Capítulo 15: Verdades a medias

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かごめ (Kagome)

Detuve la historia en este punto al ver que se había quedado profundamente dormido. No es que pudiera contar mucho más porque la verdad es que la mayor parte de la historia estaba basada en la realidad de la vida de Inuyasha. No puedo evitar que se me coloreen las mejillas al recordar lo explícita que fue la declaración de la "joven campesina a su hanyō" y sé que sería demasiado esperar que no recordara nada de lo que le he contado cuando regrese a la normalidad.

Si voy a ser completamente sincera, me encuentro dividida en dos posturas. Por un lado, me encantaría que cuando regrese a la normalidad lo recuerde todo y que así se percate de lo mucho que lo quiero y que, si él me lo pidiera, si dejara a un lado el miedo, si confiara en mí lo suficiente como para dejarme entrar en su corazón, yo haría hasta lo imposible por verlo feliz. Le daría todo mi amor, sin pedir nada a cambio, porque dado que lo amo tanto, solo con su felicidad existe la mía. También existe la posibilidad, dentro de esa misma postura, de que él encuentre esa felicidad con otra persona, pero si se diese ese caso, yo me iría con el corazón roto, pero con el convencimiento de que alguien más hará nacer sonrisas en sus momentos de tristeza y lo apoyará cuando se sienta flaquear, y le recordará que no está solo cuando él lo olvide.

Pero si lo recordara, si él comprendiera todo lo que dejé ver con mi canción, con mi historia, lo que dejo ver cada vez que le doy la mano, o cada vez que me sonríe... Si entendiera que mi mundo se ilumina con su sola presencia y que se lo demuestro siempre que puedo, incluso si no se sintiera del mismo modo, podría entender que no tiene que estar solo... Y, sobre todo, que hay quienes lo aman por ser quién es...

Si, por otro lado, no recordara absolutamente nada de lo que hemos pasado en los últimos días, desde que cambió... supongo que a la única que la "normalidad" le dolería un poco sería a mí, porque perdería gran parte de lo que vivimos. Y aun así me quedarían los recuerdos de esos preciosos momentos que pasamos juntos.

Dejo que mi mirada, a pesar de la poca iluminación que ofrecen las ascuas, se deleite en su imagen durmiendo. Sigo asombrada de que me deje verlo tan tranquilo. Normalmente duerme sentado y sosteniendo su espada, listo para enfrentarse incluso a los malos sueños, pero ahora no es así. Todavía me extraña a la vez que me maravilla lo apegado que es a mí en esta forma y, aunque en ocasiones noto cierta reticencia, como si luchara contra su primer instinto, veo que confía más en mí que cuando me conoció la primera vez.

Mientras lo observo dormir, le acaricio suavemente la base de las orejitas como me dijo que le gustaba y recuerdo el día en que lo conocí hace ya algunos meses.

Si alguien me hubiese dicho el semejante regalo que recibiría el día de mi cumpleaños número 15 me hubiese largado corriendo por miedo a la locura incuestionable de esa persona, pero yo lo viví todo, así que no hay incredulidad que valga. Recuerdo que la primera vez que lo vi tenía una expresión muy similar a la de ahora, mientras duerme. Sí, sus rasgos eran más duros, al fin y al cabo, era un hombre, pero el arco de las cejas, la expresión de su boca, sus pestañas descansando en la zona superior de sus mejillas, todo es similar. Quiero pensar, porque me gusta pensarlo, que es que descansa mientras duerme, es decir, que no es solo dormir para recuperar energías, sino que se abandona a sí mismo en la paz de un sueño en el que es amado.

Y lo más gracioso es que yo nunca habría podido imaginar la intensidad de los sentimientos que me inspiraría ese hanyō que había encontrado por algo que por ahora llamaré "casualidad". El amor que siento por él ya era inmenso, al punto que a veces me cuesta gestionarlo y fue naciendo a medida que lo conocía, a medida que veía cómo era en realidad bajo esa fachada frívola y egoísta que mostraba a todos. Pero en estos días en los que he visto y hasta cierto punto vivido lo que él vivió y lo que creó esa coraza que utilizaba para protegerse, el amor que siento por él sigue creciendo junto con la comprensión y la admiración por él: admiración por su fuerza, por su sabiduría, por su valentía y amor por esas mismas cosas y por el hecho de que, a pesar de todo lo que vivió y el modo en el que sufrió, su corazón y su alma continuaran siendo tan hermosos.

Shiroi HanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora