Cap. 8

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— ¿Cómo te encuentras hoy? —pregunto Geto mientras entraba a la habitación con una bandeja de comida.

Gojo aun no podía ponerse en pie, había despertado hace dos días e intentaba comer, de la misma manera el doctor lo revisó y se encontraba mejor pero no podría levantarse de la cama en al menos dos semanas manos.

Sus pies se habían desinflamado un poco.

Geto colocó la bandeja a un lado de la cama, el peliblanco estaba mirando el cielo por la ventana de la habitación. El sol de la mañana pegaba en la cama y la luz que se refleja en las sabanas pegaba en el rostro de manera que lo hacía ver un poco más demacrado.

— Dormí poco —murmuró por lo bajo Gojo— Tuve una pesadilla, estaba de regreso en el sótano de mi abuelo y me decía que jamás volvería a ver a nadie.

Geto observó las manos de Satoru que se estaban apretando en las sabanas, dos puños fuertes o tan fuertes como podrían ser los del peliblanco.

— No quiero regresar ahí —el dolor se podía sentir en las palabras del contrario— No quiero, no saldrás de ahí nunca. Dejare de ser yo y cualquier deseo se esfumara.

— ¡Claro que no! —Geto no sabia que decir, ¿sus palabras serían bien recibidas si decidía hablar?— Iré por ti, si te llevan, no te dejare en un lugar que se que serás infeliz.

— No entiendes —dijo el contrario girando el rostro para mirarlo por completo, lágrimas gruesas corrían por sus mejillas— Si regreso ahí ser internado en un hospital psiquiátrico y sedado hasta olvidar quién diablos se supone que soy.

Geto se alejó un paso ¿alguien que se hacía llamar tu familia podría hacer eso para retenerte? ¿Qué ganaba el abuelo de Satoru haciendo eso?

— ¿Qué?

— Lo que escuchaste, el día que mi abuelo me atrapó se me amenazo con no poder poner ni un solo paso fuera de nuevo si intentaba escapar —Gojo limpio sus lagrimas rudamente— Esta era mi última oportunidad para ser la marioneta perfecta, pero la deseche por que mi deseo de poder ser libre es mejor para mi. Porque quiero estar contigo.

El pelinegro tembló un poco pero rápidamente se sentó a un lado del cuerpo de Gojo en la cámara y lo abrazó.





Esa noche mientras Geto cerraba su local una camioneta fue estacionada fuera y dos hombres bajaron.

— ¿Eres el dueño del local, Suguru Geto?

El pelinegro sabía que vendría, era cuestión de tiempo para que lo hiciera, definitivamente el primer lugar donde se buscaría al peliblanco era en su lugar de trabajo y con las personas que convivió por meses.

— Si ¿Quién pregunta?

Debía de mantener la calma, no podía dejar ninguna señal de flaquear o que diera a entender que sabía la identidad de Gojo en ningún instante.

— Tenemos entendido que aquí trabaja el joven Satoru Gojo ¿Es correcto?

El hombre mas alto de los dos saco una foto de Gojo sonriendo vestido en una traje negro.

— Si, dejo de venir hace casi dos meses y no se ha parado por aquí —Geto guardo las llaves de su local en la mochila que traía— Puedo preguntar ¿Por qué le buscan?

— No —el más bajo hablo fuerte— ¿Está seguro de que no le ha visto recientemente?

Geto miró fijamente al hombre que se veía claramente molesto por no obtener las respuestas que deseaba.

Como salir del registro familiar ↠SugusatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora