Los ojos aún me dolían, la garganta me picaba. Estaba en un calabozo de la comisaría. Dos policías estaban hablando cerca de mí.
- ¿Qué vamos a hacer con ella? -preguntó uno.
- Un furgón blindado vendrá a por ella y la llevará a una cárcel de máxima seguridad.
- Bien -el policía se giró hacia mí- Has despertado, ¿eh?
- Hijos de puta -me levanté y agarré los barrotes- ¿¡Y mi madre!?
- No sé de que coño hablas -sus ojos negros, me observaban como si no supiesen realmente de qué hablo.
- No me engañais, sé que tenéis a mi madre.
Un policía se intentó acercar a mí, pero el otro le cogió del hombro.
- No te molestes, está loca.
El policía me echó una última mirada y se fue junto al otro policía. Hijos de puta.
- ¿Qué haces aqui? -me giré.
- ¡Cass! -iba a abrazarle, pero me detuve. Sus ojos azules eran completamente negros- ¿Quién eres?
- ¿De qué hablas? Soy Castiel.
Él se intentó acercar a mí, pero yo retrocedí. Dado que el calabozo no era exactamente espacioso, cogí carrerilla y me lancé contra él para pegarle un puñetazo, pero él desapareció. Casi me caigo. Me giré, estaba detrás mía. Iba a lanzarme a por él, pero e miró fijamente y salí volando contra la pared.
- ¿Desde cuándo sabes hacer eso? -le pregunté jadeando.
- Desde siempre -se acercó a mí, me tocó la frente y sus ojos negros volvían a ser azules- ¿Mejor?
- ¿Qué me has hecho?
- Alguien te dió una pocima que hizo que vieses a las personas como demonios.
- ¿Quién? La única pocima que me bebí fue la que me dió... Mierda.
- ¿Qué hacías aqui?
- Estoy en este universo alternativo en el que...
- ¿Universo alternativo? ¿De qué hablas? Estás en Canada.
- ¿¡Qué!? -grité- ¿Cómo me has encontrado?
- Sentí un cúmulo de furia bastante intenso, adivina quién era.
- Muy gracioso.
- ¿¡Qué ha sido eso!? -gritó un policía.
- Será mejor que nos vayamos -dijo Cass, asentí y me abracé a él.
Parpadeamos y aparecimos en... ¡los Alpes!
- ¿Qué hacemos aqui?
- Fue el primer sitio que se me ocurrió.
- Pues ya estás teletransportandonos, venga, hasta los Winchester.
- No eres mi jefa.
- No me lo puedo creer, Castiel el ángel encarandose, increíble. ¿Podrías teletransportarnos hasta Dean y Sam? Por favor. ¿Contento?
- Sí.
Me agarró y aparecimos en casa de Stephanie. Dean, Sam y Steph estaban tirados en el suelo. Corrí hacia ellos.
- ¡Dean! -grité- ¿Estás bien? -le cogí de la cabeza y se la levanté- ¿Dean? ¿Dean?
- Los demás estamos bien, ¿eh? -dijo Sam celoso.
- Serás perra, que rápido me hs abandonado por el novio -dijo Steph levantandose- Puta.
- Sabeis que os quiero -Dean movió la cabeza- ¡Dean!
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