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Antes de que hiciera una estocada en mi dirección solté toda la energía elemental sin control, haciendo que todo se moviera al rededor.

Una vez que si puso su fuerza hacia delante, el calor y mi viento desvío su trayectoria un poco, lo suficiente para esquivarlo sin moverme y activar mi magia de auto potenciación y darle un golpe desde debajo, mandándola a volar sin romperme nada, mirando mi mano en consecuencia.

— ¡Vuela! — Escuché un grito desde arriba, me había olvidado de alguien.

Si bien, quizá estaba a veinte metros arriba, con su caída ambos íbamos a partirnos todo, y esa sensación no era algo que quisiera que ella tuviera.

Usé mi arma, desapareciendola y enviándola en su trayectoria de caída, cayendo el arma también, pero soportando su peso poco a poco.

Ayudándome lo suficiente para volar y sostenerla sin caer ambos disparados.

Una vez ambos en el suelo, además de curarla, empecé a ver mi mano. —Te subestimé— Vi como se sobaba un poco el área del golpe.

—Conozco tu magia, la explicó la profesora, cuando alguien conoce tu magia, los efectos del retroceso bajan mucho, nadie sabía que la tenias al principio, así que te rompió los huesos— Se le veía desanimada después de un combate de un segundo.

—Es magia de alto grado, ni mi escudo podría aguantar un puñetazo de esos— Se acercó Sumni con los otros dos sorprendidos.

—De por si es un hechizo de sangre, que alguien nazca con el es un regalo— Indicó. —Por algo las encarnaciones suelen tenerlo entre todas las habilidades divinas— Empezó a acercarse a Jihyo.

—Por suerte tienes tanto maná que te protegió del golpe y el te curó— Miró la zona del golpe. —Les das a alguno de nosotros con eso y lo matas al instante— Pasó a verme a mi.

—Y todo eso sin alcanzar el estado <Berserk> — Lo dijo con algo de miedo.

Parecía ser el único en desconocer eso. —Es cuando dejas el control de tu cuerpo a tu alma, forzando al cuerpo a superar sus límites y multiplicar su fuerza y velocidad por unos minutos, dejándote fuera de combate después por el cansancio extremo— Se enderezó.

—Todo tiene un precio, multiplicas tu fuerza pero también tu cansancio, es la última estrategia de cualquiera, si no ganas así, vas a perder al salir de ese estado— Procedió a respirar, empezando a salir fuego de ella, pero no del qué estaba acostumbrado.

A medida de que se intensificó el fuego a su alrededor, pese a haber sido el peor en detectar poder mágico, hasta yo podía sentir el incremento en ella. —Lo que estás viendo no es fuego— Dijo mientras aún iba subiendo la intencidad.

Luego de un par de segundos las llamas pasaron a ser de un completo blanco, además de no seguir la forma de moverse del fuego, solo lo parecía, pero no tenían relación.

—Es mi propia fuerza y mi poder mágico desbordado— De un momento a otro dejó de estar en ese estado, cayendo sentada.

—Necesito un par de minutos para recuperarme— Dijo acomodándose. —Lo normal es solo tener como mucho un nivel, pero las divinidades alcanzan dos, multiplicando aún más y con menos retroceso—  Iba diciendo con tanto cansancio que parecía dormirse.

—Cuando lo tenga ni tú vas a pararme— Dijo Jihyo queriendo nuevamente obviar el hecho de que le había ganado.

— ¿No lo vamos a tener ambos? — Pregunté, recordándole lo obvio. —Pero yo tendré la segunda fase— Me miró rápidamente y me dió la espalda, al parecer no era de buen perder, pero recordando lo que habíamos hablado, me alegraba ser fuerte y servir de algo.

—Será algo que no les enseñaré yo— Suspiró del cansancio. —Ya de por sí no hay mucho que te pueda enseñar yo, ya controlar hasta magia avanzada— Intentó levantarse pero no lo logró, ayudándola Minho y yo.

—Aprovecha mientras puedas a ganarle a Jihyo, cuando empiece se convierta en mujer te va a dar una paliza cada que pueda— Bromeó el hermano, siendo quizá la primera vez que alguien le ganaba.

—Solo tengo que ser lo suficientemente fuerte para acompañarla y curarla en combate— Dije mi propósito.

Noté como todos cambiaron de humor al decir aquello.

—Por lo menos nadie sabrá que puedes curar hasta que lo hagas— Dijo con pocas fuerzas Sumni.

— ¿No hay forma de ganarle a una divinidad siendo humano? — Pregunté por curiosidad, riéndose Minho.

—Hay una leyenda, pero tampoco fué un humano del todo el que le ganó a una— Finalmente habíamos llegado a la puerta de la mansión, sentándose Sumni en un escalón.

—Se dice que hace mucho, un hombre hizo un pacto con la muerte, muriendo pero igualando por unos minutos a la encarnación de la vida de la época— Iba diciendo aún recuperándose.

—Pero es solo una historia, es como la de la carpa y la cascada, es imposible igualarlas peleando en serio, la más fuerte no elegida a lo mucho era la mitad de fuerte que la divinidad más débil— Se recostó un poco en la estructura qué tenía a un lado.

—Y la muerte es solo una historia para asustar niños— Cerró los ojos al decir eso.

—Recibimos una carta de su futura invitada— Dijo una sin presencia aparente sirvienta de la mansión.

—Pronto concluirá mi enseñanza— Noté como parecía ahora triste. — ¿Van seis meses? — Preguntó Minho. —Siete ya— Le corrigió Sumni.

— ¿Quién es la que vendrá? — Pregunté yo. —Una vieja, muy muy vieja amiga— Volvió a suspirar.

Kollision - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora