Ya llevábamos unas horas en el coche. Stephanie se habá dormido hace como una hora. Yo estaba en el asiento trasero observando las pistas. Miré la hora: 18:30.
- ¿Falta mucho? -pregunté como una niña pequeña.
- Echate una siesta -dijo Dean- Haz como tu amiga. Mira que cara pone de felicidad.
- Ya -miré a Sam- A saber qué está soñando.
- ¿Por qué me miras a mí?
- No, nada, nada -Sam volvió la vista al frente bastante desconfiado.
Ésta está teniendo un sueño erótico con Sam fijo. Tras un rato, los párpados me empezaron a pesar y me dormí.
Abrí los ojos. No estaba en el impala, todo estaba oscuro. Empecé a caminar sin nada por lo que poder guiarme.
- No te molestes -esa voz- No vas a llegar a ningúna parte.
- Zack -susurré.
- Acertaste -me giré. Él estaba ahí de pie con una gran sonrisa- ¿Qué tal estás, hija?
- No me llames así, mi padre es Arthur Lewis.
- Si lo quieres ver así, allá tú.
- ¿Qué quieres?
- Vengo a hablar contigo.
- Sobre ti.
- Dado que esto debe ser un sueño y no puedo huir, soy todo oídos.
- Tengo una propuesta para ti -me crucé de brazos- Ven conmigo.
- ¿Qué?
- Ven conmigo, tus poderes están a punto de despertar, con un estímulo podrías desatarlos, y desde ahí, yo te puedo enseñar.
- Ya, creo que no será en esta vida. Me toca preguntar. ¿Qué quieres hacer conmigo?
- ¿De verdad importa?
- ¿De verdad me haces esa pregunta?
- Me has convencido, te lo contaré. Pretendo destruir el infierno.
- ¿Destruir el infierno? ¿Eso es posible?
- Sí.
- ¿Por qué lo quieres hacer?
- Porque, si no hay infierno, no hay lugar al que puedan ir los demonios exorcizados.
- ¿Y?
- Que pueden pasar dos cosas: la primera, que al demonio no le haga efecto el exorcismo, o dos: el demonio desaparecerá, irá a donde se supone que estaría el infierno y se perderá en los confines de esa oscuridad.
- ¿En qué te beneficia a ti eso?
- Quiero extinguir a los demonios.
- Tú eres uno de ellos.
- ¿Y? Los humanos os matáis entre vosotros constantemente.
- Sigo sin entender tu motivación a hacerlo.
- Me beneficia en esto -sacó un colgante, el cual se basaba en una cuerda de cuero y un recipiente de color negro.
- ¿Qué es?
- Es un antiguo colgante hecho por unas brujas.
- Ah.
- Dicen que es capaz de cazar demonios y encerrarlos dentro.
- ¿En serio? -él asintió.
- Y una vez dentro, el colgante los consume.
- ¿Y luego?