Cap. 9

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— ¿Te casarías conmigo?

Geto no lo esperaba ¿acaso estaba escuchando mal? Su mente debería de estarle jugando una mala pasada.

— ¿Qué?

Necesitaba escuchar de nuevo esa maldita pregunta, porque no podía ser cierto ¿verdad?

— ¿Eso es un no? — pregunto en cambio Gojo.

— Solo —se detuvo un instante ¿Cómo tomaría esto el contrario?— Repítelo de nuevo, creo que escuche mal.

Gojo se río, realmente lo hizo.

— ¿Geto, te casarías conmigo? —repito la pregunta mientras lo miraba con un tono ligero de rosa en sus mejillas.

El pelinegro no estaba escuchando mal, el más alto realmente quería decir eso.

— Si

Las lágrimas se derramaron por los ojos del peliblanco que por fin estaba comenzando a ver la luz al final del túnel.

— Primero quiero aclarar esto — murmuró Gojo— La principal razón por la que nos casaremos seria para que yo pueda obtener tu apellido y dejar de ser un Gojo ante la ley. Y la segunda es porque realmente quiero eso contigo, tengo estos sentimientos por ti que aun no logro descubrir que son.

A Geto no le importaba lo que fueran mientras fueran buenos y lo tuviera al lado.

Unos días después el médico dio el visto bueno para que Gojo pudiera salir de la cama, aunque no podía durar demasiado tiempo en pie para evitar que se inflamaran de nuevo o cualquier posible dolor adicional.

Las hermanas menores del pelinegro no se encontraban y Geto salió para poder hacer la despensa, así que el peliblanco se encontraba solo en la casa.

Se sentía un inútil recibiendo atención de personas que apenas conocía y quedándose en una casa ajena, pero cuando se lo dijo a Geto la reacción del contrario fue algo que no previo para nada.

— Deja de decir tonterías ¿Qué pasará cuando nos casemos? —le dijo mientras ambos estaban sentados en la sala de estar abrazados en el sofá— ¿Crees que te dejaré ir así en algún momento?

Los ojos de Gojo se habían abierto en sorpresa y un escalofrío le recorrió la espalda. Pareciera que el pelinegro noto que sus palabras no salieron de la mejor forma así que se apresuró a decir.

— No lo decía de esa forma —se rascó el cabello mientras acariciaba las espalda del contrario con la otra mano— Me refiero a que si crees que vivirás lejos de mi, no lo harás y nunca te podes divorciar de mi, aun si lo quisieras jamás te daría el divorcio.

Satoru realmente entendía que la persona frente a él no lo decía de la misma forma en que su abuelo lo hacía, no. Él sabía que Geto sería incapaz sobre todo cuando él mismo había sufrido algo parecido con su progenitora.

Sabía la diferencia entre las palabras de Geto y las de su abuelo.

— No se que tan precipitado sea esto, pero después de que te fuiste en ese entonces me di cuenta lo fácil que fue para mi acostumbrarme a tu presencia —el pelinegro tenía la mirada en el frente y comenzaba a ponerse rojo— Esperaba llegar todas las mañanas a abrir el local y encontrarte ahí esperándome o que nos encontráramos en el camino. También a esas platicas entre clientes o cuando te acompañaba a tu lugar como excusa para poder estar más cerca de ti aunque mi casa quedará en la dirección contraria.

— ¿Qué?

Gojo abrió la boca en grande, ese maldito idiota que tenia en frente había caminado el doble solo por llevarlo hasta la puerta de su casa en mas de una ocasión y el no se había dado cuenta.

Como salir del registro familiar ↠SugusatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora