Capítulo 1: Los ojos de la muerte

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Año 1184. Francia.

Los gritos de una mujer me despertaron esa mañana.

Se escuchaba salvaje, desesperada, soltaba blasfemias y la gente creía que se había vuelto loca.

Yo era tan sólo una niña de 6 años, vivía con mi familia en una humilde aldea donde éramos vistos como seres extraños.

¿La razón? Simple, veníamos de una tierra muy lejana y nuestra piel era más oscura que la del resto.

Salí y me topé con mi hermano, el cual alimentaba a los animales.

Miraba a la mujer enloquecida que gritaba, los lugareños la trataban a las patadas y hasta le propinaron una paliza.

—¡Cierra la boca, bruja! —Todos coincidían en que ella era una bruja pero pese a la amenaza, no le hicieron gran cosa a pesar de castigarla.

La echaron de la aldea, aludiendo que había lastimado a una mujer con sus embrujos extraños por mera envidia, considerándola una pecadora y que se iría al infierno.

La gente de mi pueblo era muy creyente y temían con creces los castigos divinos, si pecabas consideraban que te irías al infierno aunque el papel del juicio no les tocara a ellos.

No teníamos un gran templo y tampoco sacerdote, de vez en cuando venía uno a celebrar.

Pese a ello las personas mantenían una devoción que a veces terminaba resultando enfermiza.

Ello los había llevado a condenar a esa bruja.

La mujer, sin embargo, no se quedó atrás, jurando vengarse por haberla exiliado.

—¡Lo pagarán caro! —Gritaba ella toda encolerizada. Yo no entendía nada pero me daba miedo esa bruja.

—No la escuches —Mi hermano me indicó que entrara a la cabaña, expresándome con señas que la chica estaba loca.

Yo le hice caso, regresando a la casa sin saber que la amenaza de aquella mujer terminaría por condenar a toda mi aldea.

¿Pero qué iba a saber una niña de 6 años?

●●●

Al alzarse la luna en su cuarto creciente, entre los matorrales que se secaban por culpa del verano, una mujer se hizo un corte en la mano y dibujó con su sangre un deforme pentagrama.

Hizo el ritual y varios demonios aparecieron ante ella.

—Señores... —Ella les ofreció un poco de agua pero quien se encontraba al frente se negó a beberla, tirando el cuenco a un lado del lugar. La chica bajó la cabeza al ver que su acto les disgustó.

—¿Para qué nos has invocado, mujer? —El mismo demonio que le había rechazado el agua le preguntó aquello con cierto desdén.

—Para... —Ella alzó la mirada pero en ese momento sintió un miedo inexplicable. Había pactado con demonios antes pero sin duda alguna, el que ahora se encontraba preguntándole aquello le generaba una sensación de terror absoluto—. Quiero vengarme de la gente de ese pueblo —Señaló la aldea mientras sonreía con locura pero ninguno de los presentes pareció convencido.

—¿Y qué me darás a cambio? —Preguntó el mismo demonio que le había hablado. La mujer sentía más miedo al ver que ese hombre no relajaba sus facciones tensas.

Parecía más molesto conforme le hablaba.

—Las... almas, sí, las almas de todos los habitantes del lugar. Haga con ellos lo que usted desee —Dijo nerviosa y sin saber si aquello le agradaría.

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora