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No hubo dolor.
Nikola había peleado con Beelzebub en el Ragnarok, por lo que conocía la fuerza del demonio dual. Pero esto era... diferente. No sé sintió como un ataque. La oscuridad lo envolvió como si se tratará de una manta, abrazándolo suavemente, danzando a su alrededor. Nada como lo que hubiese visto antes.
Nikola estaba acostumbrado a trabajar con corrientes eléctricas, y había tenido una considerable cantidad de descargas a lo largo de su vida, y la oscuridad de Beel le recordaba a la estática recorriendo su cuerpo. Levantó una mano y observó con asombro cómo la vibrante neblina se arremolinaba entre sus dedos, el zumbido en sus oído era molesto, pero no dañino.
¿Así se sentía Beelzebub usando su poder? ¿Tener, literal y figurativamente, al alcance de su mano algo tan destructivo, pero tan... agradable? ¿Era correcto considerarlo así?
Tenía que asegurarse de recordar la sensación para investigarla luego.
El capullo sombrío se retiró tan rápido como lo había envuelto, y el demonio a su lado gimió de alivio. Nikola volvió su atención hacia él, con el ceño fruncido por la preocupación. Beelzebub se veía horrible. Tenía los labios agrietados, la boca manchada de sangre y vómito. Rayas negras de carne quemada decoraban su cuerpo, el tatuaje de Lilith vulgarmente oculto tras un gran moretón, y se dio cuenta de cómo pudieron crearse las heridas.
Su propia fuerza se había vuelto en contra suyo.
Las sombras que envolvían el cuerpo de Beel se separaron de él otra vez y persiguieron la muñeca de Nikola para aferrarse a ella; se sintió un poco como sumergir su mano en un charco de agua tibia. Lo anotaría en su libreta más tarde. Por ahora, el croata apoyó la mano en el pecho del Señor de las Moscas.
Beelzebub saltó cuando lo tocó, jadeando suavemente.
—¡Lo lamento! —susurró, retirando su mano rápidamente—. Lo siento, no quise lastimarte.
El demonio dual lo miró fijamente, aunque Nikola ahora podía confirmar con bastante certeza de que él realmente no podía verlo. No había pestañeado ni una vez desde que había entrado, exceptuando cuando el dolor lo obligó a cerrar los ojos. Sus ojos se veían nublados y secos, el morado fundiéndose con el rojo mostrando un triste tono cobrizo.
—¿Puedo... tocarte? —preguntó suavemente.
Beelzebub no respondió, pero Nikola supuso que si realmente estuviera en contra, habría encontrado alguna manera de hacerse entender. De todos modos, su trabajo era ayudarlo de una u otra manera, tenía que tocarlo, así que el punto era indiscutible.
—Seré muy amable —prometió Nikola, acercándose al demonio lentamente, como si estuviera hablando con un cachorro asustadizo—. Si te lastimo, házmelo saber, ¿de acuerdo? No quiero hacerte daño, Beel.
Su mano volvió a adentrarse en el capullo sombrío y se posó en la delgada mejilla. La piel se sentía seca como el papel, y el croata se preguntó cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había tomado un trago de agua. A juzgar por sus labios quebradizos, debe haber sido un tiempo.
—¿Te gustaría algo de beber, Beel? —preguntó suavemente, consiguiendo que sus ojos se abrieran y tratará de levantar la cabeza—. No, non, nem, nien, esta bien... no te muevas. Te traeré un poco de agua, ¿de acuerdo? Quédate quieto.
La cabaña estaba sorprendentemente bien equipada, con una variedad de productos no perecederos enlatados y almacenados, así como una bomba de agua que extraía agua dulce del río cercano y la sometía a un proceso de purificación. Nikola llenó un vaso grande con agua fría de la bomba y lo llevó de regreso a la cama, sintiendo la condensación que se formaba bajo sus dedos.
—Aquí tienes —lo tranquilizó, deslizando una mano debajo de su cabeza y usando la otra para llevar el vaso a sus labios.
Beelzebub luchó por levantar la cabeza hasta que Nikola pudo verter el contenido del vaso en su boca completamente seca.
Pero tal y como había sucedido los últimos días, el agua golpeó la barrera oscura que encerraba el cuerpo del Señor de las Moscas y se convirtió en vapor.
El sonido que hizo Beelzebub fue desgarrador: frustración, desesperación, dolor. Se abalanzó sobre el agua, derramando una gran cantidad del vaso sobre su rostro y pecho. Como antes, se evaporó instantáneamente. El demonio gimió y se desplomó sobre la cama, sacudiendo la cabeza.
Nikola frunció el ceño con preocupación—. Nien, no hagas eso. No te rindas así. Necesitas agua, Beel. Tiene que haber una manera. Si puedo tocarte, entonces tiene que haber una manera de-
Nikola hizo una pausa. Él podía tocarlo. La barrera que lo rodeaba, que impedía que algo tan básico como el agua se acercara a su piel, no funcionaba ante su toque. No había dolor, ninguna molestia en absoluto. Al contrario que con el demonio dual, no era dañino para él, las vibraciones se arremolinaban alrededor de su piel produciéndole cosquillas, no lo lastimaban.
Era un hecho sorprendente. Y Nikola debía aprovechar la oportunidad que se le presentaba y llevar a cabo su nueva hipótesis.
Sumergiendo dos dedos de su mano descubierta en el vaso de agua, Nikola los llevó suavemente a los labios ajenos, frotando la humedad sobre la piel seca y agrietada.
Beelzebub jadeó, poniéndose rígido en estado de shock.
—Q.E.D —asintió Nikola, sintiendo la satisfactoria emoción de victoria recorrer su cuerpo—. Puedo hacer esto por ti, Beel, vas a estar bien. Todo estará bien.
Repitió la acción unas cuantas veces más, mojando sus dedos y frotándolos en los pálidos labios. Por tercera vez, Beelzebub estaba atrapando sus dedos en su boca, chupando desesperadamente la humedad de sus dígitos. Podría haber sido sexual en cualquier otra situación, Qin seguro lo haría notar con descaro, pero Nikola ignoró el pensamiento mientras le daba con paciencia lo que el demonio necesitaba tan urgentemente.
Eventualmente, Beelzebub dejó de chupar frenéticamente el agua de sus dedos y se conformó con dejar que Nikola descansara su índice y mayor en su boca, permitiendo que gotas de agua fresca rodaran sobre su lengua reseca. Lo peor de su sed había sido saciado, pero el científico sabía que no era suficiente. Tenía que encontrar alguna otra forma de compartirle más agua; mayor cantidad que unas pocas gotas a la vez, saciar su sed antes de tratar de conversar con él.
—Voy a buscar más agua, ¿de acuerdo? —murmuró—. Vuelvo enseguida. No tienes por qué preocuparte. No me iré por mucho tiempo.
El Señor de las Moscas gimió cuando el humano retiró los dedos de su boca y su cabeza se inclinó hacía adelante para retenerlos el mayor tiempo posible.
—Tranquilo, Beel, confía en mi. Lo estas haciendo muy bien, sigue así, ya vuelvo —Nikola se inclinó hacia adelante y le dio un casto beso en la frente antes de levantarse y regresar a la bomba de agua para volver a llenar su vaso.
A medio camino de regreso a la cama se congeló. El croata miró el vaso fijamente, un plan infalible constituyéndose en su mente. Tocó sus labios, mirando a Beelzebub retorciéndose en la cama.
Nikola sonrió.
Ya sabía qué hacer.
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S malo ljubavi ---beelniko/sataniko
Fanfiction⁀➷ Con un poco de amor, se logran resultados extraordinarios. Beelzebub se ve afectado por la maldición de Satanás de una forma nunca antes vista. Y cuándo trata de solucionarlo por sus propias manos, Nikola decide que no, non, nem, nien; no es algo...