Dulce Mentira Navideña

12 | Beneficios personales

25 de enero

Acomodo los tirantes de mi vestido frente al espejo del baño y compruebo el maquillaje sutil por última vez.

El vestido dorado de tela brillosa que he elegido, llega hasta el suelo pero tiene un corte en la pierna que llega hasta lo alto de mi muslo. El escote en v de mi cuello deja al descubierto bastante piel y elijo acompañarlo con el colgante que Jamie me ha regalado. Mientras que unos aretes colgantes adornan mis orejas. Gracias al peinado recogido que me he hecho, se lucen a la perfección, haciendo que, en conjunto con mi cuello, sean los protagonistas principales del look.

El ruido de mis tacones contra el suelo, queda ahogado cuando piso la alfombra de la habitación y voy en busca de mi pequeño bolso de mano. Jamie se encuentra abajo, esperando por mi. Dije que pronto estaría lista, entonces amenazó con venir a buscarme y llevarme obligada, así no estuviera lista, si tardaba demasiado.

Hoy estoy mucho mejor que anoche. Hablar con Jamie calmó un poco mi mente, hasta que finalmente me dormí mientras él dejaba caricias en mi cabello.

Le hice caso y dejé de pensar un poco en algo que no tendrá lugar hasta dentro de semanas, por lo que volverme loca tan temprano, solo lograría empeorar la situación. Creí que sería algo que resultaría más complicado de lograr, pero estando aquí, rodeada de gente que todo el tiempo se interesa en sacar temas de conversación agradables, lo hizo más sencillo.

Apenas desperté y bajé a desayunar, Jamie me llevó aparte para decirme que ya había recibido el informe. Dijo que Christian se encontraba sorprendentemente limpio, salvo por un viejo informe de arresto de cuando estaba en la universidad, por fumar marihuana en una fiesta de fraternidad. No mentiré, me alivió enterarme que no trabajo con un pervertido, aunque eso no borrará la incomodidad de volver a trabajar con él.

Sobre Laurie y Eva, no puedo decir que haya ocurrido algo más. Durante todo el día de hoy, solo las crucé en el almuerzo. Durante toda la mañana ambas estuvieron fuera haciendo cosas que realmente no me interesé en descubrir qué eran. Luego de almorzar, pasé un rato charlando con la abuela de Jamie y, poco después, regresé aquí para comenzar a prepararme y así es como transcurrió el día.

Bajo lentamente de las escaleras, con cuidado de no tropezar, agarrándome fuertemente del barandal. Cuando llego al final, camino por el pasillo que ya conozco, hasta llegar a la sala. En donde Jamie está sentado en uno de los sillones, junto con sus abuelos y Derek.

El ruido de mis tacones me delata, pero por el lugar en donde se encuentra sentada, Tibeth es la primera en verme y una sonrisa cruza sus labios.

Jamie se levanta del lugar en el sillón y viene a mi encuentro.

—Tú de verdad te esforzaste en estar guapo hoy —le digo y sonrío cuando no responde nada y solo se encarga de entrelazar los dedos de nuestras manos.

Creo que Jamie es tan introvertido que no sabe recibir cumplidos o cómo reaccionar a ellos.

Lo que he dicho no es más que una completa mentira, no porque no se encuentre apuesto, sino porque nunca debe esforzarse por ello. Él es hermoso todo el tiempo, apenas se levanta, malhumorado -es decir, siempre-, informal, vestido de etiqueta y aunque no lo intente, siempre se ve bien.

Pero no creo que hermoso pueda ser un adjetivo lo suficientemente abarcativo para describir cómo luce Jamie en esta noche en particular. Está más que deslumbrante para las palabras. Nada de lo que pudiera decir sobre él sería suficiente.

El traje negro que lleva puesto, debería ser lo bastante común y ordinario como para hacerlo lucir como a cualquier ser humano mortal de la especie masculina. Solo que el porte con el que Jamie lleva las prendas, lo hacen ver nada menos que elegante. Cada pieza del Tom Ford se adapta a su cuerpo de maneras en las que a nadie podría lucirle tan bien.