2.- The Magician

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Las miradas eran frías, Albus Dumbledore estaba ante su antiguo compañero, el director sostenía una palangana con agua limpia y una esponja
—No me hagas luchar esta vez —
Pidió con total calma y firmeza el director al hombre que tenía de frente
—Sería más fácil si me dejaras hacerlo por mí mismo —
Esa voz estaba oxidada, seca y apagada por el desuso. Albus suspiró con pesadez y se hincó frente a él, acercó la mano a su rostro y fué rechazada por un manotazo
—Por favor, ¿Qué edad tienes para hacer esos berrinches? —
Le reprochó el menor en calma, recogiendo la esponja del suelo y humedeciéndola de nuevo
—¡¿Cuántas veces te tengo que recordar que puedo hacerlo por mí mismo?! —
Bramó aquél hombre, Albus suspiró
—¿Sin magia? —
—A veces eres un imbécil, Percival —
Dumbledore tomó su hombro, dejando la esponja de lado le sonrió con amabilidad
—Y tú un necio, Gellert —
Con esa sonrisa, el cuerpo del prisionero se aflojó, sus ojos perdieron el filo y Albus le recompensó con un beso en los labios.
Lo bañó al estilo muggle, afeitó su barba con cuidado, recortó su cabello y cambió sus ropas
—¿Por qué haces esto? —
Preguntó el albino mientras era acomodado de nuevo en el suelo de la celda, Albus acarició su cabello
—No necesito dar una razón que conoces de
antemano —
Grindelwald se cruzó de brazos, Albus se sentó frente a él y suspiró
—¿Crees que aquél hombre sigue vivo? —
Preguntó el recluso, Albus asintió
—Tom no es más un hombre, fue demasiado cuidadoso en su tiempo de vida como para no serlo ahora y perdió su humanidad hace mucho tiempo—
—Debiste dejarme gobernar —
Interrumpió Grindelwald, Albus echó a reír
—¿Para qué? Gellert, eso no hubiera cambiado mucho del futuro, si bien tus ideales eran interesantes, no hubiesen hecho más que avivar el odio de Riddle, sería la excusa perfecta para su campaña Nazi —
—Adolf no fué mejor que este estúpido... —
Empezó, ahora fué interrumpido por Albus
—Tampoco mejor que tus seguidores —

El ambiente se tensó, Gellert no pudo sostener la mirada de Albus y por un momento, el silencio gobernó mientras las manos del mayor se acercaron a las del director, entrelazando sus dedos fué Dumbledore quién tomó la iniciativa de regalarle un nuevo beso y Grindelwald se aferró a su espalda.

—¿Qué harás cuando Tom regrese? —
—Ya te lo dije, Gell, tengo un arma perfecta contra él —
—Harry Potter...
Aseguró el mayor, Albus asintió con la cabeza y se acomodó contra su hombro
—El legado Potter, ese niño tendrá la fuerza para enfrentarlo —
—¿Qué te hace estar tan seguro de que podrá sobrevivir a eso? —
—Porque tengo la sospecha de que ese niño es parte de él —
Gellert se movió para mirarle, Albus levantó la cabeza
—¿Y tú? —
No era necesario que terminara esa pregunta, Dumbledore sonrió de nuevo
—Pase lo que pase conmigo, Gellert, yo soy un anciano y Tom no se atreve a pisar Hogwarts —
Vió la mandíbula del mayor tensarse, le regaló otro beso
—¿Qué harás si Voldemort rompe las defensas del castillo? ¿Qué harás si te enfrentas a él? —
Los lentes de Albus tocaron la punta de la nariz de Gellert, sus frentes se juntaron
—Tengo la varita de sauco y te recuerdo que pude ganarte a tí —
—Riddle no te ama —
En ese momento, sus ojos se encontraron, apenas lejos como para enfocarse, Gellert tomó su rostro y acarició el nacimiento de aquella larga barba blanca, su mente desbordaba la sincera preocupación que sentía
—No, Gellert, el Obscurial te hubiera matado antes que el consejo —Las manos del mayor cayeron, apartó el rostro y se puso a la defensiva —Y no puedo entregarte un núcleo mágico, nadie puede —
—Lárgate...
Gruñó el preso, Albus suspiró con pesar, se sentó sobre sus piernas y miró por un momento a aquél que fuera el amor de su vida
—Bien, me iré, te he traído dulces de Hogsmeade y cerveza de mantequilla... —
—¡Largo! —
Repitió Grindelwald, sin mirarlo. Dumbledore se levantó con un gesto verdaderamente triste y cuando tomó la puerta, Gellert le dió la espalda
—Te amo —
Se despidió Albus, el mayor giró el cuerpo, pero evadió su mirada, antes de cerrar la puerta escuchó su respuesta.
—Ich liebe dir... —
No pudo cerrar, sus curtidas manos temblaron aferradas al seguro
— Durch Nacht und Sterne, werden wir zusammen sein —
"A través de la noche y las estrellas, estaremos juntos"
Respondió, entonces Gellert le miró, estaba llorando, Albus amplió su sonrisa mientras una lágrima caía por su mejilla, la limpió con un pañuelo justo cuando el elfo doméstico llegaba con la comida
—Dale un momento, ¿Quieres? —
Pidió el director a aquél siervo, quien le reverenció de la manera más amable. Entonces desapareció.

Los Reinos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora