IX

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El hombro de Nikola late con fuerza. Sabe que si inclina un poco la cabeza para mirar donde Satanás lo ha mordido, encontraría una herida brutal y sangrienta.

Se obligó a abrir los ojos, sus manos agarrando los bíceps del demonio mientras trata de mantener el equilibrio. Satanás lo mira fijamente, el poco blanco de sus ojos completamente ensangrentado. Hay sangre en sus labios. Dándole la apariencia de un animal salvaje.

'Nien'. Piensa Nikola, frunciendo el ceño. 'De un demonio'.

—San... —susurró Nikola temblorosamente, levantando una mano para tocar su mejilla.

Satanás sacudió la cabeza, apartando su mano de un golpe, y abalazandose sobre él. Nikola chilló sorprendido cuando el demonio lo empujó de regreso a la cama, cómo si su considerable diferencia de estatura no fuera ningún impedimento, con su boca sellada sobre la de él, hambrienta y anhelante. Una de sus anchas manos agarró su camisa rasgada y se la quitó de los hombros, dejando al descubierto su pecho. Nikola soltó un grito ahogado, lo que le dio la oportunidad de empujar su lengua dentro de su boca, recorriendo ansiosamente sus dientes.

El Hijo de la Luz empujó débilmente los hombros ajenos, su pánico instintivo combatiendo con la oleada de excitación que lo atravesó cuando Satanás palmeó sus pectorales con una mano áspera y callosa.

Acompañado de una exclamación, Nikola logró apartar su boca de la de Satanás—. ¡Satan! ¡Detente! ¡Detén esto ahora mismo! —el humano empujó el cuerpo que estaba sobre él, una, dos, tres veces, logrando apartarlo lo suficiente como para poder salir de la cama. Su ropa hecha jirones se desplomó alrededor de sus caderas y cayó en un charco andrajoso en el suelo, alrededor de sus pies.

Nikola ignoró su leve desnudez mientras miraba al gruñente demonio, agachado en la cama en posición de ataque. Satanás parecía listo para saltar, cada uno de sus músculos tensos. Sus ojos arruinados estaban fijos en él, sin pestañear a pesar de los segundos. La oscuridad que vibró alrededor de su cuerpo se expandió, rompiéndose con furia.

'Así que esta es la verdadera presencia del rey demonio'.

Nikola no se atrevió a apartar la mirada de él, sabiendo instintivamente que aprovecharía la más mínima oportunidad para lanzarse encima suyo de nuevo. Aunque la evidencia estaba a su favor, Satanás no había comido en días, apenas había bebido, Nikola sabe que no sería rival para la entidad si todo este asunto se convertía a una pelea.

No sería como en el Ragnarok, no contaba con Göndull de su lado, ni se enfrentaría a Beelzebub, quien había llegado a respetarlo durante la batalla, tendría que luchar solo contra Satanás, un ser de instinto puro y una necesidad insaciable. Un demonio cuyo impulso primario de poseer apuntaba directamente hacía él.

De acuerdo. Bien. Esto no era lo ideal, pero en el momento en que cruzó la puerta de la cabaña, Nilola sabía que era lo que se había inscrito para hacer, y no consistía en una tarea fácil.

Armándose de valor, Nikola enderezó la columna vertebral, acomodo la mano y le dio un puñetazo tan fuerte como pudo en la cara. Tal y cómo Leónidas se lo había enseñado.

No, non, nem, ¡NIEN!gritó—. Lamento mucho llegar a tales extremos, San, pero ¡esto! —hizo un gesto hacia su ropa arruinada y la marca de mordisco ensangrentado en su hombro—. ¡No es un comportamiento apropiado! Ser un demonio no es ninguna excusa. ¡No me mires con esos ojos! No voy a permitir otra acción del mismo tipo, ¿entendido? Forzarme es un gran nuh-uh —Nikola crujió sus nudillos y giró el cuello antes de plantar las manos en las caderas y mirar al azabache con firmeza—. ¿Te vas a comportar? —preguntó una vez que terminó el regaño, su voz dulce como la miel—. ¿O tendré que enseñarte modales?

Satanás lo miró boquiabierto, con una mano en la mejilla donde el humano lo había golpeado, la otra plantada en la cama. El capullo oscuro que resplandece alrededor del cuerpo de Nikola cruje en los bordes ahora, rompiéndose como una bandera en un huracán.

—... ¿Nikola? —dijo el deminio, con la voz áspera pero menos grave.

—Ah, ahí estas. Hola de nuevo, Beel —tarareó el científico de la humanidad—. Muy bien. Satanás, sí me estas escuchando, quiero que entiendas que a las personas no les gusta que las maltraten como carne cruda, nadie lo hace. Espero que no vuelvas a cometer algo semejante, ¿está bien? —Nikola chasqueó los dedos— Beel, ven aquí un momento.

Sin pensar o cuestionar la escena anterior, Beelzebub se acercó al borde de la cama y se arrodilló frente a él.

—Eres tan buen chico, Beel —elogió Nikola, descansando una mano gentil sobre su cabeza y pasando sus dedos por cabello azabache— ¿Ves, San? Lo correcto es ser amable y educado.

El olor de Nikila llenó la nariz del demonio, y Satanás, Nikola supo inmediatamente que era él, inclinó la cabeza para mordisquear su muñeca, ansioso por saborear la sangre que bombeaba a través de las venas que se escondían justo debajo de la superficie.

¡Nien! —la mano en su cabello se tensó y Satanás siseó de dolor cuando el croata tiró de su cabeza hacia atrás—. ¿No fui claro, San? Si quieres que te traten con respecto, debes respetar al otro.

—Hueles tan bien —logró murmurar, dejando que sus ojos se cerraran cuando la mano que él tenía en su cabello se soltó—. Quiero comerte, Nikola. Quiero probarte.

Nikola se sonrojo suavemente, sus dedos masajeando tiernamente el cuero cabelludo—. Y se supone que el demonio de la gula es Beel. Entiendo que estarás hambriento, San, no vamos hacer nada de lo que estas pensando, no ahora, pero podemos arreglarlo de otra manera.

Su mano se deslizó de su cabello. Que le quitaran el consuelo de su toque tan repentinamente fue una agonía, y Satanás se estremeció, gimoteando ante la pérdida y persiguiendo el calor ajeno.

Un cálido manto de canela lo envolvió cuando Nikola se inclinó para besar su cabeza—. Vuelvo enseguida —lo tranquilizó—. Aún hay mucho que hacer.

S malo ljubavi ---beelniko/satanikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora