Si no habéis captado su atención desde el primer momento, ¿Cómo vais a conservarla? Prólogo íntegro de Los consejos de lady Rothburg, publicados en 1802
Como él había imaginado y esperado, el vestíbulo estaba a rebosar de personas ataviadas con sus mejores galas, que revoloteaban como aves luciendo su más brillante plumaje. Jisung Northfield dejó que su marido le retirara con delicadeza la capa de terciopelo de los hombros, y siguió dándole la espalda a propósito mientras sonreía y saludaba a diversos conocidos entre el gentío. El entregó la prenda al encargado del guardarropa y se puso a charlar con lord Bassford, un viejo amigo, mientras él esperaba estratégicamente sin darse la vuelta.
Ese era el primer paso de un plan que, desde luego, esperaba que funcionase, porque se sentía muy expuesto.
Muy, muy expuesto.
Minho terminó de hablar, lo cogió del brazo y, por suerte, dirigió la mirada a la multitud, buscando un resquicio para abrirse camino hasta su palco privado.
—Por aquí, querido. Me parece que podremos colarnos por donde está el conde de Farrington.
—No conozco a la joven que le acompaña —murmuró él, fijándose en el llamativo cabello y la figura exuberante de la damita. —Dios santo, si tiene edad para ser su padre.
—Me parece que es su amante actual —dijo su marido con frialdad mientras avanzaban entre la muchedumbre. —Estoy convencido de que la ha traído a la ópera solo para molestar a su esposo. La discreción nunca ha sido el punto fuerte de Farrington.
A Jisung no le pasó inadvertido el tono de censura en la voz de su marido, pero al menos no iba dirigido contra él. Es decir, todavía no. En los tres meses que llevaban casados había aprendido que Minho Northfield, quinto duque de Rolthven, estaba en contra de exhibir en público la vida privada de cada uno.
Si tuviera un amante, seguro que no saldría con él, ni alardearía de su aventura ante toda la buena sociedad londinense. Tampoco perjudicaría a su esposo, ni lo humillaría a sabiendas. Jisung solo rogaba que él no tuviese un amante, y deseaba también que nunca sintiera la necesidad de tenerlo.
Él lo cogió del brazo con ligereza y lo condujo por la escalera alfombrada que subía hasta un elegante palco con vistas al centro del escenario. La gente se volvía al verles pasar, otros amigos les saludaron, y Jisung se dio cuenta de que más de un caballero se entretenía en observarlo y que diversas damas y donceles arqueaban las cejas. Bien. Al fin y al cabo deseaba impresionar, y esas prolongadas miradas masculinas indicaban que, sin duda, lo había conseguido.
Notó el momento en el que Minho se percató del traje. Estaban en mitad de la escalera y él titubeó y tensó los dedos. Se quedó inmóvil con un pie en el siguiente escalón y los ojos fijos en su escote.
—Dios bendito, ¿Qué llevas puesto?
—¿Te parece apropiado pararte en la escalera y mirarme el trasero con tanta atención? —Le preguntó con una tranquilidad que de hecho no sentía, mientras subía el siguiente peldaño con decisión. —Es la última creación de madame Ellen y sí, puede que el escote sea excesivo, pero estoy convencido de que tengo la figura adecuada para llevarlo.
Su marido se quedó quieto un momento, sin apartar los ojos centelleantes de las curvas marfileñas que emergían por encima de la tela al borde de su espalda y trasero, mostrando la parte trasera en su totalidad.
—Es cierto que puedes lucirlo, pero tal vez deberías haberte preguntado si debes. O mejor aún, habérmelo preguntado a mí —masculló en voz baja. ¿Consultarle a él sobre moda? Como si eso le importara. Aunque vestía de modo impecable, nunca hacía el menor comentario sobre la ropa que llevaba él.
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Lecciones de Seducción - Minsung
FanfictionNingún doncel de verdad debería tomar clases de una cortesana... Jisung, El nuevo esposo de Minho Northfield, quinto duque de Rolthven, es la encarnación del novio perfecto. ¿Qué diría entonces la sociedad si lo vieran con una copia de Los consejos...