Capítulo XXXIV: Red Bull es de ganadores

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Aún no lograba entender cómo los amaneceres podían ser tan hermosos y a la vez tan majestuosos, hace unos pocos minutos me había levantado frustrada sin poder conciliar el sueño, después de mi pequeño llanto de anoche Charles y yo habíamos decidido acostarnos, habían sido muchas emociones para un solo día y aunque al principio todo resultó bien pasada las tres de la mañana el insomnio se apoderó de mi cuerpo y me impidió descansar como Dios mandaba.

Así que me encontraba sentada en una de las sillas que daba justo a la ventana donde podía ver el amanecer, dirigí mi vista hacia Charles unos segundos, quien dormía plácidamente boca abajo en la cama, abrazando la almohada con uno de sus brazos.

Y cómo siempre luciendo sexi sin ni siquiera intentarlo.

Mis pensamientos recordaron a aquella chica, que al parecer se llamaba Alexandra y era de Mónaco, o por lo menos eso era lo que decían las páginas acerca de la nueva noticia de la novia de Charles, las cuales no había podido evitar leer. Abrace mis rodillas soltando un suspiro, me preguntaba si a las estrellas de Hollywood también les pasaba así.

No sabía describir cómo me sentía con la relación, sabía que no era culpa de Charles y sabía que no era el momento para hacer lo nuestro público porque eso podría costarme un puesto en la parrilla, pero la sola idea de pensar que él estaría pasando su tiempo con ella, me ponía mal, pero creo que el verdadero sentimiento eran celos.

Estaba celosa

Estaba celosa de su libertad, porque yo quería tener esa misma libertad y saber que si decíamos lo nuestro nada saldría mal, que sería apoyado por las personas y que no me llamarían perra interesada.

Mire la pantalla de mi teléfono que había comenzado a vibrar hace unos segundos "Fábrica de Red Bull, 9:30" el pequeño anuncio apareció en mi pantalla principal, el cual mire sin mucha emoción, aún no había pensado en la excusa que le daría a Charles de porque no me iría con él y me quedaría.

Por obvias razones aún no podía contarle y menos como estaba la situación ahora, no sería lo mejor, aunque sabía que ocultarlo tampoco sería lo correcto, pero no tenía opción.

Me acerqué a Charles quien tenía la mitad de su cara aplastada contra la almohada, una sonrisa se formó en mis labios al ver lo cómodo y tranquilo que se veía. Me senté a su lado y comencé a acariciar su cabello para que se fuera despertando, ya que dentro de poco tendría que irse al aeropuerto.

—Cha, despierta—Dije depositando un beso en su mejilla libre que provoco que una pequeña sonrisa se formara en su rostro mientras removía su cuerpo hasta quedar completamente boca arriba.

—Buenos días, bella dama—Dijo sonriendo aún con los ojos cerrados, dirigiendo una de sus manos a lado vacío de la cama, donde eso hizo que abriera los ojos y dirigiera su vista a mi preocupado—Pasó algo malo—Pregunto sentándose en la cama.

Solté una pequeña risa y negué con mi cabeza acercándome a sus labios para dejar un beso en ellos—Todo está bien, Cha, pero se te hace tarde para ir al aeropuerto—Comente levantándome de la cama para comenzar a buscar la ropa que usaría para ir a la fábrica.

Aproveche el tiempo que Charles duro en la ducha para pensar en una excusa razonable y que no se diera cuenta de que le estaba mintiendo.

—No vendrás conmigo—Pregunto cuando salió del baño y miro mi maleta aún desacomodada.

Me acerqué a él pasando mis brazos por su cuello—Olivia me pidió de último momento que la acompañara hacer unas cosas aquí—Dije tratando de soñar lo más convincente posible—Me iré en la tarde.

Charles me miro dudoso unos segundos hasta que al final termino asintiendo y dejando un beso en mi cabeza para dirigirse a la cama y colocarse sus zapatos.

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