Cap. 5

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— ¿Entonces te han estado siguiendo? —pregunto Sukuna mientras se acomodaba en un taburete frente al cubículo de Gojo mientras Geto coloca el esténcil en la pierna de Itadori.— Ya me parecía raro a mi

— En una ocasión ya lo habían agarrado —murmuró Suguru— Lo sabe por los pelos

Sukuna voltea a ver a Geto quien está concentrado en la piernas de su hermano y luego a Gojo quien está mirando hacia la calle.

— ¿Qué? ¿Enserio?

— Si —Gojo no quería decir mucho realmente— Pude quitarme a tres de encima pero el cuarto salió de la nada.

— Espera hombre —se apresuró Sukuna a decir— ¿Sabes pelear?

Los ojos rojos de Ryomen veían intrigados al de ojos azules. Estaba emocionado.

— Recuerda a Megumi —dijo la voz de Itadori desde la silla de tatuajes.

— Solo estoy impresionado —le aseguro Sukuna a su gemelo— ¿Un niño rico como tu sabe luchar?

— ¿Por qué no lo sabría? —la ceja de Gojo se alzó— He practicado karate, judo y box desde que tengo memoria, era como una clase de protección por si algo sucedía

— Oh, vale los ricos siendo paranoicos —la voz del platinado estaba desanimada ahora.— Regresando al tema, ¿Cómo sabes que tu abuelo no sabe tu ubicación ya?

— Por Mei Mei

Sukuna asintió y su car decía que era obvio;— Claro olvidaba a esa loca

Gojo se río, era la primera vez que alguien que le debía a Mei Mei se refería a ella como alguien insana mentalmente y no como alguien de temer, aunque los locos son los peores.

— Le ha 'asegurado" a mi abuelo que está haciendo todo lo que puede para encontrarme —Gojo se recargo en el respaldo de la silla— Pero también se infiltra en el sistema del viejo y alúmina todo lo que de con mi paradero o apariencia.

La verdad era que todo eso solo le hacía sudar frío ya que no sabría cómo le pagaría todo eso a futuro a la peliblanca.

— Hombre las grandes compañías dan miedo —dijo Itadori— Mi mejor amigo igual ha estado huyendo de ella desde que tiene razón, bueno no él su padre...

— Cállate Itadori

— ¿Qué? No he dicho su nombre

— No es necesario, pero solo cállate

Por la noche cuando la tienda de tatuajes estaba a punto de cerrar Gojo estaba limpiando su escritorio y apagando el ordenador cuando Geto se acercó ya con su bolso en la espalda y las llaves en las manos.

— ¿Nos vamos?

— ¿Qué?

— ¡Estás loco si crees que te dejaré irte solo a casa cuando estos tipos andan allá afuera! —le apuntó el pelinegro— Te llevaré a casa y de camino pasaremos por un café, de camino hace frío afuera.

Gojo no se opuso más. Su corazón se sentía cálido, con las atenciones del contrario, se sentía querido y protegido, de una manera completamente diferente a como se sentía con su familia o abuelo.

Mientras cerraba la puerta y bajaba la rejilla Gojo estaba observando la calle algo transitada con personas con rostros cansados llegando a casa después de un día de trabajo, esa noche la temperatura había bajado mucho para ser inicios de otoño.

—'¿Has traído algo con lo que cubrirte? —pregunto Geto guardando las llaves y poniéndose en camino.

— No, creí que no haría tanto frío y la haría con esta camisa —estiró los brazos.

Como salir del registro familiar ↠SugusatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora