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"Idiópido".

¿Ubican ese momento gracioso en el que intentas
contener la risa y entre más intentas no reírte más
quieres hacerlo?.

Justo eso me estaba pasando mientras me asomaba por la diminuta ventana de la puerta del salón de Matemáticas.

Él profesor: "Satty Donovan", estaba entregando unas tareas ya calificadas.

No podía entrar, porque yo estaba en primer año y era una clase de tercero, así que no tenía mas opción que observar desde el pasillo.

Esperaría pacientemente hasta que Georg recibiera su calificación.

No podía creer que hubiera faltado a Biología para esto, pero me moría por ver su cara.

Georg estaba sentado en una de las filas delanteras, con su habitual gesto arrogante.

Se veía confiado y relajado.

Se me escapó una risita.

Era imposible no carcajearse.

-Georg Listing...

Le dijo el profesor Satty mirando al grupo.

Georg se puso de pie y caminó hacia su escritorio.

Él profesor le entregó su tarea mientras negaba con gesto desaprobatorio.

Georg volvió a su asiento.

Ví su perfil con claridad.

Su sonrisa engreída se fué esfumando a medida que recorría con la mirada el papel que tenía entre las manos.

Yo me estaba tapando la boca con fuerza.

¡Dios!, ¡Su cara no tenía precio!.

Como si hubiera percibido mi mirada, volteó repentinamente hacia la puerta.

Me miró con furia, y yo ahogué un grito.

Georg entrecerró los ojos ligeramente mientras se lanzaba hacia la puerta.

¡Demonios!.

Me va a matar o a hacerme algo horrible, como meterme el dedo a la oreja.

Empecé a sentir pánico al verlo acercarse, creo que no lo había pensado muy bien.

¡Dios!, ¡Qué tonta fuí!.

"Gustav Schäfer", el mejor amigo de Georg, se levantó y se interpuso en su camino.

Dereck empezó a hablarle de algo que yo no alcancé a oír.

En ese momento sonó la campana de la escuela.

La frase: «Salvado por la campana» nunca había tenido tanto sentido para mí.

Aproveché la conmoción y me alejé de la puerta.

Escuché a Georg gritar mi nombre, pero no me molesté en voltear.

Entré al pasillo principal y empecé a caminar a toda prisa.

Georg estaba a punto de matarme, pero no pude contener la sonrisa triunfante que se asomaba en mis labios.

Su cara...

En mi defensa, el prácticamente me obligó a ayudarlo con su tarea de matemáticas hace unos días.

Era su culpa por no haberme creído cuando le dije que era pésima para los números.

𝗺𝘆 𝘄𝗮𝘁𝘁𝗽𝗮𝗱 𝗹𝗼𝘃𝗲 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora