Capitulo 2

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El elemento sorpresa siempre resulta útil. Tened presente que a los hombres les gusta la variedad. Si podéis ofrecérsela, no necesitarán buscar distracciones en otra parte.

Del capítulo titulado «Entender a tu presa»

¿Te importaría —preguntó Lea, arqueando una ceja con recelo —decirme en qué estabas pensando?

Era un delicioso día de otoño. El cielo parecía impoluto, soplaba una brisa cálida, y ellos estaban sentados en el jardincito de su hermana. Una de las niñas que corría en círculo sobre la hierba se dejó caer encantada con un estridente chillido de alegría, y empezó a rodar sin preocuparse de la posibilidad de mancharse el traje de encaje. Jisung contempló las payasadas de su sobrina e intentó disimular una sonrisa.

—¿Podrías concretar más? Su hermana le lanzó una mirada gélida. Era cinco años mayor, y también rubia y esbelta. Puede que se parecieran, pero Lea siempre había sido un tanto mojigata.

—Sabes muy bien de qué estoy hablando. Todas las crónicas de sociedad mencionan el diseño de esa modista francesa que luciste en la ópera y que suscitó los comentarios de todo el mundo. Según dicen, o bien era la última moda, o el modelo más provocativo visto en público en los últimos tiempos. Por muy duquesa que fuera, Jisung se sintió de inmediato como el niño que había sido, reprendido por su hermana mayor.

—Era atrevido —admitió, —pero decidió usarlo por una buena razón. Y entre los asistentes había otros donceles con escotes parecidos.

—Espero que te des cuenta de que eres un de los jóvenes más envidiados de la sociedad. — Lea se levantó, se acercó a levantar a su hija con delicadeza, le sacudió las Pajitas de hierba del dobladillo, y la conminó a volver a jugar con los otros dos niños. Volvió al banco bañado por los cálidos rayos del sol y se sentó, recogiendo con prestación el vuelo de la falda. —No puedes hacer algo escandaloso y creer que no generará comentarios. Eres la duquesa de Rolthven.

—Solo pretendía que Minho se fijara en mí, nadie más.

— ¿De qué hablas si puedes saberse? A mí me parece que él ya se fija en ti. Es tu marido.

—Lo cierto es que esa noche lo hizo. —Al recordar el trayecto en carruaje, Jisung sonriendo para sí.

—¿Qué quieres decir? Jisung se encogió de hombros confiando aparenter un rechazo superficial, cuando en realidad sus sentimientos sobre el asunto eran todo menos superficiales.

— ¿Está mal que deseas más de mi matrimonio?

—Yo creía que te sentiste en el séptimo cielo cuando te casaste con Minho y que, al contrario que la mayoría, estás enamorado de tu marido. —Lea frunció su frente tersa de forma casi imperceptible. Todo eso era verdad. En realidad, ese era el problema. Si su único deseo hubiera sido casarse con un duque poderoso, tal vez se habría dado por satisfecho con la posición social, el dinero y la influencia que ello le reportaba. Pero igual que Lea con su Henry, Jisung se habría casado con Minho aunque hubiera sido corriente en todos los sentidos.

—Amo a Minho, ese no es el tema. Bueno, supongo que sí lo es. —Jisung se ajustó el traje de seda con una mano indolente, y concentró la mirada en los niños que jugaban. —Creo que él está contento de haberse casado conmigo. Sé que le atraigo y que incluso disfruta de mi compañía, aunque en mi opinión no nos vemos lo bastante. Pero ¿me ama? De eso no estoy seguro. Para nuestra sociedad sería perfectamente aceptable que no me amara, y estoy seguro de que yo me daría por satisfecho si mis propios sentimientos no estuvieran en juego. Pero ansío algo más que estar satisfecho. Deseo ser feliz, y deseo aún más que él lo sea.

Lecciones de Seducción - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora