Capítulo 3: Inuyasha es un niño... y no lo entiendo

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Aquí regreso. ¿Qué pasará ahora que Inuyasha es un pequeño niño? ¿Comenzarán en este capítulo los descubrimientos que la autora prometió cuando empezó a publicar la historia? No me linchen, aquí van. Tal vez...

Nota: Los personajes son de la grandiosa mangaka Rumiko Takahashi. La historia es un pedacito de mi inspiración que quise compartir con ustedes.

Capítulo 3

Así que, mejor voy a hacer un resumen de la situación actual.

Era una tarde apacible y el atardecer comenzaba a cubrir de un bellísimo color rojo las colinas que se veían a lo lejos. Las aves regalaban sus últimos trinos antes de descansar y mis amigos y yo disfrutábamos de una deliciosa cena preparada por mí, hasta que... seguimos la rutina de todos los días: Inuyasha criticó, yo me molesté, discutimos, lo castigué, y me fui molesta. Ya saben, lo típico.

Lo que no fue típico es que me encontré con un demonio polilla come-bebés, que encerró a Inuyasha en uno de sus capullos y, aunque Inuyasha consiguió liberarse, no lo hizo a tiempo.

Lo que anteriormente conté nos lleva a la situación actual: hago de niñera de un más que gruñón Inuyasha de 6 años. Definitivamente hoy no es mi día de suerte. Y si me pongo a pensarlo, no he tenido buena suerte desde ayer, cuando todo comenzó.

Mis amigos decidieron que esta era mi tarea, mientras ellos buscaban el agua de no sé qué laguna o manantial que está varias leguas de distancia, que toma una semana llegar hasta allí (aunque contando con Kirara, tomaba una semana la ida y la vuelta), que existe la posibilidad de que se haya secado y que podía regresar a Inuyasha a la normalidad. Ahora mismo me cambiara con ellos gustosa, así tuviera que ir caminando, aunque no tengo ni idea de dónde queda la susodicha laguna.

¿Por qué? Porque estoy bastante frustrada, para qué voy a mentir. Normalmente no se me dan mal los niños, Shippo es muestra de ello, pero Inuyasha está probando ser insoportable e imposible de tratar. Ya he tratado de hablar de todo con él y no me escucha, de hecho, es todo lo contrario, ignora mi existencia. No quiero imponerme tampoco porque una cosa es discutir con un adulto, inmaduro es cierto, pero adulto, que forzar mi voluntad en un niño. Y por eso estamos caminando bosque adentro, alejándonos del lugar donde supuestamente nos debemos reunir con los demás.

Hasta hace dos horas pensaba que se cansaría. Por lo general, Inuyasha tiene mucha energía, pero como niño pensé que estaría más limitado. Sin embargo, apenas se detuvo algunas horas en la noche y en ese tiempo casi no durmió. Está, si cabe, más malhumorado que cuando lo conocí y yo creía que eso era imposible.

Inuyasha, por favor, ¿te podrías detener un rato? Necesito descansar y tú tienes que comer algo.

Te dije que no me voy a detener.

—Y también te dije que lo deberías hacer. Hasta tú tienes que reponer energías.

—Eres una humana insoportable. Aléjate de mí.

Sus palabras me dolían y me encolerizaban a partes iguales. La cólera la podía manejar, ya estaba acostumbrada a sus desplantes. Pero dicen que los niños siempre son sinceros, así que, si él me creía insoportable, tal vez era porque en realidad lo creía, realmente me consideraba como tal y eso me regresaba a mis cavilaciones de ayer.

—Inuyasha, escúchame, por favor— sé que ese "por favor" sonó con retintín, pero la verdad sea dicha, ya estoy perdiendo la paciencia, —tienes que alimentarte. Y yo necesito descansar. Hemos estado caminando desde el amanecer sin descanso.

—Ya te dije que no iba a descansar, no voy a comer nada que me des y por última vez, ¡aléjate de mí!

Me gustaría decir que soy lo suficientemente valiente para encarar semejante golpe con estoicismo, pero me parece que mi reacción va a ser la de echarme a llorar. Sus gritos me hieren en lo más profundo de mí y no creo poder contener la reacción que me provocan.

Shiroi HanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora