada más ahora— Susurró un poco la niña mayor.

—Deberíamos practicar un poco y luego solo descansar— Propuso la mayor, siguiéndola ambos.

—Deberías evitar un poco a la otra, no le caes muy bien… — Susurró ahora el mayor. —No quiero estar cerca de ella tampoco— Respondí en el mismo tono.

—Quizá deberías practicar tu control del viento, aunque ella es buena con el fuego, algún día podrías desviar sus llamas sin solo avivarlas— Indicó, ya con un volumen más normal.

—No será necesario— Jihyo paró. —No va a necesitar defenderse mientras yo esté cerca— Dió la vuelta. —Ni de Jeongyeon, ni de mamá cuando la supere por fin— Se señaló orgullosamente.

—Aunque lo mejor es no acercarnos a Soojin— Volvió a voltearse y caminar. — ¿Quién es? — Pregunté curioso. —Su rival— Indicó Minho. —Nacieron a la vez, ambas tienen casi el mismo poder y se están peleando por la encarnación— Añadió, sin entender aquello último. — ¿Encarnación? — Cuestioné. — ¿No sabes lo que es? — Negué. Me miró extrañado, como si solo por nacer debería saber aquello.

—Las encarnaciones vienen de cientos de años, son unos espíritus primigenios, pueden elegir a un humano sobresaliente o la encarnación actual puede transferir la bendición a otro siempre y cuando sean compatibles— Explicó rápidamente.

—Nuestro rey lleva siendo la encarnación de la guerra por cincuenta años, y no parece transferir la bendición, así que está generación está peleándose por ver a quién elige el espíritu de la guerra— Miró a Jihyo. —Está entre ella y Soojin— Indicó, finalmente entendiendo el porqué no acercarnos a ella.

Kollision - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora