Capítulo XXVIII: El Rayo McQueen

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SÁBADO

(DÍA DE CLASIFICACIÓN)

—Soy veloz, un ganador y 42 perdedores, yo desayuno perdedores—La voz del famoso rayo McQueen salió de los altavoces del televisor que se encontraba en el cuarto de Charles.

Resultaba que había atrapado al monegasco viendo la película de Cars faltando solo unas horas para tener que ir al circuito, su excusa fue que era su película favorita, pero creo que en el fondo él se sentía el Rayo McQueen y no lo juzgo porque hasta yo lo hacía.

—Soy veloz, 19 perdedores, yo desayuno perdedores—Imite con mi voz.

—Tal parece que no soy el único que le gusta el rayo—Comentó Charles con una risa a mis espaldas provocando que pegara un brinco en la cama.

Lo miré de mala manera—Cállate, Leclerc—Me queje tirándole una almohada que atrapo casi al instante provocando que la toalla que tenía amarrada a su cintura se moviera, por instinto me di la vuelta roja, lo que provoca una fuerte carcajada de su parte.

—Por favor, Amore mio. No es como si no lo hubieras visto ya—Dijo moviendo sus cejas de forma sensual, provocando que el color en mis mejillas incrementará más. Charles soltó una risa y se acercó a mí para darme un beso y después ir a cambiarse.

Negué con mi cabeza y me acerqué al espejo para acomodar mi camisa y mi cabello, lo que se habían desordenado cuando me había acostado con Charles en la mañana, después de la extraña charla con Christian y un par de reuniones más Charles y yo quedamos en encontrarnos en su habitación a la mañana siguiente para vernos antes de la clasificación.

Busqué mi teléfono y me acerque a Charles, que se había puesto enfrente del espejo para peinar su cabello—Nos vemos en el paddock, Cha—Dije antes de darle un beso, el cual correspondió. Baje por las escaleras y cuando salí al estacionamiento me subí al auto de Paolo, quien solo me saludo y manejo en silencio.

La carrera de España siempre me producía cierta felicidad, aunque sabía que eran europeos y no latinos, hablábamos el mismo idioma y en cierta parte se sentía como en casa. Banderas rojas y amarillas con el número 55 adornaban la mayor parte del paddock, no me podía imaginar lo feliz que estaba Carlos de correr aquí, la última vez que compartí palabras con él fue en Mónaco, en cierta parte me dolía la separación que había surgido entre nosotros, pero tampoco podía obligarlo cuándo tenía sentimientos por mí.

—Jules, espera—Paolo tomo mi brazo antes de que bajara del coche—Creo que Ferrari quiere proponerte algo para el año que viene, por favor no te metas en problemas—Añadió suplicando con la mirada, asentí con mi cabeza y me baje del auto para dirigirme al garaje de Prema.

Ferrari quería proponerme algo

Sus palabras retumbaban en mi cabeza una y otra vez, acaso Ferrari quería darme un puesto en la parrilla para el siguiente año, aunque eso significaba la salida de uno de los dos pilotos y conociendo a Ferrari sería de Sainz, lo que me ponía a pensar si de verdad sería capaz de quitarle el puesto a mi amigo.

¿De verdad tendría el valor para hacer algo así?

Y la respuesta era no, no tenía las suficientes agallas para hacer algo así, sabía que el ser egoísta era algo que nos caracterizaba, pero no a esta chica. Salude a un par de caras conocidas en el garaje y me dirigí a los vestidores para cambiarme y ponerme a entrenar antes de que empezara la clasificación.

P5

Esa sería mi posición en la parrilla para la competencia de mañana, no estaba del todo feliz porque sabía que podía haber hecho más, pero el tiempo nos jugó en contra y eso fue todo lo que pudimos lograr. Aunque quería pensar que a mí me fue mal a Charles terminó yéndole peor quedando P20 y para suerte del español saldría de segundo con Max enfrente de él.

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