El deseo es un juego. Una puede practicarlo con ligera sutileza, o con flagrante coqueteo.
Del capítulo titulado «Cómo huir y estar seguro de que te atraparán»
Jisung se agarró a la correa para mantener el equilibrio cuando entraron en una zona especialmente angosta del camino. Minho, sentado frente a él, apenas se movió del asiento. Estaba leyendo otra carta más del saco de correspondencia que se había llevado, con sus piernas largas extendidas, y la expresión ausente. En algún momento del trayecto le había caído sobre la frente un mechón de cabello castaño que le daba un aire casi infantil, pero estaba demasiado distraído para darse cuenta, y en cualquier caso la anchura de sus hombros y la nítida masculinidad de sus facciones no tenían nada de infantil. Jisung cedió por fin al impulso que llevaba tentándolo durante los últimos kilómetros. Se inclinó hacia delante y con un gesto de familiaridad colocó el rizo rebelde en su lugar. Él levantó la vista del pedazo de pergamino que tenía en la mano y,
—No estoy prestándote atención. Discúlpame.
—Ya me dijiste que seguirías teniendo que ocuparte de tus asuntos cuando estuviéramos en Rolthven, pero admito que este silencio me está resultando un tanto pesado. —En realidad Jisung no esperaba que él comprendiera el nerviosismo que sentía ante su primera incursión real en el papel de gran anfitrion. Minho estaba tan acostumbrado a todo lo referido a la pompa ya los grandes eventos, que incluso dudaba que se hubiera parado a pensar en ello. Por Dios santo, su marido saludaba al príncipe regente por su nombre de pila. — ¿Cómo fue tu infancia? —Parecía una pregunta apropiada en aquel momento, pues se acercaban a la propiedad donde él se había criado, y él sentía curiosidad. Minho levantó las cejas un milímetro.
—Mi infancia?
—Me imagino que no es fácil crecer siendo el primogénito de un duque. —Jisung recordó la imagen de sus sobrinas corriendo como locas por el parque días atrás, entre una venda de carcajadas infantiles. Él también había tenido una niñez maravillosa. —Te permitían jugar, montar en poni, aprender a nadar... y todas esas típicas cosas que a los niños les encanta hacer?
—De hecho, sí. Hasta cierto punto, supongo. —Sus ojos celestes la miraban de un modo que solo podía describirse como cauteloso. —¿Puedo preguntar por qué estamos teniendo esta conversación?
—Dudo que esto sea una conversación —señaló él. —Tú apenas has pronunciado un par de palabras. Y lo pregunto porque en el día a día dedica tan poco tiempo a disfrutar, que me preguntaba si te educaron para que creyeras que así es como debe vivirse la vida. Minho respondió con secuencia:
—Tengo entendido que conoces a mi hermano. Es obvio que no nos educaron para repudiar las frivolidades. Con eso no quiero decir que Jiwoong sea un frívolo, pero no se priva de ningún placer. Pero Jiwoong no era el hermano mayor, pensó Jisung, observando a su marido bajo el halo de las pestañas. —Yo asisto a audiciones musicales, voy a la ópera y otros espectáculos. Doy un paseo a caballo cada mañana a menos que haga muy mal tiempo, y voy al club. —Minho había incluido despacio la lista, y luego bajó la voz: —Desde que me casé, disfruto sobre todo por las noches.
Cualquier respuesta que él hubiera podido dar quedó silenciada por el traqueteo del carruaje al entrar en el prolongado sendero. La fachada de Rolthven Manor, de piedra gris y líneas elegantes y nítidas, no era exactamente medieval, pero provocaba una sensación que evocaba esa época. Tal vez fueron las torrecillas colocadas a ambos lados de la impresionante fachada, altas e imponentes, que flanqueaban la estructura como grandiosos símbolos de una era en la que los Northfield habían sido señores feudales.
ESTÁS LEYENDO
Lecciones de Seducción - Minsung
FanfictionNingún doncel de verdad debería tomar clases de una cortesana... Jisung, El nuevo esposo de Minho Northfield, quinto duque de Rolthven, es la encarnación del novio perfecto. ¿Qué diría entonces la sociedad si lo vieran con una copia de Los consejos...