Agobiado por una semana de estudio y trabajo lo único quería era comer algo y descansar, olvidarme de lo que me rodeaba en ese momento. Parecía que mi plan nocturno iba de maravilla hasta que el teléfono interrumpió mis planes. Pensé en no contestar, pero pensaba que podía ser algo importante. Al levantar el auricular, la voz cálida de mi padre se dejó escuchar. Me alegré de escuchar su voz, hace casi dos semanas que no hablaba con él. Pero mi felicidad duró poco, la noticia borró la sonrisa de mi rostro: mi tío se casaría con Zoe dentro de dos meses.
A ella la había conocido cuando era más pequeño, cuando aún vivía en Santiago, debo haber tenido unos 15 años. Ella y mi tío recién comenzaban una relación, era evidente su diferencia de edad. Ella era una chica joven, llena de vida, hermosa. Desde que la conocí comencé a fantasear con ella, para mí era la mujer madura, con un cuerpo que podría causar un infarto y que no se podía comparar en nada con las chicas de mi edad, que recién comenzaban a desarrollarse. Ella, la mujer de los sueños de cualquier hombre, al lado del aburrido de mi tío y qué más quedaba para mí: fantasías, nada más.
Siempre tuve la esperanza de que ellos dejaran su relación, que por alguna infidelidad de ella o de él esa farsa se terminara. Pero, pero lo visto, no hay farsa, realmente se aman, llevan ya algunos años juntos y su relación ha sido perfecta, por lo que sé.
Cuando vine a Argentina, decidí cuidarme, cambiar mi apariencia de chiquillo desnutrido. Me rodeé de mujeres hermosas, buscando que alguna de ellas quitara la imagen perfecta que tenía de Zoe. Pero sentía que ninguna, ninguna de ellas podía ser tan buena para mí como la pareja de mi tío. Cada día observaba las fotografías que mi tío subía con ella, imaginando que era yo quien estaba a su lado. Pero no, nunca fui yo. Había dos fotos en particular que adoraba y que las imprimí para tenerlas conmigo siempre. Las coloqué en la pared de mi habitación para fantasear. En una salía solo su rostro, sus hermosos ojos y sonrisa, como si me estuviera viendo e invitándome a besarla. La otra era una foto de ella en piscina, con un bikini de color amarillo y su cuerpo bronceado, la chica perfecta para acompañar mis noches de soledad en Argentina.
Al recibir esta noticia, en vez de que el corazón se me partiera en dos y decidiera olvidar mi loca fantasía adolescente, decidí ponerme a trabajar duro, juntar dinero para poder viajar y si estaba en mí, poder impedir que hiciera esa locura. Estaba contra el tiempo, en dos meses sería muy difícil revertir la situación y lo único que pude hacer fue llegar un par de días antes del matrimonio.
No tenía ningún plan, quería con todas mis fuerzas que fuera mía por una única vez, con eso tal vez esa obsesión se apartaría de mí, me dejaría vivir tranquilo, sabiendo que una vez la poseí, me perteneció y vibró en mis brazos, que la llené de placer y ella a mí. Pero parecía que nada estaba a mi favor.
Al llegar ella ya no estaba. Pensé en ir a su despedida de soltera y hacerme pasar por uno de los bailarines, pero luego sus amigas me verían en la boda. No, era demasiado arriesgado. Aunque cometería cualquier locura con tal de tenerla, al menos una vez. Valía la pena arriesgarse por ella.
Mi tío se marchó a su despedida de soltero y yo decidí quedarme, con la leve esperanza de que ella llegara antes, aunque era improbable que no se quedara hasta tarde disfrutando de su fiesta. Decidí beber, mantenerme despierto mientras llegaba uno de los dos. La ansiedad por verla me carcomía el alma.
Fingir delante de mi tío que venía feliz a ver su matrimonio, a ver como se quedaba con la mujer con la que siempre he soñado, simplemente debía aprovechar las clases de actuación que tuve cuando era más pequeño.
Pero cuando parecía rendirme en mi misión, cuando parecía que para mí todo había acabado y debía felicitar a mi tío por conseguirlo, el ruido en la cocina me iluminó. Rápidamente fui a ver qué ocurría, semidesnudo, obvio, para provocarla, si es que fuera ella.
Vi su silueta, aquel cuerpo con el que tanto he soñado, estaba frente a mí, ambos solos en casa y por muchas horas. Era tiempo de llevar a cabo mis planes. Mi juego de seducción partía ahora: sería lo que ella necesitara en ese momento, utilizaría todos mis artilugios para convencerla de que esta noche debe ser mía. Era el remedio que necesitaba, que siempre he necesitado.
Hice todo lo necesario, la hice sonreír, la provoqué, el alcohol esa noche era mi amigo. La hice creer que mi tío estaría con otra, lo que era bastante probable. Después del juego en la piscina pude verla desnuda, como tanto tiempo había soñado. ¿Es que acaso había algo mejor que esto?
Pero era una mujer dura, estaba decidida a casarse y eso me hacía todo más difícil. Tenía que buscar la forma de convencerla y lo logré. Mi al verme desnudo, frente a ella, deseándola como la deseaba, con aquel beso robado, aquel beso que le di con toda la pasión que he tenido guardada desde mi adolescencia. Existía la posibilidad de que se negara, de que mi tío nos encontrara, de que ella le contara lo que estaba intentando, pero nada de eso me importaba.
La llevé a mi habitación y besé cada parte de su cuerpo. Disfruté del sabor de su piel, de sus besos, del sabor de su excitación, cada momento con ella era un espectáculo, desbordaba sensualidad, deseo. Al fin estaba con ella, desnudos, nuestros cuerpos unidos por el placer. Sin embargo ¿Estaba dispuesto a dejarla ir? ¿Era capaz de compartirla? Ya lo había decidido antes, cualquier cosa con tal de estar con ella y ahora que la había tenido una vez entre mis brazos sabía que no era suficiente, que nada sería suficiente, que querría tenerla mil veces.
Tendría que buscar la forma, robándole algún beso en un momento en que nadie nos viera. Buscando la forma de hacer el amor con ella otra vez ¿Podría hacerla desistir del matrimonio?
Ahora que estoy en su boda, repaso cada momento que he tenido con ella, sé que en su interior al menos hay dudas y el único que puede quitar esas dudas soy yo.
Anoche, cuando estuvo a punto de rechazarme, veía todas mis posibilidades tiradas a la basura, pero luego se retractó y me acercó a ella, me dio el privilegio de tocarla otra vez, de penetrarla, de llenarme de placer, colmar el deseo que siempre he sentido por ella. Pero no es suficiente, con ella siempre quiero más. Es que no puede haber nada mejor que sentir su piel, la humedad de su excitación, ver su cuerpo desnudo para mí, sólo para mí.
No me importa que ahora esté fingiendo ser feliz con el idiota de mi tío. El podrá tener dinero, darle estabilidad, pero yo... yo le doy placer, deseo, he cambiado sus esquemas. Sé que cuando la acaricio ella necesita más. Puedo ver como su mirada se pierde en la mía y no lo voy a desaprovechar, será mía, sin importar las consecuencias.
Ella no es la única que deberá fingir, tengo que ver la forma de mantenerme cerca de ella de ahora en adelante, pero no podría aceptar la propuesta de mi tío, sería una constante tentación, peor aún, la repugnancia que me causaría verlos besándose frente a mí cada instante, no lo podría soportar, puedo compartirla, pero no soportar verla amar a otro en mis narices. Ahora, debo volver a Argentina, pero ya idearé algo. Prefiero irme en silencio, darle la oportunidad de que me extrañe, de que me desee, de que cuando vuelva a verla otra vez desee con tantas ganas ser mía, que no lo pueda resistir. Por ahora, dejaré que disfrutes de la fiesta... sin mí.
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EN MULTIMEDIA FOTO DE AUGUSTO.
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Arriésgate por mí
Chick-LitLa despedida de solteras debería ser una noche entretenida, que recuerdes para toda la vida. Llena de locuras, el fin de una etapa y el comienzo de otra. Pero ¿Qué tantas sorpresas puede guardar esa noche? Para Zoe será inolvidable, por mucho que d...