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 - ¿Te pasa algo?- le pregunte a Stephen mientras conducía.

 - Nada ¿Por qué?

 - Es que estas muy pensativo.

 - ¿No porque lo dices?

 - Porque te estoy viendo además te conozco.

 - Es cierto.- volteo regalándome un pequeña sonrisa.- Es solo que estoy pensando en un caso, pero nada de qué preocuparse bonita.

 - Todo saldrá bien no te preocupes. Eres el mejor abogado.-me tomo la mano y le dio un beso.

 - Gracias.


A pesar de nuestra pequeña platica durante todo el trayecto Stephen no cambio su reacción. Yo estaba nerviosa solo con la idea de estar en esa cena, pero más por que no iba en el rol de una empleada de la compañía Welsh sino como el de la novia del hijo de la dueña. No sabía cómo me trataría la Sra. Welsh  ni yo sabía cómo tratarla a ella.


 - Llegamos.- me dijo Stephen. Y comencé a sentir más nervios y tal vez a temblar un poco. Me tomo de la mano.- ¿Tranquila? Mi mamá no muerde.- me dijo y salió del carro


Cuando Stephen me ayudo a salir del carro puede observar que estábamos enfrente de una hermosa casa. Parecía un pequeño castillo, tenía cuatro pisos y era de color entre gris claro y blanca. Mientras nos acercábamos a la puerta principal pude observar que esta era como de hierro negro.


La puerta se abrió y pasamos.


 - Joven Stephen, que alegría verlo.- le dijo la señora con uniforme que nos abrió la puerta. Volteo hacia mi.- Ella debe ser la Señorita Ana ¿Verdad?- Stephen asintió con la cabeza.

 - ¿Y mi madre?

 - Está terminando de arreglarse.- le contesto la señora.


El interior de la casa era a un más hermoso que el exterior, la decoración se parecía muchísimo al hotel en el que nos hospedamos en Paris y al entrar pude observar una pequeña chimenea de mi lado derecho.


 - ¡Ya llegaron!-se escuchó que gritaba una voz de mujer, después de eso se escuchaba como alguien bajaba de las escaleras corriendo.- ¡Ya llegaron!- volteé a ver a Stephen pero al parecer él tampoco sabía que era lo que pasaba.


Las escaleras dejaron de sonar y una joven delgada bastante linda apareció. Tenía sorpresa y felicidad en su rostro que parecía de porcelana, tenía el cabello largo un poco quebrado y rubio que parecía oro, además de unos expresivos ojos color verde. Vestía un hermoso vestido color negro.


 - No vas a saludarme.- dijo la joven poniendo los brazos en la cintura. Volteé a ver a Stephen que tenía una cara de sorpresa y felicidad.

 - Paola.- dijo y corrió hacia ella cargándola y dándole algunas vueltas. Yo también estaba sorprendida la hermana de Stephen estaba aquí.

 - Bájame, vas hacer que se me suba el vestido.

 - ¿Qué haces aquí?- le pregunto Stephen cuando la bajo.

 - Pues vine al cumpleaños de mi mamá y tenía que ver con mis propios ojos si era verdad que tenías novia.- le dijo riendo. Stephen volteo hacia donde yo estaba. Tomo a Paola de la mano y la llevo hasta mí.

Quédate Conmigo (PRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora