Capítulo 14: Cambio de estrategia

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Skailor enloqueció cuando vio cómo mataban a Soleil y asesinó a todos los que apoyaron la matanza.

Rigel se quedó conmigo, tratando de consolarme mientras yo lloraba por tener que presenciar otra muerte más.

La noche fue infernal, el demonio ya no estaba cuando él lo cazó y luego de acabar con todos los culpables, quedó tan devastado que perdió las fuerzas para vivir.

No se suicidó porque lo consideró peor pecado, sus demonios lo atormentaban y las almas de sus víctimas le reclamaban por ello.

Skailor se entregó a la justicia y le dieron cadena perpetua. Cien años pensando que él moriría en menos.

Rigel y yo sabíamos que él era inmortal y que en lo que los cien años pasaran, volvería a salir como si nada.

Yo sería la única que no estaría allí para presenciarlo. No era inmortal como ellos dos.

Deseaba liberarlo de algún modo, no lo merecía, le habían hecho daño y él se había defendido.

Solíamos visitarlo a escondidas de la justicia porque Rigel también quedó expuesto después de ello. Skailor había perdido el poco brillo que le quedaba y se la pasaba llorando en la celda sin decir nada.

—Por favor, cuida a Arty —Fue lo que le dijo a Rigel cuando lo encerraron. Desde allí no había vuelto a hablar.

Nuestra vida cambió desde ese entonces, Rigel ya no ejercía de médico y vivíamos como nómadas de pueblo en pueblo.

Él apostaba para ganar dinero pero cuando no tenía suerte recurría a acciones más turbias. Cazaba al ganador de las apuestas y lo mataba para quedarse con su dinero.

Terminamos convertidos en dos fugitivos de la justicia bastante perseguidos. Llegó un momento en el que el dinero fue escaso y robábamos comida para sobrevivir.

Dormíamos en los bosques y cuando estábamos mejor nos quedábamos en tabernas.

La gente nos temía y nos respetaba. Luego Rigel empezó a tomar trabajos extras donde mataba a personas y cobraba por ello.

Me enseñó a pelear para estar preparada, a estafar para conseguir lo que quería, a jugar juegos de azar y con el tiempo empecé a trabajar como cazarrecompensas robando cosas valiosas para gente adinerada.

Era una vida en extremo loca, muchos hombres me miraban mal por ser una chica y actuar como ellos, desenvolverme en el mundo y saber defenderme, no ser la típica sumisa que se esperaba de cualquiera.

El único problema fue que a medida que crecía, mi cuerpo fue mostrando que yo sí era mujer.

Pese a ello no dejé de vestirme similar a Rigel, no iba a cubrirme con vestidos aburridos que limitaran mis movimientos y capacidad de combate.

Pasaron tantos años que la gente se olvidó de que Rigel tenía antecedentes con la inquisición. Los veíamos de lejos pero no nos topamos con aquel demonio.

Habían salido tantos grupos que ahora cualquiera podía ser inquisidor.

Nosotros no dábamos de qué hablar para que nos capturaran, tratábamos de no meternos con cualquiera y sólo en casos extremos recurríamos a las armas.

Rigel una tarde llegó a la pequeña casa en la que nos estábamos quedando, había traído comida y nos sentamos a almorzar.

Él se me quedó viendo por un rato y luego de comer finalmente habló.

—Te estás poniendo demasiado bonita —Yo aún seguía comiendo cuando me dijo eso y solté el cubierto mientras lo miraba con el ceño fruncido—. Muchos aldeanos hablan mucho de ti, les gusta la jovencita inalcanzable y morena. Tú eres morena.

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora