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Estoy parada en una calle que conozco pero ahora mismo no la recuerdo. Mi tranquilidad es interrumpida por un ruido que estremeció todos mis sentidos, aquel hizo que mi corazón se acelerara. La poca gente que se encuentran a mí alrededor comenzó a correr hacia el lugar de dónde vino aquel ruido, sin darme cuenta hago lo mismo como si algo me empujara hacia aquel lugar.

Al llegar, me doy cuenta de que lo que ha provocado el ruido ha sido un accidente. Me detengo, solo puedo observar a Dan tirado al lado de una motocicleta. Me acerco a él, su mirada triste y cansada encuentra la mía, lo único que le escucho decir es "Como lo siento Annie".

Me despierto sobresaltada, nerviosa y con los ojos llorosos. He tenido una pesadilla, pero una que lamentablemente parecía real. Vuelvo a recostarme esperando tranquilizarme un poco. Tengo que calmarme, las pesadillas no se hacen reales.

- Annie, ya despiértate.- Escuche a mamá tocar la puerta de mi habitación.

- Ya lo estoy.-respondí todavía sobresaltada.

Mire hacia el reloj de mi buró, son las diez de la mañana. Es tarde, es hora de dejar de pensar en mi pesadilla, simplemente fue eso y nada más, además Dan no tiene ninguna moto.

Después de cambiarme, baje inmediatamente a la cocina, lo que menos quiero es hacer esperar más a mi abuelita. Cuando entre a esta pude observar a mi mamá preparando el desayuno y a mi pequeña hermana Fernanda comiendo cereal.

Espero cuando sea más grande poder parecerme a mi mamá. Mi abuelita y varios conocidos dicen que nos parecemos mucho y es de las cosas que adoro escuchar. Las dos tenemos el cabello castaño claro, tez blanca y los ojos cafés, las diferencias son mínimas, quizás lo único diferente que tenemos sea el cabello. Mi mamá tiene el cabello corto, lacio y yo largo y rizado. En cuanto a mi hermana es una perfecta combinación de genes por parte de mamá y papá, tez clara, su cara tiene forma redonda, una pequeña pero carnosa boca, ojos como de gato, rasgados pero no tanto, de color cafés claro, su cabello le llega hasta los hombros, es lacio con algo de volumen y de color castaño oscuro. Ninguna heredó el tono negro de papá, tal vez algún nieto aguarde por él.

- ¿Dónde está mi abuelita?- le pregunté a mi mamá cuando entre a la cocina.

- Se ha ido ya.- me contesto.

- ¿Cómo que se ha ido? Le prometí que le ayudaría en la florería hoy.

- A lo mejor tiene varios pedidos Annie, quizás si no te hubieras desvelado con tus diseños, habrías escuchado tu alarma.

- ¿Tuviste que entrar a apagarla?- mamá asintió.- Lo siento mamá pero tú sabes que mis ideas surgen luego en la madrugada

- No te preocupes sonó cuando tu papá se fue. Ahora siéntate a desayunar algo.

- No mamá, si mi abuelita ya se ha ido tengo que alcanzarla ¿Tú no vendrás?

-Tengo citas hasta las cuatro de la tarde y come algo Ana no te lo voy a repetir.- la eterna preocupación de las madres.

- Me llevo una manzana.- la tome del frutero.- Y a Mafe.- cuando mi hermana escuchó su nombre me sonrió, inmediatamente se levantó y salió de la cocina. Mi mamá me miraba algo molesta.- No te preocupes te prometo que desayunaremos algo con mi abuelita.- mi hermana regreso. Nos despedimos de mamá y salimos de la casa.

Era una fría mañana de Noviembre, por suerte mamá nos obligó a ponernos suéteres, otra eterna preocupación de las mamas. Subimos a mi lindo Bettle rojo, el regalo de mis padres por mis 22 años.

- ¿Lista?- le pregunté señalando el estéreo

- Si Annie.- me contestó poniendo un disco en él. Quería adivinar qué disco habría puesto pero si sus gustos no habían cambiado desde hace tres años, solo podía esperar a Justin Bieber.

Quédate Conmigo (PRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora