15.- The Temperance

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Al duodecimo día, regresaba de una visita a la casa menor de Salamanca, cuando un extraño temor le sacudió la espina. Metió con cautela la llave de su despacho y escuchó los goznes abrir con un chillido lastimero.
Todo estaba a oscuras, todo parecía intacto, pero su sexto sentido le tenía los pelos de punta, entró con resignación y al encender la luz se percató que todos los bombillos estaban rotos y de pronto apareció la pálida figura de un muchachito de cabello ensortijado, David suspiró, dejó a tientas su capa en el perchero
—Le ofrezco disculpas por la demora, pero veo que está casi tan bien informado como nosotros sobre los acontecimientos de San Francisco —
La voz sedosa y aguda le hizo estremecer, se mantuvo de pie, al centro del salón.
—¿No me va a decir nada? —
Preguntó de nuevo el joven, David, que comenzaba a acostumbrarse a la oscuridad, distinguió una segunda figura, despatarrada sobre la silla
—Le esperábamos hace ocho noches, Sir D'Valois, pero es un placer recibir su visita —
—No necesito tus falsos halagos, ¿Dónde está el niño, David? —
Por un momento, Talbot creyó que la voz provenía de aquél que esperaba en el sillón, luego tomó en cuenta que era la voz colérica del pelirrojo.
—Hemos...
—¡Perdido! Ahora, hágame favor de acompañar al señor Yuri en el sillón —
Ordenó tajante. El corazón de David se estrujó al mirar hacia la figura inerte
—No está muerto, idiota, pero pronto lo estarán ambos si no me dicen dónde está Paul —
—No sería prudente realizar una declaración tan abierta de hostilidad...
Comenzó David, con la esperanza de tranquilizar los ánimos y hacer entrar en razón al vampiro
—No soy un hombre que realice promesas en vano y me parece recordar que les prometí que destrozaría miembro por miembro si ese niño no era resguardado —
Interrumpió con brusquedad. Entonces, David se encaminó hacia su oficina y encendió la luz, agradeciendo en silencio que la bombilla se mantuviera intacta, con el revoloteo de algunos papeles, que estaban esparcidos sobre la mesa, Armand se había sentado sobre el escritorio, con su rostro sonrojado por sangre humana y esos ojos castaños quemándo a David
—Yo entiendo bien, también le di mi palabra de que le cuidaría, pero ese niño no es un niño humano cualquiera y ha venido...
—¡Ya sé qué carajos vino por él!
Exclamó Armand, sus ojos destellaron con crueldad
—El señor Stefano fue muy amable en proveerme de esa información —
Remató en tono sarcástico, torciendo una sonrisa cruel.
—Ahora, una buena parte de la culpa es vuestra, pero entiendo, entiendo, error humano, ¿No? No tenía tiempo de atender a un simple niño mago con el concierto del estúpido Lestat en puerta y la muerte de su dulce y pequeña Jesse... —
David avanzó cabizbajo hasta su asiento, buscando fortaleza para no perder los estribos ante las palabras ponzoñosas del vampiro
—Si no me permite terminar una frase, le ruego que se explique —
Concluyó David, cruzando las manos en su regazo. Armand reptó por la mesa, clavando la mirada en los cansados ojos de Talbot
—Si ese niño fuera lo que dicen que es, Louis no podría haberle puesto una sola mano encima, si esos magos lo buscan con tanta desesperación y es tan famoso como dicen, Louis no habría podido escucharlo, tu y yo sabemos perfectamente bien nuestra debilidad por la magia, David, y Louis no es el más hábil de los inmortales... —
Armand ofrecía el aspecto de un gran felino a punto de abalanzarse sobre él, con el cabello desordenado y esos ojos intensos, el gruñido de su voz se colaba por todo su cuerpo y le sacudía.
—No puedo decir por qué, sencillamente es una respuesta que no conozco —
Se sinceró, escuchando las uñas del pelirrojo clavándose en la madera
—Pero sí conoces a Albus Dumbledore...
La sorpresa se pintó en su rostro, Armand se resistió a hablar y supo que era su oportunidad
—Sir Dumbledore es una eminencia en el mundo mágico, señor D'Valois, lamento decir que no puedo hacer mucho...
—¿Dónde está ese Dumbledore?
—En el mundo mágico, lamento decir que ni siquiera yo tengo acceso a ese rincón del planeta, no he sido invitado y mi único contacto con él ha sido gracias a esta institución —
—¡Bien! —exclamó el pelirrojo, con los colmillos de fuera, pasando las piernas al frente —Sería muy prudente que le comunicara a "Sir Dumbledore" que me busque, antes de que yo le encuentre a él, lo he visto, es un humano con sangre y carne, sabe mejor que nadie que es suficiente para encontrarle —
—¿Qué le ha hecho a Sir Stefano?
—Solo está desmayado, no se preocupe, no soy estúpido como para asesinar a alguien en este lugar —
David asintió
—¿Puedo preguntar por el señor DuLac?
—Él es el motivo de mi visita, vino por el niño hace dos días, pero usted se encontraba atendiendo asuntos y nadie supo decirle nada, ni siquiera la señorita Monique, que es un mar de lágrimas, entonces vino a mi —
—Y usted decidió tomar represalias
—No, no, yo decidí buscar respuestas
—El señor DuLac vino a mí hace una semana y un poco más, en compañía de Sir Lioncourt —
Insinuó David
—No es su asunto el motivo por el cual no le habló en ese momento de...
—Entiendo que será por los antecedentes con Claudia Lioncourt —
Le interrumpió Talbot, sin temor ni remordimiento, Armand torció los labios
—Digale a ese mago que no importa dónde haya ocultado al niño, es nuestro —.

Zanjó Armand, con un grácil movimiento aterrizó al lado de su escritorio y antes de salir, volvió a fijarse en David
,—"Extremadamente peligroso, caprichoso" —
Recitó, David sabía que era un fragmento de sus archivos, no dijo nada
—Bien, me gusta que entiendan con quién están tratando, pero he de exigir que se retire ese maldito cuadro del archivo —
—El cuadro fué recuperado...
—Y me pertenece, pero no sea ingenuo, no pretendo quedarme con él, solo quite la maldita fotografía de mi expediente, me molesta —
—Si usted accediera a darme una entrevista...
—¿Acaso no aprendieron del joven Romwie? ¿Quiere terminar con la ropa chamuscada? —
Preguntó con una inocente sonrisa, David le miró con gesto cansado
—Ya ha tenido oportunidad de hacerlo
—Pero le aprecio, Sir Talbot, tal vez porque Lestat le tiene aprecio, pero no abuse de ello
—¿Qué fotografía preferiría entonces?
—¿Acaso no sabe lo suficiente ya dónde encontrarme? ¿Acaso no saben ya sobre mis negocios y mis yates?
—Si usted lo autoriza...
—Quita el maldito cuadro y tal vez acceda a hacerme una fotografía, sonriendo para su estúpido archivo —

Después de esto, desapareció en un parpadeo y David levantó el teléfono para solicitar un médico para Yuri y nuevas bombillas para su despacho.

Los Reinos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora