S malo ljubavi ---beelniko/sataniko

II

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—¿Quería verme, señor Hades?

Hades se encuentra de pie junto a la ventana de su oficina, contemplando el paisaje airado del Helheim. Es un día tranquilo, con sólo unas cuantas almas deambulando, el calor del inframundo es mitigado por una suave brisa, agradable y cálida. Hay un constante murmullo en su castillo, fuera de el, cada ser haciendo su trabajo y viviendo el día a día con total normalidad.

Apretó el puño con frustración, soltándolo lentamente mientras se volvía hacia su invitado.

—Gracias por venir, Tesla —dijo el dios—. Por favor, toma asiento.

El científico de la humanidad le dio al rey del Helheim una mirada de expectación mientras se sentó en una de las sillas en el lado opuesto del gran escritorio—. ¿Está todo bien, señor? —preguntó—. Perdoné mi atrevimiento, pero no suele pedirme verlo a menos que este acompañando a Qin o Beelzebub. Gran fue mi sorpresa cuando cito una reunión privada. ¿Ha pasado algo?

Hades no pudo evitar embozar una rápida sonrisa ante la perspicacia del humano, que no duro mucho tiempo antes de sentarse y apoyar los codos sobre su escritorio, entrelazando los dedos de ambas manos—. No debes disculparte por nada, fui yo quién te llamo sin aviso previo. Necesito hablar de un asunto urgente contigo, Tesla.

—Por favor, llámeme Nikola —pidió el croata, haciendo un ademan con la mano para que el dios continué.

—Nikola, iré directo al punto, ¿qué es lo que sabes acerca de la maldición de Satanás?

El humano se llevó un dedo enguantado a la barbilla, pensativo—. Beelzebub me ha contado todo. También he leído los textos que especulan sobre Satanás. Es impresionante como nadie tiene algún registro de él —los ojos aguamarina de Nikola brillaron con entusiasmo—. Puede imaginarse lo feliz que me hizo Beel cuando pidió mi colaboración para encontrar una forma de suprimir la maldición, han pasado meses, pero hemos tenido resultados maravillosos.

—Por supuesto, son excepcionales. Me complace saber lo mucho que se han acercado. Tú y Beelzebub hacen un gran equipo, nunca lo he escuchado hablar tan bien de alguien —Hades suspiró, sintiéndose de repente muy, muy cansado—. Has iluminado el mundo de Beelzebub desde el primer momento, eso es lo verdaderamente maravilloso.

Nikola se sonrojo, un bonito rubor rosa cubriendo sus mejillas—. Me halaga saber que piensa eso de mi, señor Hades. Pero aún falta un gran camino por recorrer.

—Lamentablemente, tendremos que recortar ese camino.

—¿Qué quiere decir con eso, señor? —Nikola arqueó una ceja. Sintiéndose todavía perdido con respecto al rumbo de la conversación.

Hades llevó las manos a su regazo, mirando las puntas de sus zapatos—. La maldición de Satanás ha mutado —dijo en voz baja, un susurro apenas audible.

El croata parpadeó, un desagradable peso formándose en la boca de su estomago—. ¿Qu- qué? —logró articular, su propia voz sonando distante para sus oídos.

—Estoy seguro de que habrás notado la reciente ausencia de Beelzebub — comenzó la deidad, levantando la cabeza para mirar a Nikola de frente, sus ojos lavanda brillando con frialdad—. Es mentira que se fue a realizar un trabajo para mi. Tuve que hacer circular esa versión para no levantar sospechas, sobretodo a ti, Nikola —explicó, notando el creciente estado de preocupación del científico—. Beelzebub me pidió específicamente que no te contará nada, porque no quería asustarte. Cumplí con mi palabra porque Beel es un amigo al cual apreció mucho, pero es por esa misma razón que no puedo seguir ignorando lo que esta pasando.