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El Reino de Asgard se alzaba imponente en su extravagante coloración dorada aquella mañana. La nobleza ya excitada por el próximo evento, las calles llenas de gente preparándose para las fiestas en celebraciones por la coronación de su nuevo Rey. 

Todo el Reino de Oro vendado en su extravagancia, ciego ante las verdades ocultas que El Padre de Todo cargaba. 

Y el Dios que era etiquetado como el de Las Mentiras y Trampas era el único que decía tales verdades. 

Pero aquella mañana, cuando las sirvientas entraron a los aposentos de su príncipe la energía alegre y emocional por el próximo evento se convirtió en horror. En aquella cama no se encontró al príncipe de piel pálida y ojos verdes, si no a un ser de piel azul tallada en intrincados patrones que gemía de dolor. 

-¡Llamen a la Reina! - grito la sirvienta más antigua. 

-Oh, por Bor- susurro una de las más jóvenes.

-No lo toques, no lo toques… 

La Madre de todos llegó poco después, con el rostro tallado en preocupación y la vieja curandera detrás de ella. 

-Loki, mi pequeño niño – susurro la Reina hincándose a lado del lecho de su hijo. 

-Fuera, fuera – Ordenó la misma mujer que pidió llamaran a la Reina. 

Horas más tardes, después de que la habitación del príncipe Loki se hubiera sumido en hielo cuando la curandera intentó usar Seidr en él, y sólo la voz de la Reina lo calmo lo suficiente para no congelar todo el palacio, el príncipe Loki abrió los ojos. 
Rojo como la sangre que su madre derramó cuando los Elfos oscuros la mataron. 

Al Padre de Todo se le informo que su hijo parecía haber sido atacado por una maldición de algún mago poderoso. Al Príncipe Thor tuvieron que impedir el paso a las alcobas de su hermano. La Reina, junto a la antigua sirvienta  y la curandera eran las únicas que podrían estar en contacto con el príncipe Loki. 

Mientras el príncipe susurraba palabras sin sentido. 

-No esta aquí… otra en con el hechicero, faltan cuatro. 

-No debe suceder… 

-Hela… 

Ese último susurro mando una fría sensación a los huesos de las tres mujeres. 
-Nadie dirá nada sobre lo que príncipe susurre, ¿entendido? – había ordenado la Reina 

-Si, su Alteza- y ambas mujeres así lo harían. Guardarán silencio, incluso ante el Padre de Todo. 

Que ambas mujeres habían tratado al joven príncipe de los golpes del Rey o de las heridas que los guerreros le hacían dada su forma de ser era sólo una de las muchas razones por las que guardarán el secreto.

Les preocupa más que la Reina se ate a esa orden

***

La luz del sol se filtro suavemente por la pequeña abertura de la pesada cortina. En una cama de sábanas suaves de tonos azules el príncipe Loki descansaba después de varios días de dolor. La Curandera Eir decreto que alguna clase de maldición pudo llegar al príncipe (por muy extraño que pareciera dado que el príncipe era un usuario de Seidr muy capaz que no caería en una maldición fácilmente) 

La luz apenas iluminó la alcoba del príncipe, quien se quejó levemente. 

Habían pasado dos días desde que  se despertó consciente, con la urgencia picando su piel y recuerdos de eventos que (nunca) sucederán. 

El príncipe se sentó adormilado, soltando un suspiro cuando su piel ya no se tornaba azul. 

El sol se filtro, un vestigio de que iluminaba al Reino en un nuevo día.

El sol brillará sobre nosotros una vez más

***

Friday estaba nerviosa. 

Jefe estaba hablando con el Coronel, el señor Hogan y la señorita Potts en el laboratorio justo ahora, y aún cuando acordaron que información iban a dar, Friday estaba nerviosa. 

Los signos vitales de Jefe en la tablet ayudaban un poco. Era un modelo viejo que ella iba a ayudar a actualizar pronto, pero cumplió su función muy bien.

Decidiendo que el nerviosismo se aligeraría si se ocupaba con algo, Friday sacó la ropa de las bolsas que llegaron después del desayuno. No era demasiado, solo algunos cambios, ropa interior, zapatos, accesorios para el cabello, maquillaje y una variedad de productos de higiene para mujeres. 

Friday contempló la caja de tapones. Ese detalle no había cruzado su cabeza, y quizás debía investigar algo sobre eso más tarde. 
Cuando terminó de acomodar todo, se propuso darse una ducha con la idea de que quizás ayudaría más a su ansiedad. Así que, tomó una de las toallas enormes y suaves, un cambio de ropa cómoda e informal. 

Su plan de una ducha se esfumó cuando se encontró con el príncipe Loki en medio del lujoso baño. 

-Lady Friday – saludo el muy joven Príncipe con una sonrisa suave. 

-Príncipe Loki

Could I come again, please?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora