IV

1.3K 128 10
                                    

🌹




100%

Canela.

Polvo de tiza.

Limón.

Los olores asaltaron la nariz de Beelzebub mientras recuperaba la consciencia, frescos, limpios y saludables, y aspiró ansiosamente mientras trataba de reemplazar el nauseabundo olor a vómito, bilis y sudor de sus maltratados senos nasales con las nuevas fragancias.

Nuevas y exquisitas fragancias.

Canela, persistente, cálida y dulzona. Una taza de té con leche y canela antes de dormir, servida por manos grandes y firmes, pero tan, tan, suaves.

Polvo de tiza, que cosquillea en la punta de su nariz. Producto de horas, horas, de escribir, borrar, y volver a repetir, todo bajo la mirada atenta y traslucida.

Limón, fresco y cítrico. La esencia de un cabello correctamente peinado, brillante y sedoso, que inspiraba a quién lo viera a querer acariciarlo con sus dedos.

Nikola.

Dulce, dulce, Nikola Tesla.

Beelzebub gimió, cada músculo temblando, mientras la imagen del hijo de la luz se formaba en su cabeza. Ojos brillantes, hermosa sonrisa y un olor celestial.

Nikola, Nikola, Nikola.

Sus manos se retorcieron en las gruesas ataduras, desesperadas por tocar, tocar y tocar, por alcanzar la suave seda de la piel del croata, aunque fuera una ilusión, porque lo ha extrañado tanto, y aceptará cualquier cosa que su confusa mente este dispuesta a darle.

Sangre vieja cubre sus muñecas, siendo reemplazada rápidamente por sangre fresca que escurrió como riachuelos viscosos mientras luchaba por liberarse.

—Beel...

El Señor de las Moscas se sobresaltó. La voz era tan clara, atravesando el incesante zumbido producto de las vibraciones y los brutales latidos de su corazón. Por un momento dividió el ruido tan perfectamente que todo lo demás se desvaneció en el silencio, antes de regresar lentamente como una marea oceánica lamiendo la playa.

—Beelzebub, soy yo. Nikola. ¿Me escuchas, Beel?

Nikola, Nikola, Nikola. Piel tersa, pura y sin imperfecciones. Labios suaves de color cereza. Ojos aguamarina, similares a la piedra precisa, brillantes y gentiles. Cabello chocolate que enmarca su bello rostro. Cintura pequeña, caderas anchas y grandes pectorales firmes.

—¿Ni... Nikola? —se atragantó. Pura agonía al hablar. Tenía la garganta cubierta de polvo de vidrio, con los labios agrietados y la lengua como si hubiese tragado un trozo de algodón.

Entonces aparece delante suyo como un espejismo, como un ángel que vino a darle el último pésame antes de que su alma ascendiera a la tierra dónde no hay retorno. Excepto que Beelzebub es la clase de demonio al cual los ángeles tienen prohibido acercarse, y es imposible que él estuviera ahí, porque el señor Hades se encargaría de eso.

Aún así, una luz blanca, ardiente y cegadora, contrasta sobre las sombras negras. La forma de Nikola es borrosa, pero si se esforzaba a enfocar sus ojos podía distinguir la suave curva de sus mejillas, cubiertas por marcas de lágrimas secas.

El científico se acomodó en el borde del colchón junto al demonio dual, y Beelzebub le dio la bienvenida a la hermosa vista de su encantador rostro, enmarcado perfectamente con una cegadora luz blanca que la rodeaba como un halo.

Finalmente, había caído en la completa locura.

—Oh, Beel —murmuró el croata, y Beelzebub escuchó la tristeza cruda en su voz—. ¿Por qué no me dijiste por lo que estabas pasando?

El demonio quiere pedirle que no llore; que lo que menos desea presenciar en su final son sus lágrimas. Pero su voz no funciona, y antes de que pudiera pensar en otra forma de comunicarse, siente que otra descarga de energía se prepara para explotar. No había manera de advertirle a Nikola, y Beelzebub se arqueó lejos de la cama con un rugido estrangulado, sintiéndose por primera vez en semanas no sólo impotente, sino también asustado por lo que podía pasar.

Las sombras brotaron de su cuerpo, sin que pudiera hacer nada para detenerlas, envolviendo al Hijo de la Luz en un capullo de oscuridad.

S malo ljubavi ---beelniko/satanikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora