Capítulo 9: Destinos cruzados

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Artemisa y yo llegamos a un pueblo lejano al sur de Francia, no sabíamos qué hacer y ya habíamos pasado varios días sin comer.

No teníamos dinero y la gente nos miraba como extraños forasteros. Vimos una taberna y decidí arriesgarme a pedir algo de agua para la niña y para mí.

La gente nos miró raro en lo que pasamos y le pregunté al bartender si tenía un poco de agua. La respuesta fue un poco desfavorable.

—Aquí los hombres bebemos alcohol —Me daba igual eso pero no estaba solo, traía a una niña conmigo, no iba a darle alcohol a ella.

—Bueno, ¿Al menos tiene algo de beber para una niña? —Cargué a Artemisa y se la mostré, el sujeto me miró con cierta duda y trajo un poco de agua para ella.

—¿De dónde eres, forastero? —No quería decirle de dónde era, así que decidí irme más lejos.

—De Grecia —El sujeto me miró raro y todos en la taberna se quedaron callados.

—¿Tú eres de Grecia?, ¿Alguien que habla el francés tan bien? —Algunos se rieron pero otros seguían alerta. Yo lo miré con seriedad.

—No tengo tiempo para estar perdiéndolo con sus tonterías —Lo fulminé con la mirada y el sujeto se asustó. Otra vez el silencio inundó el lugar.

—Será mejor que no lo hagas molestar, mi papá sabe pelear bien y tiene unas cuchillas que no quieres saber lo que hacen —Arty dio su opinión y le siseé para que no hablara de más.

—¿Eres mercenario? —El sujeto me miró con duda.

—Prefiero no hablar de eso —Volví a ver a Arty pero ella andaba jugando con el agua. Me molestó un poco pero decidí obviarlo.

—Pues para ser mercenario, no le veo ni una libra —Y otra vez las risas de los hombres. Empezaban a hartarme.

—¡No soy un maldito mercenario! —Dejé a Arty sentada sobre la barra y tomé al sujeto por la ropa—. Pero le aseguro que no quiere saber lo que soy en realidad —Le hablé en un tono amenazante y el sujeto entendió finalmente la advertencia. Yo lo solté.

—¡Disculpen...! —Se escuchó la voz de una mujer en el lugar y todos se le quedaron viendo, hasta yo—. ¿Alguien sabe si aquí hay un sacerdote? ¡Lo necesito con urgencia!

Algunos empezaron a reír y yo me mordí la lengua. Tenía que venir alguien justamente a preguntar eso.

Arty para colmo me dio un codazo como indicándome que la cosa era conmigo. Yo no quería que me descubrieran.

—¡Por favor! —Ella siguió insistiendo pero la gente sólo se burlaba.

—¿Y desde cuando los curitas frecuentan lugares como estos? —Uno de los hombres del fondo habló y por su tono de voz, ya estaba ebrio.

—Es verdad, señorita, aquí no viene ningún sacerdote y el que suele atender la iglesia no se encuentra en la zona, no podemos ayudarle —El bartender le dijo eso y noté la preocupación en la chica. Algo pasaba.

Tal vez necesitaba que le hicieran una unción a alguien o un exorcismo, qué se yo.

—Creo que puedo ayudarte —Me resigné finalmente, tomé a Arty y salí de la taberna para hablar afuera con la chica—. ¿Para qué necesitas al sacerdote?

—Mi padre está muriendo y necesita confesión para descansar en paz —Sí se trataba de un asunto fuerte, tenía que ayudarla—. ¿Conoce a algún sacerdote que me ayude?

—Prométeme que no dirás nada de lo que te diga desde ahora y te lo diré —Ella no lo entendió pero yo le insistí—. Promételo.

—Está bien, lo prometo.

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora