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— ¿Por qué tienes las orejas así? — Pregunté al denotar la principal diferencia entre ella y Sumni.

—Así son las orejas de una elfa— Respondió, sonriendo y mirando a la que tenia a un lado. —Para no saber de los elfos significa que es muy especial— Río un poco, volviendo a verme.

—Le ganó a una futura deidad, si usara todo lo que conoce me mataría en segundos— Suspiró.

—Mágicamente hablando no siento casi nada de él— Se acercó a mi, ignorando a Jihyo, Jeongyeon y Minho.

—Solo conoce la magia de auto potenciacion— Se acercó también Sumni. —Interesante, la única que conozco que fué lo primero en conocer fué la encarnación de la vida— Se agachó, poniéndose a mi altura.

Cerró los ojos, pasando a mirar a Jihyo. —Ni aunque lo intente puedo ver tu aura— Se levantó otra vez, alejándose a paso de caminata.

—No te contengas, usa tu magia a toda potencia— Dijo haciendo señas de poca importancia aún dándome la espalda.

— ¡Nayeon! — Le llamó la atención Sumni. Esta solo me dedicó una mirada, siendo más que suficiente.

—Ya conozco que tienes la auto potenciacion, úsala en un pie para impulsarte y un brazo para golpearme— No solo sabía el conocimiento, también la fortaleza.

—Dale con toda tu fuerza— Me susurró una por lo visto celosa Jihyo.

Dejé salir todo el aire que podía manejar, dejando sin entender a la elfa parada delante.

Una vez dejé fluir el maná hacía mis extremidades, finalmente había cargado todo.

En cuestión de un pestañeo ya había dado el golpe. Nayeon no estaba, pero le había dado a algo.

—Lección número uno— Sentí un golpe en todo el estómago, sin cabida a reacción.

Inmediatamente me curé del golpe. —Diez elfos en su mejor estado pueden ganarle a una encarnación promedio— Explicó los mundos de distancia entre ambos.

—No soy la mejor usuaria de la potenciacion, pero sigues vivo pese a aguantar una patada de esas— Me miró intrigada.

En inclusive menos de un pestañeo, pese a estar a muchos metros delante de mi, ahora la tenía a un paso.

Aunque intenté echarme para atrás, iba a ser inútil. —Paremos— Tomó mi brazo derecho, aguantándome de caer por no saber reaccionar.

—No soy tan rápida— Me jaló, parándome firme otra vez. —Es una magia simple que hace que tu parpadeo dure un segundo, piensas que fué uno normal mientras te quedaste estático— Lo explicó, pasando a ver a Jihyo.

—Creo que estás muy mentalizada ya— Se agachó un poco, viéndola a la cara, asintiendo firme.

Le puso un dedo en su frente, empezando a incluso infligir presión a los trabajadores de la mansión, inclusive sintiéndolo yo.

Lo que hacía tiempo había hecho Sumni, lo estaba logrando Jihyo, y con creces.

Después de unos segundos, finalmente el fuego blanco se había materializado, pero aquella forza se estaba haciendo más ajustada a su cuerpo.

Quizá diez segundos después del inicio, finalmente había terminado, teniendo ahora una especie de forma de su cuerpo con su nueva forma.

—Es la primera vez que veo una forma así, habría supuesto que serias igual que los de la guerra— La miró de lado a lado Nayeon.

—Ahora tú— Se paró delante de Minho. —No te asustes si falla, los arcángeles por ser hombres tienen cuerpos menos resistentes a demasiado maná— Repitió lo mismo que con Jihyo, esta última desactivando su estado nuevo y cayendo sentada en el piso.

Mientras Minho empezó a materializar, antes de acabar, explotó, asustandonos todos, pero al ver que nadie estaba herido, volteamos a verlos, Nayeon habiendo suprimido el caos.

—Más que algo malo, significa que cuando crezcas un poco más, serás más poderoso que la media— Le dijo a un Minho muy herido, yendo a curarlo inmediatamente.

—Vaya, pensaba que era mentira, si puedes curar— Se arrodilló, viéndonos. —No solo eso, también puedes curar a otros arcángeles— Miraba muy de cerca mi mano en Minho.

—Para ser tan poderosa pasaste por alto que se curó después de que lo golpeaste— Se burló su amiga, viéndola asombrada.

—Discúlpame por lo que tengo que hacer— Volvió a mirarme, apuntando con un dedo, seguido de eso, sentí un golpe agudo en mi hombro, en dirección donde apuntó con el dedo.

Una vez en el piso, al volver a abrir mis ojos, noté a una Jihyo con su berserk activado delante de mi. —Hazle algo más y te mato— Mientras me estaba curando, le dió un ultimátum.

—No me puedo defender de ti aunque quiera, solo necesitaba comprobar que puede curarse— Me miró de lado mientras me sentaba y comprobaba mi hombro.

—Los elfos tenemos un castigo celestial, no podemos defendernos de ningún ataque de una divinidad, por muy mínimo que sea la energía del espíritu— Alzó sus manos.

Me levanté, poniéndole la mano en el hombro a Jihyo, indicándole que todo estaba bien en ese momento, deshaciendo su estado otra vez, apoyándola en su caída al piso.

—Ahora tú— Pasó con Jeongyeon. Desencadenando su nuevo estado, siendo muy parecido al de Jihyo, pero sus llamas tenían un efecto de llamas aún.

—Tengo curiosidad del como será el tuyo— Se acercó a mi. —Si no conoces de los elfos tampoco del bersek— Me puso el dedo en la frente, pero no sentí nada.

—El estado berserk consiste en dejar que tu alma tenga control entero, dejando de lado la fatiga, el retroceso y falta de maná, eso sí, multiplicas tus capacidades, pero luego todo aquello te pega de golpe— Explicó, sintiendo como estaba rompiendo algo dentro de mi.

—Si usas cinco minutos todas tus capacidades en el berserk, luego el cansancio será un multiplicador de las veces que seas más fuerte en ese estado— Luego de romper aquello dentro de mi, sentí una corriente fría desde la punta de su dedo.

—No me siento bien… — Bajé mi vista, sintiendo unos brazos arropando mi estomago.

Kollision - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora