Capitulo 1

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Los hombres desean entendernos, pero solo en un sentido muy abstracto. Según ellos, la volatilidad de nuestras emociones nos convierte en unas criaturas demasiado complicadas para poder comprendernos del todo. Debo admitir que, hasta cierto punto, tienen razón. Los hombres se enfrentan a la vida de un modo muy directo. Algo que nos conviene recordar en nuestro provecho. Las mujeres y Donceles, por su parte, se entienden muy bien entre sí.

"Del capítulo titulado Su realidad frente a nuestras ilusiones"

El sol de media tarde se colaba a través de los ventanales y caía en haces sesgados sobre la lujosa alfombra. Las cristaleras estaban abiertas a los jardines, y el aroma de las rosas en flor inundaba el aire. Felix Marston, sentado frente a Jisung, levantó una ceja.

—Pareces raro, Sung —dijo con aire suspicaz. ¿Estás escuchando la conversación, ni siquiera?

—Yo pienso lo mismo —intervino Jeongin Smythe, condes de Bonham. Menudo y bonito, estaba sentado en el borde de una butaca de tapicería exquisita, con su cabellera de ébano recogida con recato en la nuca, y la misma pregunta escrita en sus encantadores ojos oscuros.

— Pareces muy distraído.

-¿De veras? —A Jisung le resultó imposible fingir inocencia y se echó a reír. Sus amigos reunidos en la salita informal de Jeongin para tomar el té y charlar, tenían bastante razón. Hacía un buen rato que había perdido el hilo de su cháchara sobre las últimas tendencias de la moda. La velada anterior había sido un... éxito. Él incluso lo calificaría de revelación. ¿Cómo diablos podían pensar en eso sin sonreír? Bien, era imposible.

-Si. Extraño como un gato que se ha comido el canario. —Felix se sentaba ahora algo más erguido, en un sofá de brocado. Era un morenito alto, esbelto y con una figura envidiable.

Era muy común que los caballeros se confesaran enamorados de él, pero a pesar de la insistencia paterna para que se casara pronto, él aún no había encontrado a nadie que le conviniese. Esta era su segunda temporada, y ello lo convertía en una especie de desafío para los jóvenes de la buena sociedad.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó. Los tres habían sido muy buenos amigos desde niños, y aunque Jisung intentó adoptar una expresión anodina, no lo consiguió.

— ¿Qué los hace pensar que ha pasado algo? Los otros dos intercambiaron una mirada y después dirigieron la vista de nuevo hacia él.

—Llámalo una conjetura —dijo Jeongin con secuencia. —Los dos te conocemos y yo ya he visto antes esa expresión. Me recuerda la vez que fuimos a explorar la abadía en ruinas a medianoche esperando encontrar fantasmas y nos pillaron al volver. Tú te inventaste un cuento y consecuencia que mi institutriz se lo creyera no sé cómo. —Y añadió: —Pero nosotros sabíamos muy bien que en realidad éramos culpables de habernos saltado las normas. Jisung lo grababa y murmuró con humor mientras cogía la taza de té:

—Sí, pero conseguí que no nos castigaran, ¿verdad?

—Tenías muchos labios —comentó Félix. —Pero no intento aplicar esa triquiñuela con nosotros. Dinos, ¿por qué mirabas por la ventana con esa peculiar sonrisa de complacencia? Jisung no estaba en absoluto seguro de si debía contarles la verdad. Era un secreto tremendamente escandaloso. No obstante, confiaba en sus dos amigos más que en nadie en el mundo.

-¿Cantado? —dijo Félix.

—Volví y lo compré —confesó él. Sus dos amigos se quedaron con las tazas de té suspendidas entre las manos, perplejos. Les dio más detalles. —Volví a esa pequeña librería y compré Los consejos de lady Rothburg. Jeongin abrió la boca, atónito y Felix se atragantó. Jisung levantó la palma de la mano con un gesto de súplica. —Antes de que digáis nada, dejad que os explique que funcionó. Los consejos que da el libro no tienen precio. Leí el primer capítulo y fue de lo más instructivo. Deberíais haber visto a Minho. Creo que una mitad de la ópera dejó de mirar el escenario y pasó a fijarse solo en mí. Bien, en cierta parte de mí, en cualquier caso.

Lecciones de Seducción - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora