Capitulo 11

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El engaño puede adoptar muchas formas. Algunas veces, ocultar la verdad es una forma prudente de actuar. Pero eso también puede significar la muerte de un frágil vínculo de confianza. Si engañáis a vuestro amante, hacedlo con cuidado.

Del capítulo titulado: «Lo que él debe saber»


Lea hizo un gesto vago. 

—Si necesitamos algo más la llamaremos, señora Judson.

—Muy bien, madame. Excelencia. —La anciana hizo una reverencia con la cabeza y salió de la sala.

—Suele ir de aquí para allá dando órdenes a todo el mundo, como si la señora de la casa fuera él y no yo. No es que me importe, porque es muy eficiente y los niños la adoran. Solo se acuerda de repente de que soy la hermana de un duquess cuando tú vienes de visita —le explicó su hermana entre risas. Jisung consiguió esbozar una sonrisa ausente.

—Tienes suerte de tenerla. Dime, ¿cómo están los niños? Esa pregunta siempre provocaba una retahíla de descripciones sobre las diversas hazañas de sus sobrinas y su sobrino, pero Jisung les quería mucho a todos, así que lo normal era que le encantara y le distrajera oírlas. Pero debía admitir que esta mañana en concreto estaba distraído.

—... y estaba debajo de la cama, nada menos... Sungie, ¿me estás escuchando?

—Por supuesto —dijo de forma automática. Pero al ver la mirada de claro escepticismo de Lea, añadió con un suspiro: —quizá no con la atención que debiera. Perdona. Estaban sentados en la salita de invitados de la residencia de su hermana. Era un espacio acogedor, con butacas tapizadas de cretona y cojines bordados, y de las paredes colgaban varias acuarelas que su hermana había pintado recientemente. Lea dejó la taza de té a un lado.

—¿Pasa algo malo? Dijiste que la reunión campestre de Rolthven fue un éxito. Y por los comentarios de los periódicos parece que todo el mundo opina lo mismo. Me habría encantado que Henry y yo hubiéramos podido asistir.

—Fue bien. Me parece que los invitados disfrutaron mucho. Incluso Minho parecía relajado. — Jisung contempló la base de la taza con aire melancólico. —Al menos esa es la impresión que tuve. Estos días, en cambio, se está comportando de un modo bastante distinto.

Era cierto. Desde que habían vuelto había estado más absorto que nunca. A posteriori resultó un error haberle revelado sus verdaderos sentimientos. Nunca debía haberle dicho que le amaba. Esas sencillas palabras lo habían cambiado todo, aunque Jisung habría jurado que en aquel momento Minho se había emocionado. La verdad es que le había dado un beso prolongado e intenso, y después le hizo el amor de una forma tierna y ardiente a la vez, pero puede que él hubiera confundido el deseo físico con una respuesta emocional.

—Define distinto. —Lea frunció el ceño, preocupada. —Veo que esto te angustia mucho.

—Es difícil de describir. Está... distante.

—¿Más de lo normal? Jisung reaccionó a eso con una sonrisa irónica. Sí, Minho solía presentar al mundo la imagen de un aristócrata privilegiado, nada complaciente, ni afable. Aunque él sabía de primera mano que era muy capaz de ser ambas cosas.

—Sí. Sin duda más de lo habitual. A lo mejor solo se debe a que le obligué a pasar unos días en el campo y ahora está más ocupado que nunca, pero no ha... Se detuvo, sin saber cómo seguir. Unas lágrimas imprevistas le inundaron los ojos y desvió la mirada hacia la ventana manchada por la lluvia.

—¿No ha...?

—Venido a mi cama —balbuceó entre sollozos reprimidos.

—Entiendo... —Lea parecía desconcertada, —y deduzco que no suele ser así.

Lecciones de Seducción - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora