Capítulo 13: La ira del infierno

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—Señor obispo... —Esto era lo último que me faltaba, que el obispo me descubriera tratando de matar a Skailor. Él me miró con terror y luego miró a Skailor.

Rigel entró al templo con señales de quemaduras y quedó sorprendido con la escena del lugar.

—¿Qué se supone que está pasando aquí, Sam?, ¿¡Qué hace Skailor aquí!? —No sabía qué decirle para evitarme este problema. Opté por soltar a Skailor y alejarme de él.

—No se llama Sam, señor obispo —Rigel se metió en la conversación y deseé matarlo, pero ahora no podía, necesitaba primero deshacerme del obispo, que no pensara mal de mí—. Es un demonio infiltrado en la iglesia llamado Luzbel que quiere generar el caos para dejar mal el nombre de esta institución.

Ahora sí me habían puesto en jaque, necesitaba matar a Rigel pero algo me lo impedía.

—¿De qué estás hablando? —Decidí hacerme el loco y soltarle eso. Rigel me miró con odio—. Esto es lo más loco del mundo, yo no soy un demonio —Miré al obispo y noté que se encontraba demasiado asustado. Otra vez estaba dudando.

—No mientas, maldito, eres un monstruo y asesinaste a Esteban, inculpaste a Skailor y trataste de matarme porque yo te conozco —Rigel siguió hablando y deseé quemarlo con algo, pero debía intentar en mi último esfuerzo de hacerle creer al obispo que yo era inocente y que ellos estaban locos—. Señor obispo —Él se le acercó—. Él me condenó de herejía y sé muy bien que lo tengo merecido, pero gracias a ello le puedo decir con total seguridad que se trata de un demonio porque antes yo incursioné en la brujería, hice un trato con él pero no llegamos a nada y como venganza asesinó a mi esposa. ¡Tiene que creerme!

—Eso no es cierto —Le dije, negando con la cabeza—. Yo lo condené porque lo encontramos cometiendo el pecado de sodomía, ni siquiera lo conozco pero se me escapó cuando lo íbamos a quemar, por eso me odia...

—No quieras hacerte el angelito, Luzbel —Rigel me miraba con el más puro odio y por un momento sentí miedo. La seguridad con la que hablaba le daba ventaja ante toda esta farsa que intentaba montar. Era difícil mantener una mentira si Rigel seguía refutándome con bases—. Los demonios se caracterizan por ser ruines mentirosos y debe saber bien que las acciones que comete no son para nada venidas del cielo —Miró al obispo y éste se encontraba mirándonos a ambos. Podía notar la duda en sus ojos—. Matar inocentes, inculpar por conveniencia, alimentarse de sangre y carne humana, las torturas y el poder sanarse solo son características de un demonio, y además, sus ojos..., sus ojos los delatan, son amarillos y su sangre es negra como la tinta y bastante venenosa. Tiene suerte de seguir con vida si ese monstruo no arremetió contra usted.

—También sucumben ante el agua bendita —Skailor habló y lo miré con terror—. Cuando yo estaba en la capilla con Arty, él trató de quemarme con su poder pero la niña tomó agua bendita y se la echó en todo el cuerpo. Eso lo quemó y fue así como logramos escapar.

Los odiaba a ambos, me estaban metiendo en graves problemas, ya no sabía cómo defenderme y la única escapatoria que me quedaba era matar a todos los presentes para que no quedaran testigos de esto.

—¿Eso es cierto, Sam? —Podía notar el terror y la decepción en sus ojos, el pánico se había apoderado de mí y no sabía qué decir.

—¿En serio va a creerle a un acusado de sodomía y a un fugitivo que trató de matarme? —Jugué la última carta que me quedaba pero el obispo no me creyó esta vez—. ¡Ambos trataron de matarme!

—Pruebe echándole agua bendita —Dijo Rigel mientras señalaba una pila bautismal que había quedado de los bautizos de esta mañana—. Así lo comprueba usted mismo.

Los secretos de la hoguera #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora