⭒𝟷⭒

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Sunoo esperaba a que el estacionamiento del instituto se despejara un poco para llevar a cabo su tan ansiado plan.

Rayarle el auto al profesor Min Yoongi.

Estaba enojado con él, era su profesor de artes y siempre encontraba algo para criticarle. El menor ya estaba harto de su desprecio ante los trabajos en los que tanto se esmeraba, no lo soportaría más. Ahora, el sabría lo que se siente esforzarte tanto por conseguir algo y que un idiota lo eche todo por la borda.

Sunoo parecía un chico inocente por fuera; tenía un novio perfecto, una familia bien acomodada y buenas notas. Lo cierto era, que de vez en cuando gozaba de hacer esas tonterías de adolescente rebelde.
Esta vez actuaría impulsado por su rabia, aunque, resultaba ser la primera vez que cometía un acto de vandalismo tan grave. Se halló a sí mismo algo nervioso.

No podía correr el riesgo de que lo atraparan en el acto y que su tan valiosa reputación de chico bueno se viera afectada. Sin embargo, algo dentro de él lo impulsaba a dañar el tan preciado vehículo del profesor Min.
Si fuera por él ya hubiera pinchado todas las llantas, bañado de gasolina y prendido fuego, eso era lo más inocente que se le había ocurrido.

Suspiró cuando finalmente parecía no haber moros en la costa. Estaba por oscurecer; las clases terminaron hace poco más de media hora, y dentro del establecimiento se encontraban los profesores que hacían turno de noche (entre ellos, Yoongi) y los directivos.
Se fueron todos los alumnos, y estaba completamente seguro de que no se encontraría con nadie hasta dentro de una hora más por el estacionamiento.

Agradecía el hecho de que por lo menos, su profesor estacionara en un lugar medio apartado en el que a nadie se le ocurriría mirar. Tenía todo planeado: usaría guantes para evitar dejar huellas dactilares o rastros de ADN -si su novio estuviera ahí, le diría que sus seres policíacas se le subieron a la cabeza-. Como sus compañeros se habí­an ido, asumirían que se trató de algún estudiante que asiste en el turno de noche.

Sacó del empaque el cúter que compró para conmemorar la ocasión; su profesor deberí­a sentirse halagado, rara vez hacía gastos que no fueran para él mismo.
Observó para todos lados una última vez para asegurarse que realmente estuviera solo. Sentía la adrenalina recorrerle las venas... el temor de ser atrapado, lo motivaba a mover la mano que sostení­a aquel objeto filoso más rápidamente.

Apoyó la punta de dicho objeto en una de las puertas del automóvil. Sintiendo como toda su ira hacia el hombre lo dominaba, comenzó a rayar con furia toda la zona y dejándola horrible para la vista.
Al terminar, se sintió mucho mejor al haber descargado la ira que estuvo conteniendo hasta el momento. Contempló su ''obra maestra'' y sonrió satisfecho por su cometido.

*°• ᴘᴜᴢᴢʟᴇ ᴘɪᴇᴄᴇ - ꜱᴜɴꜱᴜɴᴋɪ •°* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora