Capítulo 16

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Nota de la autora.

El capítulo 16 está cargado de pequeños giros argumentales, flashbacks, varias revelaciones y descubrimientos y muchos más sucesos impactantes en la trama. Además, es el final de la primera parte de El peón del rey. Por eso mismo, es un capítulo extenso, así que, como consejo, recomiendo tomarlo con calma y, de ser necesario, hacer alguna pausa. O puedes leerlo del tirón, si quieres ;) Sea como sea, y hagas lo que hagas, disfruta del capítulo.

—Clío 🥀

Su pelo había recuperado su precioso color después de que, ayer, una enfermera le ayudase a asearse

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Su pelo había recuperado su precioso color después de que, ayer, una enfermera le ayudase a asearse. El cabello rubio era un rasgo propio de Cristales, así que era un rasgo odiado, pero a mí me encantaba, aunque nunca lo admitiese en voz alta si había un Mágico presente. Amar a un Cristal estaba muy mal visto, incluso que nosotros nos amasemos a nosotros mismos "estaba mal", pero mi madre, después de mucho tiempo insistiendo e insistiendo, había conseguido que amase el rubio oscuro de mi pelo.

El de Desmond era algo más claro que el mío y lo llevaba muy corto, casi al cero, pero se podía apreciar el brillo amarillento de su pelo.

Sus ojos ámbar, algo estrechos, me miraban con pura alegría.

Sus labios estaban entreabiertos en una amplia sonrisa.

Mis ojos se empañaron de lágrimas escuchándole decir: —Eres tan bonita, Korina. —Sus dedos colocaron detrás de mi oreja un mechón de pelo. Estaba en su cama de la enfermería, encima de él, aunque, con la ayuda de mis manos, procuraba no apoyar todo mi peso sobre él. —Pensaba que no volvería a ver esa sonrisa tuya.

Mi sonrisa se amplió aún más.

Aunque mi corazón siguiese malherido por Perséfone y mi madre, el regreso de Desmond había conseguido darme algo de aire. Por fin. Tálespel me tenía cogida del cuello, pero, con esto, había aflojado su agarre y me había demostrado que llegarían tiempos mejores.

Mi madre solía decir: "Tálespel aprieta, pero no ahoga."

—Pareces una persona totalmente distinta a la de la última vez que nos vimos. Recuerdo ese día perfectamente. Llevabas el pelo suelto y totalmente alborotado por el viento. Te había convencido para ir al bosque a enseñarte algunas llaves para defenderte de... —Se aclaró la garganta.

Radicales.

—Fue tan gracioso ver cómo intentabas quitarme la "pistola" —Que era, en verdad, un palo que había cogido de las ramas de un árbol—, y terminabas cayéndote al suelo cada vez. Tenemos que perfeccionar esa llave, y más aquí, que casi todo el mundo lleva una pistola encima.

El peón del rey (Coronas de Papel I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora