Epilogo

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Changbin Northfield estaba cómodamente apoyado en el respaldo de la butaca, con las piernas cruzadas a la altura del tobillo, y una botella de whisky justo al alcance de la mano. Su partida hacia España se había retrasado por diversos problemas burocráticos, lo cual era frustrante, aunque había otros asuntos que habían terminado de forma satisfactoria.

Su hermano menor se había casado. Y se había casado bien. Felix incluso estaba pendiente de una especie de estreno de sus composiciones musicales en un recital público inminente. Jiwoong nunca había sido de los que respetan las convenciones al dedillo, y exhibir el talento extraordinario de su esposo era una audacia típica de él.

Minho también estaba más contento y más abierto que nunca, en opinión de Changbin. La futura paternidad le sentaba bien a su hermano mayor, y lo cierto es que Jisung estaba radiante de felicidad aunque se sintiera algo pesado. Se diría que estaba más bello que nunca, lo cual era decir mucho. Changbin dedicó una perezosa sonrisa a sus hermanos, sin molestarse en ocultar la carga de ironía.

—¿De modo que ambos lo leyeron?

—Y solo Dios sabe a quién más es capaz de prestarle el libro mi osado esposo. —Minho levantó una ceja. —Yo ya he dejado de intentar controlar siquiera lo que hace.

—Lo que quieres decir —intervino Jiwoong con evidente malicia —es que se lo permites todo.

—Quizá. —Minho parecía indiferente, y a la vez relajado. Relajado. Minho. Eso era una gran cosa.

—A mí el libro me parece bastante admirable —dijo Jiwoong y bebió un sorbo del vaso. — Changbin, cuando te cases, tal vez deberías pedirle a Jisung que se lo preste a tu esposo. Te prometo que si se lo das a tu amado, no te arrepentirás. Digamos que lady Rothburg no tiene ningún problema en comentar al detalle ciertas cosas que un caballero no trataría con su esposo. Si la mueca pecaminosa de su hermano significaba algo, eso debía ser verdad.

—Mañana regreso a España —señaló Changbin. —Así que dudo que me esperen romances de ningún tipo en un futuro, pero lo tendré presente.

—Nunca se sabe —comentó Minho. —Si alguien me hubiera dicho que me esperaban a mí, yo habría protestado con vehemencia.

Qué gran verdad. ¿Quién hubiera predicho que su estricto hermano mayor se casaría con un encantador aunque impulsivo joven, y que conseguiría convertirse en un hombre distinto al recto e irreprochable duque de Rolthven? En el mismo sentido, ¿quién podía imaginar que Jiwoongie se casaría con un jovencito respetable, y que le convencería de tocar el chelo en público, nada menos? Sus secretos eran mucho más volátiles y privados. Changbin cogió el vaso y lo alzó.

—¿Brindamos por ella, pues? Por la sabia, aunque perversa, lady Rothburg.

 

Lecciones de Seducción - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora