𝗺𝘆 𝘄𝗮𝘁𝘁𝗽𝗮𝗱 𝗹𝗼𝘃𝗲 ©

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"Tom me besó".

Me quedé paralizada.

No respiré.

No hice nada, ni siquiera cuando empezó a sonar el teléfono de la casa, ni siquiera cuando el celular que traía en la mano empezó a vibrar.

«Tom me besó...».

Bueno, técnicamente yo lo besé primero, pero después él me besó, y por la pasión desentrenada con que lo hizo me quedó muy claro que lo había disfrutado.

En silencio, miré fijamente la puerta de entrada, la cual seguía abierta.

Alcanzaba a ver el jardín delantero, y la luz del sol peinaba las flores muertas a medida que retrocedía.

Sonreí como tonta, y me inundaron oleadas de alegría y de alivio.

Alegría porque me acababan de dar el mejor beso de toda mi vida, y alivio porque Tom no me rechazó, que era lo que más temía.

Me llevé la mano a la boca y casi pude volver a sentir sus suaves labios sobre los míos.

Jamás pensé que un beso me haría sentir tantas cosas, pues ya me habían besado antes, pero nunca así.

De hecho, mis galanes anteriores nunca incursionaron en el área de los besos franceses.

Tom, por otro lado, digamos que era un experto en el tema.

Si él no se hubiera separado de mí, yo habría aceptado felizmente pasar el resto de mi vida con la cara pegado a la suya.

Sin embargo, dudé que eso pudiera ocurrir porque Tom se había ido, y darme cuenta de ello fué como recibir una cubetada de agua fría.

Tom se fué.

No estaba, se fué.

Jamás había estado tan confundido emocionalmente.

Hacía un segundo estaba feliz, pero de repente la tristeza me abrumó, aunque una parte de mí seguía brincando de emoción por el beso.

El viento azotó la puerta de la casa con violencia y me sacó de la ensoñación.

Estaba como en un trance.

El teléfono de la casa estaba sonando de nuevo.

Volteé a verlo.

¿Y si era Tom?, ¿Estaría llamando para disculparse por haberse ido de esa manera?.

No parecía factible, pero igual esperaba que ocurriera.

Me armé de valor y contesté.

-Uhm, ¿Bueno?.

Fué difícil que algo saliera de mi boca.

-¡Dominik!.

Exclamó la voz de mi mamá.

Me sentí aliviada y decepcionada.

Ya estaba harta de esas emociones encontradas.

-Hola, mamá.

-¿Dónde estabas?. -Llevo rato llamándote.

Su tono de voz era exigente.

Me sentí como un ladrón cachado in fraganti, y pasé saliva.

-Estaba...

«Besuqueándome con el chico que me gusta en la sala de la casa».

Si, claro, a mi mamá le habría encantado escuchar eso.