24 | Las prioridades del desorden

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24 de marzo

Mi celebración de cumpleaños comienza de manera desastrosa. Quizás fueron pequeñas señales enviadas por el universo en un intento por advertirme, pero mentiría si dijera que esta es una de las fechas del año que más disfruto y, la idea de cancelar todo, ni siquiera sería una opción bajo ningún concepto de vida o muerte.

En primer lugar los vasos plásticos que había comprado para esta noche en particular, desaparecieron como por arte de magia de mi apartamento. Los busqué incluso debajo de mi cama, por si a Chester se le hubiera ocurrido robarlos de la alacena más alta y llevarlos a mi habitación, como si eso fuera a ocurrir, es demasiado perezoso. Para cuando el resultado de mi búsqueda tuvo resultados negativos, casi tuve un ataque de locura, porque ya no tenía tiempo de ir a comprar otros, no cuando todavía debía bañarme y alistarme por completo.

Para completar mi lista de cosas que ya comenzaban a salir mal, me había retrasado en el trabajo, ya que a mi jefe se le ocurrió que debíamos dejar listo un informe extra para el lunes.

Entonces fue cuando Ivy acudió en mi ayuda y dijo que compraría nuevos vasos de camino hacia aquí. Ella y Callie vendrían más tarde para ayudarme a acomodarlo todo.

Cuando mis amigas finalmente llegaron con los vasos, creí que todo estaba solucionado. Creí. Ese solo era el comienzo de una larga noche.

En un principio a Callie se le cayó accidentalmente una botella de ginebra que se hizo añicos justo en el momento exacto en el que Marco y Sky tocaron el timbre anunciando su llegada. Un comentario que, a mi parecer, no fue para tanto, desató el enojo de Callie que ya se sentía demasiado culpable por lo de la bebida.

«—¿Beber del suelo es una de tus normas de cumpleaños? —preguntó Marco al entrar en la sala— Medidas bastante peculiares y antihigiénicas, también peligrosas si pensamos en la posibilidad de tragarte un vidrio —dijo moviendo uno de los cristales con su pie.

Callie, quien estaba tratando de trapear y juntar todos los vidrios desperdigados, levantó la cabeza al oírlo y en ese instante supe que no le había agradado el comentario.

—Tus chistes no son para nada graciosos —le dijo, menos agresiva de lo que pensé, quizás recordando la promesa que me había hecho en la que no causaría conflictos.

Las cejas de Marco se alzaron en sorpresa, pero no respondió.

—¿Quieres que te ayude con eso? —preguntó Sky a Callie mientras se quitaba el abrigo.

—No —respondió mi amiga—, puedo con esto.

Por supuesto, una de las características de Callie era que nunca se dejaba ayudar en absolutamente nada, como si quisiera demostrarle al mundo que ella podía con todo. Incluso si solo se trataba de trapear ginebra del suelo.»

Luego del primer encuentro, Callie se mantuvo lo suficientemente alejada de Marco y de las botellas de vidrio. Para mi buena fortuna, los conflictos que tanto temí, no se habían producido hasta ahora y, si todo continuaba de esta forma, entonces nada tenía que ocurrir.

Cierro la puerta detrás de Ferdinand, el último de mis amigos del laboratorio en llegar y examino la hora en mi celular.

8:50 pm.

Los invitados estaban citados aquí para las ocho de la noche, algo que no esperé que cumplieran con puntualidad, ya que el horario era solo una formalidad. Podían llegar a la hora que quisiera. Pero lo que sí me sorprendió fue la demora de una de las personas que más estaba esperando.

Jamie es puntual incluso para tomar su desayuno, un retraso de cincuenta minutos para mi cumpleaños definitivamente era algo preocupante, mucho más porque ninguno de los mensajes que envié han recibido respuesta alguna de su parte.

Dulce Mentira NavideñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora