Capítulo 15: Cacería de brujas

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Rigel y yo nos habíamos colado en una fiesta para comer y robarnos algunas cosas de valor. Era entretenido y la pasamos hasta bien.

Lo único fue que al maldito casi lo matan cuando lo descubrieron acostándose con la hija del organizador de la fiesta. Ni siquiera sé en qué momento lo perdí de vista.

Nos corrieron por eso y a pesar del desastre, Rigel sólo se reía.

—Iban a repartir carne asada en un rato, ¡Te hubieses aguantado un poco! —Me quejé, pero él sólo me sonrió con picardía.

—Tranquila, Arty, en un rato regresamos y nos robamos un buen pedazo de carne, yo acomodaré una carreta y allí meteremos vino y comida, ¿Te parece? —Rigel podía ser un loco pero sabía convencerme.

—Está bien, ¡Pero nada de fornicaciones por esta noche! —Él asintió y pusimos en marcha nuestro plan.

Tuvimos que huir bien lejos porque en lo que tuvimos todo, al muy idiota se le ocurrió despedirse de la chica con un beso súper apasionado que puso en alerta al padre de la misma.

No entendía por qué era así, ¿Qué tenía la lujuria que le encantaba tanto?

Terminamos en el techo de una gran construcción mientras comíamos la carne y bebíamos el buen vino. Fue una buena racha.

A veces teníamos de pasatiempos silbarles a las chicas que pasaban por allí, ellas salían espantadas porque creían que éramos dos acosadores.

Había aprendido los trucos que tenían los hombres para conquistar, obviamente de Rigel al que rara vez le decían que no.

Era un experto el maldito sujeto, pero me lo había enseñado para que estuviera pendiente de cualquier embaucador.

Muchos hombres sólo querían pasar el rato. Él era así, por eso me lo explicaba, no quería que nadie me engañara jugando conmigo para luego desecharme.

Decía que si quería encontrar a un buen hombre, debía conocerlo demasiado bien, y eso a veces ameritaba tiempo, mucho tiempo.

Me contó que a su esposa la conoció desde que eran niños, algo lindo porque crecieron juntos como un amor platónico y verdadero, la desposó luego de pasar de los veinte años cuando por fin se libraron de la esclavitud.

A veces me entristecía conocer el final de esa hermosa relación. A Rigel le afectaba mucho y por eso temía enamorarse de nuevo.

Me contó que tuvo otras parejas, pero que no fueron igual a lo que tuvo con su esposa.

Yo siempre pensé que él necesitaba encontrar a alguien especial, pero Rigel era muy cobarde para eso.

Prefería pasar los ratos con vanas mujeres sólo para intentar llenar el vacío que sentía en su corazón.

Estaba herido, por eso era así.

Me recomendó incluso que no me enamorara si no quería llorar por alguna decepción.

Tampoco era que me interesara conseguir pareja, los hombres de este mundo no estaban listos para tener a una mujer como yo.

Terminamos de comer y bebimos hasta el hartazgo. Sentí un leve mareo pero Rigel me sanó con sus poderes para evitarme pasar un mal rato.

Él no se embriagaba y eso me daba curiosidad. Era un hombre bastante resistente.

Vimos desde el techo un gran alboroto donde varios hombres tomaban a personas y las ataban a mástiles para hacerlas arder.

Eran los inquisidores, estaban aquí.

—Rigel... —Le señalé la escena y él se sorprendió—. Llegaron, ¿Y ahora qué hacemos?

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora