Capítulo 17: Tratando con el enemigo

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Caminaba tranquilamente mientras jugaba con el bolso en mis manos, podía sentir el corazón del demonio latiendo y me sorprendía por la falta de lógica que tenía ese acontecimiento. El que parecía morirse era el inquisidor.

Se agarraba de los árboles mientras caminaba torpemente. Me estaba siguiendo.

—¿Sientes dolor? —Le pregunté con curiosidad y me volteé para mirarlo. Su piel hasta se puso más pálida.

—No —Negó con la cabeza—. Pero es molesto —Se llevó una mano a su pecho sangrante y a pesar de que temblaba, hablaba como si nada.

—¿Cómo te llamas?

—Llámame como quieras, tengo muchos nombres —Lo vi suspirar y en eso empezó a toser sangre. Se la limpió rápidamente.

—¿Y no puedes regenerarte?, vi que tus heridas sanaron durante el combate —Le dije eso mientras seguía caminando y él continuó siguiéndome.

—El corazón no —Alcé las cejas y me sentí más tranquila al ver que no podría recuperar sus fuerzas fácilmente.

—¿Y quién era el ángel que me salvó ahora? —Llegamos a un lugar con una laguna y me detuve a beber un poco de agua. Él sólo me miraba estoico y fue a sentarse sobre un tronco caído.

—Miguel —Dijo con pesadez y lo vi quitarse las ropas de sacerdote.

No entendí por qué hizo eso pero se quedó nada más con un pantalón después de sacarse como tres indumentarias más. Luego rasgó la tela del primer traje mientras se envolvía la cortada del pecho como si se tratara de unas vendas.

El sujeto parecía delgado pero tenía musculatura como la de un guerrero, lo que indicaba que tenía entrenamiento de combate. Se parecía un poco a Rigel en complexión, sólo que sin el sigilo.

Era un poco raro porque su rostro era demasiado bonito, como de mujer. Parecía en verdad un ángel, sólo que éste era bien caído.

Verlo con un semblante tranquilo era raro, no tenía pinta de ser el malvado que era, pero sí era notable la oscuridad en sus ojos. Su sangre era negra y sus venas oscuras. Eso le daba la apariencia de un cadáver, no tenía nada rosado como los humanos normales.

Él me miró de un momento a otro y en su rostro se mostró el disgusto.

—No me digas que jamás habías visto a un hombre sin camisa —Me dijo arrogantemente. Yo sólo alcé las cejas y dejé de mirarlo.

—Sí, he visto muchos, ¿Por qué? —Eso pareció sorprenderlo levemente—. Y están más buenos que tú, por cierto —Dije lo último para molestarlo y al parecer lo logré porque se tensó y apretó los puños.

—Nadie es más perfecto que yo, tonta —Sus palabras me dejaron en parte confundida. El tipo era bastante narcisista.

—El ángel que me salvó se veía más lindo que tú —Eso lo molestó más y sonreí con malicia al verlo así—. Y mucho más perfecto...

—¡Cállate, loca!, ¡Se nota que no sabes nada de perfección! —Me reí a carcajadas y eso lo irritó más. Quería atacarme, se notaba en su mirada.

—Un ser vivo sin corazón no me parece algo muy perfecto —Me burlé de él y le mostré el bolso mientras lo acariciaba con mi daga—. Que no se te olvide.

—¡Perra! —Me insultó y decidí amonestarlo por eso. No dejaría que me faltara el respeto cuando quisiera.

Le corté la cara con la daga y eso lo tomó por sorpresa. Me di cuenta de que su piel se ablandó más, lo que lo hacía más fácil de cortar.

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora