Evitad a los hombres que fingen ser lo que no son. La personalidad de un amante siempre es importante, aunque lo único que busquéis en sus brazos sea un goce transitorio. Yo siento un particular afecto por los jóvenes licenciosos, porque son francos y claros sobre la naturaleza fugaz de su interés. También posee un encanto irresistible. La mujer que logre conquistar el cariño sincero de uno de ellos, será en verdad afortunada.
Del capítulo titulado «Esos adorables caballeros traviesos»
Los caballos eran dos animales magníficos que avanzaban a la par, pero los hombres que los montaban eran muy distintos. Jiwoong, por supuesto, había escogido un árabe semental, su raza favorita; una bestia que podía ser difícil de dominar, pero el esfuerzo valía la pena si lo que buscabas era resistencia y velocidad.
Su hermano mayor, como era de esperar, montaba un purasangre con las patas esbeltas, unas ancas enormes y unos cuartos creados para las distancias cortas. Era un velocista extraordinario y famoso entre los purasangres británicos. Thebes había ganado una fortuna en premios, y ahora estaba retirada y dedicada a la cría, pero Minho lo montaba porque además de ser una inversión, era su caballo favorito. Jiwoong pensó con ironía que eran muy apropiados el uno para el otro: un aristocrático duque y un distinguido campeón. Aunque en ese momento la serenidad y prestación contenida, habituales en su hermano, se ocultaban bajo una expresión severa.
—Mi esposo me tiene desconcertadísimo.
— ¿Confundido por un doncel? —Era imposible no reírse. —Qué concepto tan novedoso. Minho le lanzó una mirada de reproche.
—Tus burlas no me ayudan.
— ¿Es ayuda lo que quieres? Al cabo de un momento, Minho se mostró evasivo.
—Tálvez. Él se comporta de forma errática. Era una tarde de otoño preciosa y el parque estaba bastante lleno. Ambos saludaron a varios conocidos y siguieron avanzando en silencio, hasta que volvieron a quedarse solos. Sobre ellos se extendía un cielo de un azul exquisito, salpicado de nubes diáfanas.
—La semana pasada, en el almuerzo de cumpleaños de la abuela, Jisung me pareció de lo más normal —comentó Jiwoong con discreción. —Yo no lo habría calificado de errático, pero también es verdad que no lo veo a diario. Era cierto. Él tenía casa propia en la ciudad, y prefería no vivir en la grandiosa residencia familiar de Mayfair.
Jiwoong no era el duque, ni siquiera el segundo en la línea sucesoria (su segundo hermano, Changbin, era quien ostentaba tal distinción en ese momento), ya él le encantaba actuar a su antojo, sin cortapisas. De nuevo Minho vaciló de un modo evidente, y tensó tanto las riendas que Tebas sacudió la cabeza. Él le palmeó el cuello a modo de disculpa.
—No es algo que se aprecie desde fuera, pero tengo la condenada convicción de que hay una diferencia. No era frecuente ver en su hermano una incomodidad tan palpable. Jiwoong tuvo que admitir que sentía una curiosidad terrible. Le echó un vistazo con el ceño fruncido.
—Vas a tener que explicarte, Min.
—Sí, por todos los diablos, ya me doy cuenta. La airada respuesta de Minho era aún más intrigante que esa inusual propuesta de salir a cabalgar de buen mañana. Jiwoong esperaba con paciencia, disfrutando de la pacífica calidez de aquel buen tiempo mientras sus monturas avanzaban indolentes a lo largo del sendero que transcurría sinuoso entre la hierba y los árboles. —La otra noche él... bien, decimos que fue inesperado. No era que eso le aclarase nada, pero Jiwoong tuvo por fin cierta noción de a qué se refería, o de a qué no se refería de hecho, porque en la cara habitualmente muy serena de su hermano apreció un leve rubor.
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Lecciones de Seducción - Minsung
FanfictionNingún doncel de verdad debería tomar clases de una cortesana... Jisung, El nuevo esposo de Minho Northfield, quinto duque de Rolthven, es la encarnación del novio perfecto. ¿Qué diría entonces la sociedad si lo vieran con una copia de Los consejos...