Capítulo 7: Culpable por pecar

36 7 6
                                    

Un año antes. Japón.

Los asiáticos no son tan malos en realidad, simplemente no obedecimos sus reglas, o al menos no yo. Skailor es inocente.

Cuando llegamos a la tierra del sol naciente, ellos nos recibieron alegremente, nos ofrecieron comida y un lugar para quedarnos. Eran gente honrada.

Skailor se encargó de ir evangelizándolos. Ellos también nos hablaron de sus creencias y tratamos de darle explicación a lo que creían con nuestra religión.

Nos dieron incluso un paseo por el lugar.

Los asiáticos son personas espirituales y tienen gran respeto por todo lo que les rodea.

Al tratar con diversas familias que nos invitaban a comer, terminé conociendo a una jovencita que deslumbraba belleza y bastante inocencia.

Era la hija de un samurái bastante reconocido en aquel lugar.

Yo nunca hablé bien el japonés, me sorprendía que Skailor manejara la lengua como un experto, sin embargo, ella se ofreció a enseñarme.

Con el tiempo nos hicimos amigos y luego pasó lo inevitable, nos enamoramos.

Una relación prohibida entre razas, entre estatus y pecaminosa, yo debía mantener la castidad si quería ser sacerdote pero ella no lo sabía. Sus costumbres indicaban que si quería algo más, debía casarse primero sólo si su padre lo aprobaba.

Para ellos yo era un extraño, un ser que mancharía su sangre, alguien ilegítimo. Para mí era un pecado, algo que sin duda me condenaría al infierno.

Recuerdo que una tarde caminábamos por un bosque de cerezos, nunca había visto algo como eso y era muy hermoso el cómo sus flores dejaban una alfombra por donde pasábamos.

Hana siempre vestía con kimonos elegantes, accesorios para el cabello y leve maquillaje. Me encantaban sus ojos rasgados, le daban un toque único que jamás había visto en Europa.

Ella me hablaba de los mitos y leyendas que tenían del lugar, solía contarme sobre extrañas criaturas llamadas yokai que nadie veía pero que formaban parte de la naturaleza.

—Algunos yokai son peligrosos —Me advirtió—. Suelen comer humanos o les hacen daño a algunos con sus poderes místicos —Aquello me asustó, no sabía cómo interpretar aquello o si realmente existía tal cosa—. Algunos les dejan comida para que pasen de largo, otros se protegen con talismanes si son peligrosos. Hace unas semanas unos yokais atacaron a un samurái y devoraron su carne, fue un escándalo.

—¿Y alguna persona los ha visto sin morir? —Le pregunté. Podía existir la posibilidad de que los yokais sólo fueran animales salvajes que nadie vio venir.

—Sí, yo los he visto, parecen personas como nosotros pero son raros, algunos se hacen pasar por humanos, los ojos les brillan y los yokais malos son grises, son los que comen humanos.

Las descripciones me parecían raras, jamás había visto algo como eso, pero algo de lo que dijo me llamó la atención. Había mencionado que los ojos les brillaban.

Al padre Skailor le brillaban los ojos, no sabía si era lo que ella decía pero él se comportaba como cualquier humano normal.

¿Podría tratarse de algún yokai?

—¡Mira!, ¡Allá hay uno! —Señaló entre los cerezos a una figura rara que nos miraba a lo lejos, parecía humano y tenía los ojos amarillos. Luego me percaté de que su piel era gris y ella también se dio cuenta—. Espera, es de los peligrosos, tal vez tenga hambre.

—Creo que yo traje algo —Busqué entre mi maletín y encontré el almuerzo que me había preparado Skailor—. ¿Crees que sirva para que no nos haga daño?

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora