Hyunjin era un hombre que siempre tomaba lo que quería entre esas cosas estaba Félix que era su prisionero y más que eso. Era todo lo que necesitaba para estar completamente satisfecho. Sin embargo un dia todo se sale de sus manos cuando felix descu...
Esa tarde estaba lloviendo muy fuerte y el frío hacia temblar demasiado al joven omega con las mejillas empapadas de lágrimas. No sólo había tenido un mal dia, si no que estuvo soportando las burlas de los alfas en la preparatoria. Lo odiaba.
Iba llegando a su casa pero detuvo sus pasos cuando vio que su padre estaba tirando todas sus cosas a la calle. Fue cuando sintió que el mundo entero lo odiaba y estaba en su contra. Y cuándo su madre lo vio nisiquiera le prestó atención sólo se muro las uñas ignorando por completo su presencia.
Quería preguntar porque le estaban haciendo eso, en la mañana todo parecía estar bien. Incluso Minho le habia prometido un regalo por su cumpleaños. Su pecho se sintió vacía porque Minho también estaba ahi, sentado en las escaleras mirando como como su padre destrozada todo lo que fue de Félix. Y cuando sus bonitos ojos azules se entonaron en el omega lo miro con frialdad y sin ese brillo que siempre había en sus ojos cuando lo miraba.
Se dejó caer al suelo cuando cerraron la puerta de la casa dejando lo fuera y con todas sus cosas destrozadas y mojadas. Sollozo fuertemente dejando que las lágrimas salieran de sus ojos y no pudo detenerlas.
Ignoro por algunos segundos que el agua ya no lo mojas como antes y que ahora sentía un cálido abrigo emsobre sus hombros. Fue cuando levanto la vista y de encontró la preocupada mirada de su mejor amigo.
Y sintió que Hyunjin era como un ángel que siempre aparecía en el momento más oportuno y lo salvaba. Odiaba ser tan débil y odiaba aún más que el tuviera que verlo siempre de la misma manera: destrozado.
—Félix... ¿que ocurre?— lo ayudo a levantarse del suelo mientras que Félix sólo pudo abrazarlo por el cuello y llorar como nunca antes.
De aferró a sus brazos mientras que el Alfa le correspondía envolviendolo en un fuerte abrazo sin importar que la ropa del menor estuviera empapada.
—Tranquilo, aquí estoy— le susurro y el omega solo lloro con más fuerza —me tienes aqui, todo estar a bien.—
Los sollozos de Félix aumentaron mientras que una gran sonrisa se extendía en el rostro del alfa.
Satisfecho porque el único que los estaba mirando era Minho.
Todo había salido bastante bien, aunque aún faltaba la parte más difícil.
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