18.- The star

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No podía seguir corriendo, el frío, el aire y la presión lastimarían a Harry, se detuvo apretando al niño contra su duro pecho, buscó al rededor, no parecía seguirles nadie. Se ocultó entre los árboles y meció el cabello de su niño
-¿Papa?
Preguntó, Louis sonrió, las lágrimas cayeron de nuevo y la mano del pequeño se acercó a limpiarlas
-Tenía tanto miedo... Tanto, tanto miedo -
Balbuceó Louis, besando la pequeña frente.

Un estallido resonó en mitad de la calle. Louis cubrió la boca de Harry con su mano.
-No hagas un solo ruido -le pidió.
Pasos se acercaban. Louis se levantó; quería escapar. Un cojeo irregular se acercaba hasta el árbol, y Louis volvió a correr, protegiendo al niño con sus brazos mientras una luz roja pasaba cerca. Cuando el rostro de Harry enrojeció, Louis supo que debía detenerse. Se refugiaron de nuevo entre los escasos árboles al borde de la carretera. Ya no había sol y las quemaduras que había sufrido con los pocos rayos le parecían insignificantes.
-Dios bendito, dime que no lo he lastimado... -
suplicó mientras intentaba calmar el llanto del pequeño.

Entonces, a la luz de las estrellas, una figura descendió del alto cielo. Su cabello rojo y largo ondeaba, sus ojos marchitos estaban cerrados: Maharet.
Tras unos minutos de confusión por el don de la nube, sus ojos se abrieron.
-Louis -
Le llamó, él se precipitó hacia ella.
-¡Dígame, por favor, que no le he hecho daño! -
Suplicó, mostrando al niño que no paraba de llorar.
-Aparte del terror que provoca la inflamación de los oídos en los humanos a tal velocidad, no podría estar segura... Oh, esta criatura era entonces aquella que protegían de la madre.

Pidió permiso para tomarlo y lo meció con amor, pero el niño no se calmó del todo.
-Seguro que duele, mi cielo, pero todo va a estar bien -
Dijo suavemente Maharet. Louis no supo qué decir; giró la cabeza hacia el camino.
-No hay nadie cerca aún, ¿dónde está Armand?
-Él... Se quedó en Privet Drive...- respondió Louis, aún inquieto.
A pesar de las palabras de Maharet, no podía estar tranquilo; temía que los magos los encontraran.
-Andando, estamos cerca de la costa, ahí podré pedir un coche -
Dijo ella, girando para seguir la carretera con Harry en brazos y Louis a su espalda.
-¿Quieres decirme qué pasó? -
Preguntó Maharet, mientras Harry caía dormido en sus brazos y ella le acariciaba la espalda.
-No pude...
-Eso es obvio. Aun cuando no esperaba autocontrol de tu parte, ha sido muy imprudente gritar de esa forma.
-¿Lo dijo Armand?
-Se escuchó en la línea; Armand cortó casi de inmediato. Solo escuchó mis órdenes.

Louis desvió la mirada, siguiendo a paso humano.
-Quería a Paul, Harry. Pero me dicen que es el hijo de un mago, que resistió la maldición mortal, que está siendo perseguido por humanos mágicos. ¿Cuándo lo han encontrado? Si lo buscan humanos, son unos estúpidos.
-Magos, maldiciones... ¿Qué te llevó a encontrarte con él?
-Le escuché llorar. Sus tíos le tratan peor que basura, no podía dejarlo ahí.
-¿Esperas redimir los errores que cometiste con Claudia?
-¡Sí! Míralo así, si es lo que deseas. ¡Pero no voy a transformar a ese niño! ¡Jamás lo dejaré a merced de Lestat!
Maharet observó a Louis con una mirada que, aunque serena, reflejaba una profunda preocupación. Ella mantuvo la calma mientras Louis, lleno de pánico, suplicaba.
-Louis, ¿qué harías si este niño estuviera al borde de la muerte por lo que has hecho? -
Preguntó Maharet, con una voz suave pero firme, dejando que el peso de sus palabras calara en él.
Louis le miró, desorientado. El frío de la noche se colaba en su pecho, el dolor y la incertidumbre carcomían su corazón
-Por favor, Maharet, dime que no está muriendo...

Ella no respondió de inmediato. En su lugar, siguió meciendo al niño con esa expresión casi serena, aunque, sus ojos no perdían de vista el sufrimiento de Louis.
-La velocidad de un hijo de Amel es peligrosa para los humanos. Y, sin embargo, aquí estás. No estoy aquí para juzgarte, Louis, sino para que tú te juzgues a ti mismo. Debes entender las consecuencias de tus acciones, no porque yo lo diga, sino porque tú mismo debes ver la verdad en ellas.

Louis sintió un escalofrío recorrer su espina, Maharet no cambió su tono, manteniendo ese aire de sabiduría tranquila. Por un momento, la soledad de la carretera y el crepúsculo cubriéndolos pareció acompañar los más funestos pensamientos en el francés.
-Este niño no es Claudia, Louis. No estás aquí para redimir los errores del pasado. Estás aquí porque sientes la necesidad de protegerlo, pero debes decidir qué clase de protector serás. No siempre se trata de la fuerza o de la inmortalidad. A veces, ser un verdadero guardián significa aceptar que no siempre podemos intervenir. La pregunta es, ¿Puedes vivir con esa verdad?

Ella protegió la cabeza del niño con su mano, acariciando su cabello revuelto mientras Louis, abatido, cayó de rodillas en medio de rojas lágrimas.
-Por favor, no... Yo sé... Se que no es Claudia, pero ¿Cómo me pides que no haga nada por él? -
Maharet se inclinó suavemente hacia él, colocando una mano reconfortante sobre su hombro. Su tacto era dulce, amable, aún con la sensación pétrea de su cuerpo
-Louis, no busco que tomes esta decisión en un instante de miedo. Pero necesitas encontrar la respuesta dentro de ti, no en mí. Yo solo estoy aquí para recordarte quién eres y quién no debes ser.
Ella se erigió con una sonrisa orgullosa, dió media vuelta, llenando de mimos y caricias a la minúscula criatura que descansaba en sus brazos
-Lo que tienes que hacer ahora es limpiarte, levantarte y prepararte para guiarlo, saber que no podrás alejarlo del peligro ni protegerlo de sí mismo. Pero... Al menos has aprendido que el transformarlo no es una opción -
Regresó sus pasos mientras hablaba, limpió con sus largos dedos bronceados las lágrimas de Louis
-Vamos, no te quedes ahí parado, los voy a llevar a mi villa. Armand los encontrará allí -
El pelinegro estaba confundido, miró al pequeño Harry, escuchaba sus latidos, tan nítidos como siempre
-¿No está...?
-Te equivocas. Cada segundo, cada latido, lo acerca más a la muerte. No hay forma de evitarlo; nosotros somos los que ya no pertenecemos a ese círculo.-
Louis se quedó en silencio, arrastró los pasos detrás de Maharet
-Ocho mil años criando generaciones, ocho mil años vigilándolos, protegiendolos; sí, Armand hizo bien en buscar mi consejo, aún cuando no me dijera que es con el mundo mágico con quienes tienen conflicto -
-¿Entonces sí sabías de los magos y brujas, de todos esos mitos? -
Ella sonrió con amargura
-Lo verás en Sonoma... La mansión siempre está dispuesta para recibirme a mí y a cualquiera de mi familia.

En la costa se acercaron a una casa, ya daban las once de la noche, la sed de Louis había aumentado hasta torturarle la garganta, pero estaban frente a un pequeño pueblo pesquero, Maharet se adelantó, Louis dudó, preguntándose si podría contener su instinto
-Ve y busca un oso o algún humano que te satisfaga, yo iré por el teléfono, sabrás encontrarnos -
Murmuró la pelirroja, dejando a Louis en lo límites del pueblo y adentrándose hacia el mercado, dónde algunos humanos seguían vendiendo. Louis confió, limpió su rostro con las mangas de su camisa y se dedicó a acechar.

Su caza fue corta pero productiva, un par de perros callejeros y un violador con el que intercambió camisa, cuando la sangre calentó sus miembros y el color regresó a su piel, se internó también en el pueblo. Intentó sentir algo, buscaba en los rostros algún indicio de Maharet y el niño. Luego cerró los ojos. Lestat le había guiado a él con el simple deseo de encontrarlo.
Si era cierto que todos estaban conectados, y todos habían sentido esa línea a la muerte de Akasha, entonces esa línea le llevaría hasta ellos.
Caminó sin mirar, sin dudar, pasando como una sombra entre trabajadores y madres, mareado por el terrible aroma del pescado muerto, escuchando sin prestar atención el bullicio que crecía a los lados. Entró en una cafetería, tibia y callada, levantó la vista, la hermosa sonrisa modesta de Maharet le recibía
-Bien hecho...
Harry seguía en sus brazos, acurrucado y dormido, tenía las mejillas sonrosadas y un puchero decoraba sus labios, Louis se sentó frente a ambos y pidió un café bien caliente
-¿Puedes explicarme cómo lo hice?
La antigua acomodó a Harry en uno solo de sus brazos, acarició su mejilla y el niño comenzó a inquietarse, como si estuviera despertando
-Hay cosas que no merecen ser explicadas, cosas que ni siquiera tienen un qué o por qué razonable y estamos más allá de aquello que sí puede ser explicado, ¿O me vas a decir que logras encontrar una respuesta al don de la nube? -
-Seguimos conectados, ¿Verdad? Por Mekare -
Ella asintió con la cabeza, Harry abrió los ojos en un sollozó y ella lo tranquilizó.
Entonces llegó la mesera, sirviendo los cafés y la leche tibia con fresa, Mekare pidió un popote y sentó a Harry en sus piernas, el niño se notaba espantado, hasta que sus ojos miraron a Louis
-¡Papa! -
Exclamó, pidiendo sus brazos, Louis se levantó y Maharet accedió a dárselo. Se abrazaron varios minutos, Louis llenó de besos su cabello, rezando palabras dulces en su oído mientras acariciaba su espalda, el niño lo apretaba con fuerza y frotaba su rostro en la camisa del mayor.

Los Reinos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora